Publicado el 2010-03-05 In Temas - Opiniones

Jerusalén: Estuve ahí, donde sucedió todo, donde todo comenzó…

Terra SantaTIERRA SANTA/PORTUGAL, Antonieta Magalhaes. Un grupo de 45 personas organizado por la Rama de Madres de Schoenstatt de Portugal, peregrinó a Tierra Santa con el Padre Zé Melo.
«Estuve ahí, donde sucedió todo, donde todo comenzó…
Sentí tu presencia en cada lugar por el que pasamos,
Nazareth, Galilea, Cafarnaum, Tabor, Tiberiades, Jordán, Belén y Jerusalén…».


Terra SantaEn todos los lugares, desde que llegué, sentí Tu presencia y la de María, de una manera muy clara y fuerte, pero al llegar a Jerusalén quedaste sólo Tú, tu Madre se alejó y me dejó sola contiguo, dejé de sentir su presencia como si nada ni nadie quisiera o debiera perturbar cada momento que viviríamos juntos en Jerusalén, solamente Tú y yo…

El Monte de los Olivos

Reviví tu agonía en la Adoración que hicimos ya al final del día. Llegó la noche; la misma noche en que Tú pediste a tu Padre que te evitase el sufrimiento, el cáliz de dolor que beberías… pero se hizo la voluntad del Padre que era también la tuya. En ese momento como en el mar de Galilea, pasaron por mi corazón todos los «no» de mi vida…y como Pedro pude llorar por cada vez que te negué.. Y sentir que también a mi Dios me envió un Ángel a consolarme, «cree en mi misericordia y confía». Recordé las palabras «donde abundó el pecado, abunda la gracia»… y lloré, lloré…lloré… creí y confié…

Una noche contigo en el Calvario

Después otros lugares por donde pasaste. Más a la izquierda, más a la derecha, más arriba, más abajo… por aquí pasaste y todo nos habla de Ti. Y llegamos al Calvario, al Santo Sepulcro… Aquí preparaste un encuentro especial para mí: una noche contigo en oración en el Calvario. Fue sin duda alguna la culminación de toda la peregrinación y también de toda mi vida…

P. MeloEn el santo sepulcro, ahora sin la confusión y el pasar de personas, éramos sólo once. Ahí pude revivir, leer… ver tu resurrección. Ahí pude tocar la piedra donde finalmente descansó tu maltratado cuerpo… me arrodillé y oré: lloré de nuevo, pero no como Pedro, sino como lloraron esas santas mujeres que acompañaron a María y vieron todo tu sufrimiento, sintieron fueron testigos de tu AMOR. Después volví al Calvario, y durante tres horas y media estuve junto a la Cruz donde te crucificaron… a veces de pie, a veces de rodillas, sentada era imposible porque el suelo frío helaba. Fue así como Tú me llevaste a vivir más intensamente los momentos junto a la Cruz, tal como los vivieron quienes se quedaron contigo hasta tu último aliento…, como María a quien Dios no la libró de ese sufrimiento, entendí cuán importante la fuerza que Ella nos da en los momentos más dolorosos de la vida… como Juan, el sufrimiento de quien cree y ama, aprendí que en los momentos más difíciles, los amigos son importantes… como las mujeres la fidelidad más allá del sufrimiento mi propia fidelidad a tu amor…

En ese momento entregué todo mi pasado, todo tuvo sentido y en mi corazón poseído por tu amor escuché tu voz: «Como el Padre me amó, te he amado», nada importa ya, sino el gozo de tu amor en mi pecho, la alegría de ser tuya… el sentido de lo que fui, lo que soy y lo que quiero… quiero ser amada por Ti… y amar…

Es el viaje que todo cristiano debería hacer

Hoy sólo quiero amar y servir, orar y adorarte, hablar de Ti, de tu amor y tu misericordia. Te busco en cada Eucaristía y Tú vienes a mi encuentro en cada comunión, mi corazón se convierte en tu sagrario vivo hoy… Hoy quiero llegar a decir un día, no soy yo quien vive, es Cristo que vive en mí…

Esto es lo que viví en la tierra donde Él caminó.

Es un viaje que todo cristiano debería realizar…».

Peregrinos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *