Publicado el 2014-04-08 In Francisco - Mensaje

El profeta, lucha contra las personas que enjaulan el Espíritu Santo

org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

SEMANA 15/2014

No podemos acostumbrarnos a las situaciones de humillación y de miseria que nos rodean. Un cristiano tiene que reaccionar.

Tweet del 3.4.2014

El matrimonio es el símbolo y también una realidad humana de la relación de Dios con su pueblo. Y cuando se arruina el matrimonio con un adulterio, se ensucia esta relación de Dios con el pueblo.  Pero los escribas y los fariseos plantean esta pregunta para tener un motivo para acusarlo: Si Jesús hubiera dicho: ‘Sí, sí, adelante con la lapidación’, habrían dicho a la gente: ‘Pero éste es su maestro tan bueno… ¡Miren qué cosa ha hecho con esta pobre mujer!’. Y si Jesús hubiera dicho: ‘¡No, pobrecita! ¡Perdónenla!’, habrían dicho: ‘¡No cumple la ley!… A ellos no les importaba la mujer; no les importaban los adúlteros, quizá alguno de ellos era adúltero… ¡No les importaba! ¡Sólo les importaba tender una trampa a Jesús!». De ahí la respuesta del Señor: «¡Quien de ustedes esté sin pecado, arroje la primera piedra contra ella!». El Evangelio con cierta ironía, dice que los acusadores se fueron, uno a uno, comenzando por los más ancianos. Se ve que éstos en el banco del cielo tenían una buena cuenta corriente contra ellos. Y Jesús permanece solo con la mujer, como un confesor, diciéndole: «Mujer, ¿dónde estoy? ¿Nadie te ha condenado? ¿Dónde estoy? Estamos solos, tú y yo. Tú ante Dios, sin las acusaciones, sin las habladurías. ¡Tú y Dios! ¿Nadie te ha condenado?». La mujer responde: «¡Nadie Señor!», pero no dice: «¡Ha sido una falsa acusación! ¡Yo no cometí adulterio!», reconoce su pecado». Y Jesús afirma: «¡Ni siquiera yo te condeno! Ve, ve y de ahora en adelante no peques más, para no pasar un feo momento como este; para no pasar tanta vergüenza; para no ofender a Dios, para no ensuciar la hermosa relación entre Dios y su pueblo. ¡Jesús perdona!”

Santa Marta, 7.4.2014

Pero aquí se trata de algo más que el perdón: Jesús supera la ley y va más allá. No le dice: ‘¡El adulterio no es pecado!’. ¡No lo dice! Pero no la condena con la ley. Y éste es el misterio de la misericordia. Éste es el misterio de la misericordia de Jesús. La misericordia – observó Francisco – es algo difícil de comprender: Pero, ‘Padre, la misericordia ¿borra los pecados?’. ‘No, ¡lo que borra los pecados es el perdón de Dios!’. La misericordia es el modo con que Dios perdona. Porque Jesús podía decir: ‘Yo te perdono. ¡Ve!’, como dijo a aquel paralítico que le habían presentado desde el techo: ‘¡Te son perdonados tus pecados!’. Aquí dice: ‘¡Ve en paz!’. Jesús va más allá. Le aconseja que no peque más. Aquí se ve la actitud misericordiosa de Jesús: defiende al pecador de sus enemigos; defiende al pecador de una condena justa. También nosotros, cuántos de nosotros, quizá deberíamos ir al infierno, ¿cuántos de nosotros? Y esa condena es justa… y Él perdona más allá. ¿Cómo? ¡Con esta misericordia!. La misericordia  va más allá y hace la vida de una persona de tal modo que el pecado es arrinconado. Es como el cielo: Nosotros miramos el cielo, tantas estrellas, tantas estrellas; pero cuando sale el sol, por la mañana, con tanta luz, las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura. Dios perdona pero no con un decreto, sino con una caricia, acariciando nuestras heridas del pecado. Porque Él está implicado en el perdón, está implicado en nuestra salvación. Y así Jesús hace de confesor: no la humilla, no le dice ‘¡Qué has hecho, dime! ¿Y cuándo la has hecho? ¿Y cómo lo has hecho? ¿Y con quién lo has hecho?’. ¡No! ‘¡Ve, ve y de ahora en adelante no peques más!’. Es grande la misericordia de Dios, es grande la misericordia de Jesús. ¡Perdonarnos, acariciándonos!».

Santa Marta, 7.4.2014

El Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma nos narra la resurrección de Lázaro. Es el culmen de los “signos” prodigiosos realizados por Jesús: es un gesto demasiado grande, demasiado claramente divino para ser tolerado por los sumos sacerdotes, los cuales, cuando supieron del hecho, tomaron la decisión de matar a Jesús (Jn 11,53). Lázaro había muerto desde hacía ya tres días cuando llegó Jesús, y a las hermanas Marta y María, Él les dijo las palabras que se imprimieron para siempre en la memoria de la comunidad cristiana, dice así Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. (Jn 11,25). Sobre esta la Palabra del Señor nosotros creemos que la vida de quién cree en Jesús y sigue su mandamiento, después de la muerte será transformada en una vida nueva, plena e inmortal. Como Jesús ha resucitado con su propio cuerpo, pero no ha vuelto a la vida terrena, así nosotros resucitaremos con nuestros cuerpos que serán transfigurados en cuerpos gloriosos. Él nos espera junto al Padre, y la fuerza del Espíritu Santo, que lo ha resucitado a Él, resucitará también a quién está unido a Él.

Ángelus, 6.4.

Cristo no se resigna a los sepulcros que nos hemos construido con nuestras elecciones de mal y de muerte, con nuestros errores, con nuestros pecados. ¡Él no se resigna a esto! Él nos invita, casi nos ordena, que salgamos de la tumba en la cual nuestros pecados nos han hundido. Nos llama insistentemente a salir de la oscuridad de la prisión en la que estamos encerrados, conformándonos con una vida falsa, egoísta, mediocre. “¡Salí afuera”!, nos dice. “¡Salí afuera”! Es una bella invitación a la verdadera libertad. Dejémonos aferrar por estas palabras que Jesús hoy repite a cada uno de nosotros. Una invitación a dejarnos liberar de las “vendas”, de las “vendas del orgullo. Porque el orgullo nos hace esclavos, esclavos de nosotros mismos, esclavos de tantos ídolos, de tantas cosas. Nuestra resurrección comienza desde aquí: cuando decidimos obedecer a esta orden de Jesús saliendo a la luz, a la vida; cuando de nuestro rostro caen las máscaras – tantas veces nosotros estamos enmascarados por el pecado, ¡las máscaras deben caer! – y nosotros encontramos el coraje de nuestro rostro original, creado a imagen y semejanza de Dios.  El gesto de Jesús que resucita a Lázaro muestra hasta dónde puede llegar la fuerza de la Gracia de Dios, y por lo tanto, donde puede llegar nuestra conversión, nuestro cambio. Pero escuchen bien: ¡no hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos! ¡No hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos! Acuérdense bien esta frase. Y podemos decirla todos juntos: ¡No hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos! Digámosla juntos: ¡No hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos! El Señor está siempre listo para levantar la piedra tumbal de nuestros pecados, que nos separa de Él, luz de los vivientes.

Angelus, 6.4.

A lo largo de la historia de la salvación los profetas fueron perseguidos. Siempre en la historia de la salvación, en el tiempo de Israel, incluso en la Iglesia los profetas fueron perseguidos. Perseguidos porque los profetas dicen: «¡Ustedes equivocaron el camino! Vuelvan al camino de Dios». Y esto para las personas que tienen el poder de aquel mal camino, no le gusta. … Y Jesús es perseguido desde el principio: recordemos cuando al inicio de su predicación regresa a su pueblo, va a la sinagoga y predica; inmediatamente después de una gran admiración inicial, empiezan: ‘¿Pero éste, sabemos de dónde es? ¿Este es uno de los nuestros? ¿Pero con qué autoridad viene a enseñarnos? ¿Dónde estudió?’. ¡Lo descalifican! Es el mismo discurso, ¿no? «¡Pero éste sabemos de dónde es! Cristo, en cambio, cuando vendrá nadie sabrá de dónde es!’. Descalificar al Señor, descalificar al profeta para quitarle la autoridad! Lo descalifican porque Jesús salía y hacía salir de aquel ambiente religioso cerrado, de aquella jaula. El profeta, lucha contra las personas que enjaulan el Espíritu Santo. ¡Y por eso es perseguido: siempre!. Los profetas siempre son perseguido o incomprendidos , abandonados a un lado. ¡No les hacen lugar!. ¡Esta situación, no acabó con la muerte y resurrección de Jesús, continúa en la Iglesia! Hostigamiento desde fuera y persecución desde dentro. Cuando leemos las vidas de los santos, cuántas incomprensiones, cuántas persecuciones han sufrido los Santos, porque eran profetas.

Santa Marta, 5.4.

También tantos pensadores de la Iglesia fueron perseguidos. Pienso en uno, ahora, en este momento, no lejos de nosotros, un hombre de buena voluntad, un profeta de verdad, que con sus libros reprochaba a la Iglesia de alejarse del camino del Señor. Pronto fue llamado al orden, sus libros puestos en el índice, le quitaron la cátedra y así para este hombre terminó su vida: no hace mucho de esto. ¡Pasó el tiempo y hoy es beato! ¿Pero cómo es que ayer era un hereje y hoy es beato? Porque ayer los que tenían el poder querían silenciarlo, ya que no les gustaba lo que decía. Hoy la Iglesia, que gracias a Dios sabe arrepentirse, dice: ‘No, este hombre es bueno!’. Es más, está en el camino de la santidad: es un beato.  Todas las personas que el Espíritu Santo escoge para decir la verdad al pueblo de Dios sufren persecución. Y Jesús es el modelo, la imagen. El Señor tomó sobre Él todas las persecuciones de su pueblo. Y aún hoy, observó los cristianos son perseguidos. Me atrevo a decir que tal vez haya tantos o más mártires ahora que en los orígenes, porque a esta sociedad mundana, a esta sociedad demasiado tranquila, que no quiere problemas, le dicen la verdad, le anuncian a Jesucristo. Y esta historia de persecución, remarca el camino del Señor, es el camino de los que siguen al Señor. Pero, al final, termina siempre de nuevo, como el Señor: con una Resurrección, pero ¡pasando por la Cruz!. Siempre ¡habrán persecuciones, incomprensiones! Pero Jesús es el Señor, y ese es el desafío y la Cruz de nuestra fe. Que el Señor nos dé la gracia para seguir su camino y, si ocurre, incluso con la cruz de la persecución.

Santa Marta, 5.4.

Y ahora me gustaría hacer un simple gesto para ustedes. En los últimos domingos he sugerido a todos ustedes que se hicieran con un pequeño Evangelio, para llevar uno mismo durante el día para poder leerlo a menudo. Entonces me acordé de la antigua tradición de la Iglesia, durante la Cuaresma, de entregar el Evangelio a los catecúmenos, los que se preparan para el bautismo. Así que hoy quiero darles a ustedes que están en Piazza –pero en un seño para todos- un Evangelio de bolsillo. Será distribuido de forma gratuita. Hay lugares en la plaza para esta distribución. Yo los veo: allí, allí, allí, allí…. Acérquense a los lugares y tomen el Evangelio ¡Tómenlo, tómelo con usted, y léanlo cada día: ¡es exactamente Jesús el que les habla allí! ¡Es la palabra de Jesús: esta es la Palabra de Jesús!
Y como Él les digo: ¡gratuitamente han recibido, gratuitamente den! ¡Den el mensaje del Evangelio! Pero a lo mejor alguno de ustedes non cree que esto sea gratuito. “¿Pero cuando qué? ¿Cuánto debo pagar, Padre? Pero hagamos una cosa, a cambio de este regalo, hagan un acto de caridad, un gesto de amor desinteresado, una oración por los enemigos, una reconciliación de alguna cosa… Hoy se puede leer el Evangelio con muchos instrumentos tecnológicos. Se puede llevar la Biblia con uno mismo en un teléfono móvil, una tableta. Lo importante es leer la Palabra de Dios, con todos los medios, pero leer la Palabra de Dios: ¡es Jesús que nos habla allí! es acogerla con el corazón abierto. ¡Entonces la buena semilla da fruto!

Angelus, 6.4.


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  • El objetivo de la peregrinación
    es la renovación de la Alianza de Amor
    en su fuerza plasmadora y misionera;
    la que se manifestará -hacia dentro de Schoenstatt-,
    en la renovación de la Familia
    y -hacia fuera-, en la plasmación de una Cultura de Alianza.

    Documento de Trabajo 2014


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