Publicado el 2014-04-17 In Francisco - Mensaje

Dios vence en la derrota.

org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

SEMANA 16/2014

Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida.

Tweet del 16.04.2014

Jesús alcanza la humillación completa con la «muerte en cruz». Se trata de la peor de las muertes, destinada a los esclavos y a los delincuentes. Jesús era considerado un profeta, pero muere como un delincuente. Observando a Jesús en su pasión, vemos como en un espejo, también los sufrimientos de toda la humanidad y encontramos la respuesta divina al misterio del mal, del dolor, de la muerte. Y muchas veces sentimos horror ante el mal y el dolor que nos rodea y nos preguntamos: «¿Por qué Dios permite esto?”. Es una herida profunda para nosotros ver el sufrimiento y la muerte, ¡sobre todo la de los inocentes! Cuando vemos sufrir a los niños es una herida en el corazón, es el misterio del mal y Jesús toma todo este mal, todo este sufrimiento sobre sí mismo.
Esta semana nos hará bien a todos nosotros mirar el Crucifijo, besar las llagas de Jesús, besarlas en el Crucifijo. Él ha tomado sobre Él todo el sufrimiento humano, se ha “vestido” de ese sufrimiento.  Nosotros esperamos que Dios en su omnipotencia derrote la injusticia, el mal, el pecado y el sufrimiento con una triunfante victoria. Dios nos muestra, en cambio, una humilde victoria que humanamente parece un fracaso. Y podemos decir, Dios vence en la derrota precisamente. El Hijo de Dios, de hecho, aparece en la cruz como un hombre derrotado: sufre, es traicionado, insultado y finalmente muere. Jesús permite que el mal se ensañe con Él y lo toma sobre sí para vencerlo. Su pasión no es un accidente; su muerte – aquella muerte – estaba «escrita». De verdad, no tenemos tanta explicación, es un misterio desconcertante, el misterio de la gran humildad de Dios: “Dios – en efecto – amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único”. (Jn 3,16).

Audiencia General , 16.04.

La relación entre estudio y vida constituye uno de los retos de nuestro tiempo: transmitir el saber y ofrecer una clave de comprensión vital, no un cúmulo de nociones desligadas entre sí. Hace falta una verdadera hermenéutica evangélica para entender mejor la vida, el mundo, a los seres humanos, no una síntesis, sino una atmósfera espiritual de búsqueda y certeza basada en la verdad de razón y de fe. La filosofía y la teología permiten conseguir las convicciones que estructuran y fortifican la inteligencia e iluminan la voluntad…pero todo esto es fecundo sólo si se hace con la mente abierta y de rodillas. El teólogo que se complace de su pensamiento concluido es un mediocre. El buen teólogo y filósofo tiene un pensamiento abierto, es decir incompleto siempre abierto al ‘maius’ de Dios y de la verdad, siempre en desarrollo’. …Y el teólogo que no reza y que no adora a Dios acaba hundido en el narcisismo más disgustoso. Y esta es una enfermedad eclesiástica, hace mucho daño el narcisismo de los teólogos y de los pensadores.

A profesores, estudiantes y personal no docente de la Pontificia Universidad Gregoriana, del Pontificio Instituto Bíblico y del Pontificio Instituto Oriental, 10.04.2014


La pasión y la muerte de Jesús y las frustraciones de tantas esperanzas humanas son el camino real a través del cual Dios obra nuestra salvación.
Un camino que no corresponde a los criterios humanos, es más, los abate. En sus heridas somos curados (cf. 1 P 2,24). Esta semana, pensemos tanto en el dolor de Jesús, y digámonos a nosotros mismos: “¡y ésto es por mí!” Aunque yo hubiera sido la única persona en el mundo, Él lo habría hecho. ¡Lo ha hecho por mí! Y besemos el Crucifijo y digamos: “por mí, gracias Jesús, por mí”.  Y cuando todo parece perdido, cuando no queda ninguno porque herirán «al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño» (Mt 26,31), es entonces cuando Dios interviene con el poder de la resurrección. La resurrección de Jesús no es el final feliz de un cuento de hadas, no es un final feliz de una película, sino que es la intervención de Dios Padre, allí donde está desecha la esperanza humana. En el momento en el cual todo parece perdido, en el momento del dolor en el cual tantas personas sienten la necesidad de bajar de la cruz, es el momento más cercano a la resurrección. La noche se hace más oscura justamente antes de que empiece la mañana, antes que comience la luz. En el momento más oscuro interviene Dios y resucita.

Audiencia General, 16.04.

Quisiera manifestar mi rechazo a todo tipo de experimentación educativa con los chicos. Con los niños y jóvenes no se puede experimentar. No son cobayas de laboratorio. Los horrores de la manipulación educativa que hemos vivido en las grandes dictaduras genocidas del siglo XX no han desparecido; conservan su actualidad bajo ropajes diversos y propuestas que, con pretensión de modernidad, fuerzan a caminar a niños y jóvenes por el camino dictatorial del “pensamiento único”. Me decía hace poco más de una semana un gran educador: “A veces uno no sabe si con estos proyectos —se refería a proyectos concretos de educación— manda el chico a la escuela o a un campo de reeducación.” Trabajar por los derechos humanos presupone mantener siempre viva la formación antropológica, estar bien preparados en la realidad de la persona humana, y saber responder a los problemas y desafíos que plantean las culturas contemporáneas y la mentalidad difundida por los medios de comunicación social. Obviamente no se trata de acurrucarnos en cobertizos de protección que hoy día son incapaces de dar vida, que dependen de culturas que ya están pasadas. ¡No, eso no! ¡Eso está mal! Sino enfrentarse con los valores positivos de la persona humana a los nuevos desafíos que nos traen las culturas nuevas. Para ustedes, se trata de ofrecer a sus dirigentes y funcionarios una formación permanente sobre la antropología del niño, porque es ahí donde los derechos y las obligaciones tienen su fundamento. De ella depende el planteamiento de los proyectos educativos. Que obviamente tienen que ir progresando, tienen que ir madurando, tienen que acomodarse a los signos de los tiempos, respetando siempre la identidad humana y la libertad de conciencia … Me viene a la mente el logotipo que la comisión de protección de la niñez y la adolescencia tenía en Buenos Aires, que Norberto conoce muy bien. El logotipo de la Sagrada Familia arriba de un burrito escapando a Egipto, defendiendo ese niño. A veces para defender hay que escapar. A veces hay que quedarse y proteger. A veces hay que pelear. Pero siempre hay que tener ternura.

A una delegación de la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE) (11 de abril de 2014)

No hay posibilidad de salir solos de nuestro pecado. No hay posibilidad. Estos doctores de la ley, estas personas que enseñaban la ley, no tenían una idea clara sobre esto. Creían, sí, en el perdón de Dios, pero se sentían fuertes, suficientes, sabían todo. Y al final habían hecho de la religión, de la adoración a Dios, una cultura con los valores, las reflexiones, ciertos mandamientos de conducta para ser educados, y pensaban, sí, que el Señor puede perdonar, lo sabían, pero estaban demasiado lejos de todo esto… El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer la paz. Éstas son consecuencias. El cristianismo es una persona, una persona elevada, en la Cruz, una persona que se anonadó a sí misma para salvarnos; se ha hecho pecado. Y así como en el desierto fue elevado el pecado, aquí ha sido elevado Dios, hecho hombre y hecho pecado por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se comprende el cristianismo sin entender esta humillación profunda del Hijo de Dios, que se humilló a sí mismo haciéndose siervo hasta la muerte y muerte de Cruz, para servir. Y por esto el Apóstol Pablo cuando dice de qué cosa se gloría Él – y también podemos decir de qué cosa nos gloriamos nosotros –: De nuestros pecados. Nosotros no tenemos otras cosas de las cuales gloriarnos, ésta es nuestra miseria. De parte de la misericordia de Dios, nosotros nos gloriamos en Cristo crucificado. Por esta razón no existe un cristianismo sin la Cruz y no existe una Cruz sin Jesucristo. No es un ornamento, que nosotros debemos poner siempre en las iglesias, sobre el altar, allí. No es un símbolo que nos distingue de los demás. La Cruz es el misterio, el misterio del amor de Dios, que se humilla a sí mismo, se hace ‘nada’, se hace pecado. ¿Dónde está tu pecado? ‘No lo sé, tengo tantos aquí. No, tu pecado está allí, en la Cruz. Ve a buscarlo ahí, en las llagas del Señor, y tu pecado será curado, tus llagas serán curadas, tu pecado será perdonado. El perdón que nos da Dios no es cancelar una cuenta que tenemos con Él: el perdón que nos da Dios son las llagas de su Hijo en la Cruz, elevado sobre la Cruz. Que Él nos atraiga hacia Él, y que nosotros nos dejemos curar

Misa en Santa Marta,  08.04.2014

Jesús, quien optó seguir por este camino, nos llama a seguirlo en su propio camino de humillación. Cuando en ciertos momentos de la vida no encontramos vía de escape a nuestras dificultades, cuando precipitamos en la oscuridad más densa, es el momento de nuestra humillación y expoliación total, es el tiempo en el que experimentamos que somos débiles y pecadores, es entonces, en aquel momento, que no debemos enmascarar nuestro fracaso, sino abrirnos confiadamente a la esperanza en Dios, como hizo Jesús.

Audiencia General, 16.04.

  • Ver todos los textos en la categoría: Francisco a los peregrinos 2014
  • El objetivo de la peregrinación
    es la renovación de la Alianza de Amor
    en su fuerza plasmadora y misionera;
    la que se manifestará -hacia dentro de Schoenstatt-,
    en la renovación de la Familia
    y -hacia fuera-, en la plasmación de una Cultura de Alianza.

    Documento de Trabajo 2014


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    Dios vence en la derrota.

    org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

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