Publicado el 2013-12-03 In Francisco - iniciativas y gestos

Evangelii Gaudium en frases

org. La ‘Evangelii Gaudium’ (La alegría del Evangelio) perfiela la Iglesia que quiere el Papa Francisco. Se trata de una exhortación apostólica que el Papa ha escrito como colofón a la reunión que en octubre de 2012 los obispos de todo el mundo celebraron en el Vaticano para discutir sobre cómo anunciar el Evangelio en el mundo actual. La dulce y confortadora alegría de evangelizar”. Así titula el Papa en el prefacio de su Exhortación, la misión y el anuncio de la Evangelización. “El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás”. A continuación 10 citas clave del primer gran documento de su autoría como pontífice, elegidos desde la perspectiva del Mensaje 2014.

Quienes se dejan salvar por Él son li­berados del pecado, de la tristeza, del vacío inte­rior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. (1)

Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y per­manente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida   en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado. (2)

El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien se arraiga y se desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con dignidad y pleni­tud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien. (9)

La acti­vidad misionera « representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia » y « la causa misionera debe ser la primera ». ¿Qué sucedería si nos tomáramos realmente en serio esas palabras? Simplemente reconoceríamos que la salida misionera es el pa­radigma de toda obra de la Iglesia. En esta línea, los Obispos latinoamericanos afirmaron que ya « no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos »y que hace falta pasar « de una pastoral de mera conservación a una pasto­ral decididamente misionera ».Esta tarea sigue siendo la fuente de las mayores alegrías para la  la Iglesia: « Habrá más gozo en el cielo por un solo  pecador que se convierta, que por noventa y nue­ve justos que no necesitan convertirse. (15)

La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera. La experimentan los setenta y dos dis­cípulos, que regresan de la misión llenos de gozo (cf. Lc 10,17). La vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo y alaba al Padre porque su revelación alcanza a los pobres y pequeñitos (cf. Lc 10,21). La sienten llenos de admiración los primeros que se convierten al escuchar predi­car a los Apóstoles « cada uno en su propia len­gua » (Hch 2,6) en Pentecostés. Esa alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá. El Señor dice: « Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido » (Mc 1,38). Cuando está sembrada la semilla en un lugar, ya no se detiene para expli­car mejor o para hacer más signos allí, sino sino que el Espíritu lo mueve a salir hacia otros pueblos. (21)

Esta mundanidad puede alimentarse espe­cialmente de dos maneras profundamente empa­rentadas. Una es la fascinación del gnosticismo, una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuesta­mente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos. La otra es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus pro­pias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inque­brantablemente fieles a cierto estilo católico pro­pio del pasado. Es una supuesta seguridad doc­trinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo  narcisista y autoritario, donde en lugar de evan­gelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verda­deramente. Son manifestaciones de un inmanen­tismo antropocéntrico. No es posible imaginar que de estas formas desvirtuadas de cristianismo pueda brotar un auténtico dinamismo evangeli­zador. (94)

Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y no como seres aisla­dos.83 Nadie se salva solo, esto es, ni como indivi­duo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana. Este pueblo que Dios se ha elegido y convocado es la Iglesia. Jesús no dice a los Apóstoles que formen un grupo ex­clusivo, un grupo de élite. Jesús dice: « Id y ha­ced que todos los pueblos sean mis discípulos » (Mt 28,19). Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes: ¡El Señor también  te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor! (113)

El anuncio a la cultura implica también un anuncio a las culturas profesionales, científicas y académicas. Se trata del encuentro entre la fe, la razón y las ciencias, que procura desarrollar un nuevo discurso de la credibilidad, una original apologética109 que ayude a crear las disposiciones para que el Evangelio sea escuchado por todos. Cuando algunas categorías de la razón y de las ciencias son acogidas en el anuncio del mensaje, esas mismas categorías se convierten en instru­mentos de evangelización; es el agua convertida en vino. Es aquello que, asumido, no sólo es redi­mido sino que se vuelve instrumento del Espíritu para iluminar y renovar el mundo. (132)

El espíritu de amor que reina en una familia guía tanto a la madre como al hijo en sus diálogos, donde se enseña y aprende, se corrige y se valora lo bueno; así también ocurre en la homilía. El Espíritu, que inspiró los Evangelios y que actúa en el Pueblo de Dios, inspira también cómo hay que escuchar la fe del pueblo y cómo hay que predicar en cada Eucaristía. La prédica cristiana, por tanto, encuentra en el corazón cultural del pueblo una fuente de agua viva para saber lo que tiene que decir y para encontrar el modo como tiene que decirlo. Así como a todos nos gusta que se nos hable en nuestra lengua materna, así también en la fe nos gusta que se nos hable en clave de « cultura materna », en clave de dialecto materno (cf. 2 M 7,21.27), y el corazón se dispo­ne a escuchar mejor. Esta lengua es un tono que transmite ánimo, aliento, fuerza, impulso. (139)

Confesar a un Padre que ama infinitamen­te a cada ser humano implica descubrir que « con ello le confiere una dignidad infinita». Confe­sar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne hu­mana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide con­servar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. Su redención tiene un sentido social porque « Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hom­bres ». Confesar que el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura pene­trar toda situación humana y todos los vínculos sociales: « El Espíritu Santo posee una inventiva infinita, propia de una mente divina, que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, in­cluso los más complejos e impenetrables ».La evangelización procura cooperar también con esa acción liberadora del Espíritu. El misterio mismo de la Trinidad nos recuerda que fuimos hechos a imagen de esa comunión divina, por lo cual no podemos realizarnos ni salvarnos solos. (178)

De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad. (186)

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicado el In Francisco - iniciativas y gestos

Evangelii Gaudium en frases

org. La ‘Evangelii Gaudium’ (La alegría del Evangelio) perfiela la Iglesia que quiere el Papa Francisco. Se trata de una exhortación apostólica que el Papa ha escrito como colofón a la reunión que en octubre de 2012 los obispos de todo el mundo celebraron en el Vaticano para discutir sobre cómo anunciar el Evangelio en el mundo actual. La dulce y confortadora alegría de evangelizar”. Así titula el Papa en el prefacio de su Exhortación, la misión y el anuncio de la Evangelización. “El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás”. A continuación 10 citas clave del primer gran documento de su autoría como pontífice, elegidos desde la perspectiva del Mensaje 2014.

(más…)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *