Publicado el 2018-10-15 In Abusos, Iglesia - Francisco - Movimientos

Dolor, vergüenza y compromiso

Abusos sexuales – ¿y ahora qué?, P. Pedro Kühlcke •

El evangelio de hoy[1] nos presenta un contraste muy fuerte: Por un lado están Pedro y los otros apóstoles, que lo dejaron todo y le han seguido a Jesús – ellos recibieron la promesa del ciento por uno y la vida eterna. Por el otro lado está el “hombre rico”, sin nombre: prefirió sus bienes materiales antes que seguirlo a Jesús – se quedó solo con su tristeza.

Un contraste parecido, quizás más fuerte todavía, lo vivimos en estos días: Hoy el Papa Francisco canonizó a 7 personas, ejemplos preclaros de santidad en diversos órdenes de vida[2]. Entre ellos a Mons. Oscar Romero: un obispo que dejó todo para seguirlo a Jesús y servir a los más necesitados, hasta entregar la propia vida.

Por el otro lado, anteayer el Papa Francisco tuvo que decretar la dimisión del estado clerical – la pena más fuerte para un ministro ordenado – de dos obispos chilenos, por abusos sexuales en menores de edad. Uno de ellos, Francisco José Cox, es de mi comunidad, y me llena de tristeza, dolor y vergüenza. Tristeza y dolor pensando en las víctimas – ¿cuánto habrán tenido que sufrir?, ¿cuánto tiempo pasó hasta que se “hizo justicia”, si es que se lo puede llamar así? Vergüenza pensando en el victimario, un obispo: prefirió seguir sus instintos desviados y causar mucho daño, antes que seguirlo a Jesús… ¿No deberíamos justamente nosotros, los consagrados, con todas nuestras limitaciones y pecados, ser ejemplos de seguimiento radical de Cristo?

El P. Juan Pablo Catoggio, nuestro superior general, ayer mismo escribió una carta a toda la Familia de Schoenstatt, donde expresa:

“Querida Familia de Schoenstatt,

Hoy se ha dado a conocer que el Papa Francisco ha decretado la dimisión del estado clerical de Francisco José Cox Huneeus, arzobispo emérito de La Serena. Los abusos sexuales contra menores de edad denunciados en los últimos meses, fueron investigados por la Congregación para la Doctrina de la Fe y llevaron a esta sanción…

Recibimos esta noticia, con mucha vergüenza por el daño ocasionado a las víctimas. Solidarizamos con ellas y su profundo sufrimiento. Hoy más que nunca, deploramos todo acto de abuso que ofende la dignidad de las personas.

Apoyamos irrestrictamente esta decisión en justicia y verdad, por el bien de toda la Iglesia. Reafirmamos nuestra firme disposición a colaborar con la justicia ordinaria en todo lo que sea pertinente…

La verdad nos duele, pero nos hace libres. El camino de la verdad y la humildad nos lleva a una profunda conversión y a vivir más fielmente nuestra Alianza de amor. Recemos por las víctimas de entonces y por todos los que sufren de una u otra manera por todo esto.”

En el año 2010 había predicado en el Santuario Joven sobre este mismo tema[3], y en ese entonces ya había dicho que es importante confrontarnos con el tema de los sacerdotes que abusaron de menores, y todo lo que esto conlleva.

En primer lugar no podemos dejar de aclarar que cualquiera que abusa sexualmente de un menor está cometiendo un pecado muy grave. El 6° mandamiento habla claramente del buen y mal uso de nuestra sexualidad; pero este caso es todavía más grave que otros, porque se trata de menores de edad, personas indefensas que muchas veces ni siquiera tienen la posibilidad de decir algo al respecto. Es un pecado muy grave a los ojos de Dios, y es un crimen que tiene que someterse a la justicia civil, sin tapujos ni excusas[4]. Nos llena a todos los católicos de profundo dolor, de mucha vergüenza y  también de mucha desilusión, especialmente cuando es cometido por sacerdotes y religiosos.

El Papa Francisco es claro y radical en su lucha contra este terrible flagelo que mancha a toda nuestra Iglesia, y especialmente a los consagrados – así lo vemos con estas dimisiones. Ayer leíamos que pidió perdón a jóvenes españoles que están en Roma en el marco del sínodo:

“En primer lugar, les quiero pedir perdón por los escándalos que ocurren dentro de la Iglesia, no solo los escándalos de abusos, escándalos de mundanidad, de apego a valores que no son evangélicos, de incoherencia de vida. Ustedes ven eso y dicen yo me hago ateo…Perdón por escandalizarlos. Siento dolor por esto y pienso en los errores de nosotros, los pastores. No los aparten de Jesucristo, que es la única fuente de felicidad.”[5]

Ya el Papa Benedicto XVI, en el año 2010, había escrito una carta a los católicos irlandeses sobre este tema. Es una carta muy clara y sincera. El Papa usa expresiones muy fuertes, cuando les habla directamente a los sacerdotes y religiosos que han abusado de niños:

“Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos. Habéis perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros hermanos sacerdotes o religiosos. … Os exhorto a examinar vuestra conciencia, a asumir la responsabilidad de los pecados que habéis cometido y a expresar con humildad vuestro pesar. … Al mismo tiempo, la justicia de Dios nos pide dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada.”[6]

Yo, personalmente y en nombre de mi comunidad, humildemente quiero pedir perdón por nuestra falta de testimonio auténtico, y quiero pedir perdón especialmente a todas las víctimas que de una u otra forma sufrieron graves daños por culpa de miembros de mi comunidad.

También, personalmente y como superior de los Padres de Schoenstatt en el Paraguay, me comprometo a mí y a mi comunidad a hacer todo para que los espacios donde actuamos – sea en las ramas juveniles del Movimiento, sea en nuestros proyectos sociales, o donde sea – sean espacios seguros y protegidos donde todos, especialmente los menores de edad y las personas vulnerables, sean respetados en su dignidad y derechos. Implementamos el “Protocolo de prevención de abusos sexuales contra menores de edad”, de la Conferencia episcopal paraguaya[7], y queremos ayudar a mitigar todo el dolor causado.

Frente a todo esto, ¿qué actitudes podemos asumir? Les quiero proponer algunas.

En primer lugar les quiero pedir que sean más críticos con nosotros los sacerdotes, que se animen a acercarse a nosotros y decirnos si algo no les parece correcto. Aquí en el Paraguay todavía está muy arraigada la cultura del “pa’íma he’i”[8] – al sacerdote no se lo critica, no se le discute. El P. Kentenich, el fundador de Schoenstatt, nos enseñó con su testimonio de vida el valor de una auténtica crítica constructiva: franca y sincera, respetuosa, siempre de frente y nunca por detrás. Por favor anímense a decirnos las cosas de frente. ¿Cómo lo vamos a tomar? Algunos bien, otros no tanto. Y si realmente no los escuchan, entonces – si el asunto lo amerita – vayan a hablar con el superior correspondiente, con el obispo. ¡No se callen, si son asuntos serios! Ayúdennos para cada día poder convertirnos y crecer en el seguimiento de Cristo.

Por otro lado les quiero pedir también mucha oración y solidaridad. Ninguna vocación es fácil, si se trata de vivirla auténticamente, ni la matrimonial, ni la consagrada, tampoco la sacerdotal. Los sacerdotes estamos especialmente expuestos, tenemos una responsabilidad especial de hacerle presente a Cristo, y sin embargo somos simplemente personas humanas con toda nuestra carga de pecado original y limitaciones personales. Por eso necesitamos mucha oración, mucha cercanía, especialmente aquellos sacerdotes que están más solos. Y en este momento quién más necesita de nuestra oración es nuestro Papa Francisco: él mismo nos pidió que durante todo el mes de octubre ofrezcamos un rosario diario por la Iglesia. Quizás esta situación también nos mueva a orar con más insistencia por abundantes y sobre todo santas vocaciones sacerdotales.

Frente a los niños y jóvenes creo que es muy importante que como toda educación, también la educación sexual tiene que partir del propio hogar, de los propios padres. ¡No dejen estos temas tan decisivos en manos de la escuela, de Internet o de la calle! La vergüenza o el tabú son los peores consejeros. ¡Padres y madres, hablen de estos temas con sus hijos antes de que se enteren por afuera; enséñenles a defenderse y anímenlos a hablar! Si una niña o un niño se acerca a su mamá o a su papá y le dice: “Con tal persona me siento incómodo, raro”, tómenlo en serio, no le digan: “¡No digas tonterías!”, porque posiblemente es algo serio. Recuerden que la mayor parte de casos de abuso de menores sucede en el entorno del propio hogar.

Frente a nuestra fe y a nuestra Iglesia quizás nos cuestionamos: “¿Para qué seguir creyendo, para qué seguir estando en una Iglesia tan pecadora?” Tendremos que recordar que ya entre los mismos doce apóstoles hubo un Judas que lo traicionó a Jesús. Siempre hubo y sigue habiendo traidores, pero la Iglesia sigue siendo signo y presencia de Cristo. En la Iglesia hubo y hay obispos, sacerdotes, religiosos y laicos criminales y abusadores, pero también hubo y sigue habiendo muchos santos como los siete que fueron canonizados hoy en el Vaticano.

Que por intercesión del santo obispo Oscar Romero, de San Roque Gonzáles y de la beata María Felicia, Chiquitunga, nuestra Iglesia en el Paraguay y en el mundo entero, y nuestro movimiento de Schoenstatt reflejen cada vez mejor la radicalidad en el seguimiento de Cristo de los apóstoles y de los santos.

 

P. Pedro Kühlcke, Homilía 14/10/2018, Tupãrenda

 

[1]    Domingo XXVIII B, Mc 10, 17-30
[2]    https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2018-10/papa-francisco-santa-misa-canonizacion-santos.html
[3]    Homilía del 18 de abril de 2010.
[4]    Cfr. http://www.zenit.org/article-35189?l=spanish
[5]    https://es.aleteia.org/2018/10/13/el-papa-pide-perdon-por-los-escandalos-a-grupo-de-jovenes-espanoles/
[6]    Benedicto XVI, Carta pastoral  a los católicos de Irlanda, 19 marzo 2010; Nº 7: A los sacerdotes y religiosos que han abusado de niños. Cfr. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/letters/2010/documents/hf_ben-xvi_let_20100319_church-ireland_sp.html
[7]    http://episcopal.org.py/protocolo/protocolo.pdf
[8]    Expresión en guaraní, en el sentido de: el sacerdote ya habló, se acabó la discusión.

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3 Responses

  1. HMA - Argentina dice:

    ¡Cuánto resentimiento y amargura hay en este triste comentario! Y cuanta injusticia y falta de veracidad. Los Padres de Schoenstatt no encubrieron este delito. Estuvieron en permanente comunicación con las autoridades de la Santa Sede, que les pidieron que recibieran en una de sus casas al ex obispo Cox. Lea atentamente los comunicados del Instituto de los Padres, deje de lado su soberbia y pida perdón al Señor por todas NUESTRAS ofensas…

  2. Milene Palma dice:

    No actuaron a tiempo, donde esta vuestra veracidad.Enmudecieron y protegieron.Sabían de los abusos y no hicieron absolutamente nada, esperaron a que reventara la bomba y omo no les quedó, contestaron.No hay compromiso, no existe, no es el movimiento del Padre kentenixh.Son un grupo de la elite consagradoa a ustedes mismos.
    Verguenza por ustedes, Cox los representa perfectamente.
    Mi madre es del Movimiento, yo y mus hermanas fuimos del movimiento.Hoy veo con claridad que la religión aparta a las personas de la realidad, las vuelve indolente y evasivas. Son un grupo contestatario y cobarde.

    • HMA - Argentina dice:

      Triste declaración de amargura y resentimiento, muy injusta. Los problemas con la militancia de su madre tiene que resolverlos personalmente. Los Padres de Schoenstatt llevaron este caso HACE AÑOS a la congregación para la doctrina de la fe, que les pidió que alojaran al entonces obispo Cox. Averigüe la verdad antes de ofendernos a todos.

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