Publicado el 2016-11-12 In Iglesia - Francisco - Movimientos

Chofer de la Madre Teresa por un rato…

CHILE, P. Carlos Cox •

madre-teresa-2La segunda visita de la Madre Teresa de Calcuta a Chile se realizó ente el 12 y 15 de septiembre de 1982 y me correspondió ser su chofer en el traslado hacia el encuentro con los jóvenes. En ese entonces, yo era un joven sacerdote y me desempeñaba como Secretario adjunto de la Misión Joven en la Arquidiócesis de Santiago. En ese viaje en la “Liebre VW”, me tocó ser testigo de una historia que refleja la mirada humanizadora de la Madre Teresa a las personas.

Al llegar a buscarla en la Casa de las Hermanas en el sector de Estación Central, se me acercó una periodista que la quería entrevistar por la “Cover Story” de una revista importante de la época.

Me propuso acompañarme en el viaje y hacerle la entrevista durante ese tiempo. Le dije que no dependía de mí y que iba a preguntar. Le pregunté y ella me dijo que ningún problema.

Al partir, la periodista se sentó en el asiento delantero.

Cuando íbamos partiendo, la Madre Teresa, con una suave voz me preguntó si podíamos rezar el rosario. ¡Por supuesto!, le respondí. La periodista me miró con cara de “no muy contenta”.

La oración y los cantos concluyeron poco antes de llegar al lugar (Gimnasio del Colegio Academia de Humanidades en Recoleta). Inmediatamente, la periodista se dio vuelta, echó a andar su grabadora y le preguntó sobre su opinión por Chile, su pobreza, su régimen político, etc… La Madre Teresa la miró a los ojos y le dijo:

– ¿Usted es casada?

– Si, respondió con titubeos la periodista.

– ¡Dígame! ¿Usted tiene hijos?

– Sí, le dijo y sus nombres son…

En ese momento “desapareció la periodista y surgió la mamá” y comenzó a contarle de ellos. Cuando estaban en eso, arribamos al lugar, me detuve y la periodista me dice: “¿Padre, tiene algo para que ella me escriba unas palabras? Le entregué una libreta y un lápiz de pasta. Le escribió unas palabras y la Madre Teresa se despidió amablemente y se bajó. Yo quedé con la periodista, quien me dijo: “¡Gracias, Padre!, el artículo lo escribiré con material de archivo”… Y partió a cubrir el evento.

Al regreso, cuando me iba a subir al auto, la Madre Teresa, que ya había entrado a la casa, vuelve y me dice: “Padre, ahora que me acuerdo, usted es hermano de la señorita que me tradujo. Se me olvidó despedirme de ella. Déle las gracias”.

Tenía a mano un Nuevo Testamento y se me ocurrió pedirle que me escribiera algo que tengo guardado como hueso santo: “Querido P. Carlos, sé completamente sólo para Jesús. Muéstrales a los demás sólo a Jesús. Dios lo bendiga. Madre Teresa”.

Así le habló a los jóvenes en Chile, el 15 de septiembre de 1982:

“Leemos en la Escritura que Dios tanto amó al mundo que dio su Hijo a María, la más pura. Al venir Jesús, María quedó llena de gracia, colmada de Cristo. Y ella, al recibir a Jesús –aquel fue el día de su Primera Comunión–, salió a entregarlo a los otros. ¿Para qué fue a casa de Isabel? Ella fue para ser servidora, para servir. Y ocurrió algo extraordinario, el pequeño esperado en el vientre de Isabel, saltó de alegría. Es extraordinario que Dios haya escogido un niño aún no nacido para proclamar la presencia de Cristo. Hoy, la criatura que va a nacer es indeseada, no querida, despreciada, abortada, asesinada por su propia madre. Sin embargo, Dios habla de esa criatura y dice: ‘Aunque una madre pueda olvidar a su hijo, yo no te olvidaré, yo te tengo grabado en la palma de mi mano. Te he llamado por tu nombre, tú eres mío’. Las aguas no te ahogarán, el fuego no te quemará. Tú eres lo más preciado para Mí, yo te amo…”.

 

Fuente: Revista «Vínculo», Chile, Octubre de 2016

 

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