Para mi familia… y para todo mi barrio

ARGENTINA, Maria Fischer •

“Me llamo Miguel”, dijo mi nuevo amigo, de apenas 10 años, con una sonrisa tímida. Estábamos frente del Santuario de Sion en Florencio Varela, junto a un gran grupo de niños, acompañados por voluntarios y orientadoras. Minutos antes, encontré a Miguel mirando con tristeza al papelito en sus manos. Claudia Casares y Gabriela Sarquis habían animado a los niños a escribir sus alegrías y sus inquietudes para ofrecerlas a la Mater en el santuario. “¿No sabes qué escribir?”, pregunté a Miguel. Con ojos llenos de lágrimas me contestó: “No… No sé escribir”. “Entonces puedes hacer un dibujo”, le dije. “María lo entiende”. —

“Voy a dibujar a mi hermanito”, me dijo. “Está tan enfermo”. Hablamos de confiar, de poner al hermanito y toda la angustia al gran corazón de María. ¿Y que mas pides a nuestra madre? “Paz”, dijo Miguel. “Pero no se cómo dibujar la paz…”. Yo tampoco, pensé, y mirando al entorno en pleno esplendor de la primavera, le dije: “Puedes pintar una flor…”. Dicho y hecho. “Ahora lo puedes entregar a María, en la tinaja. Y para ella y para Jesús es un super gran regalo. Habrá baile de alegría en el cielo por este regalo tuyo”. El pequeño no quiso esperar ni un minuto más. Juntos, fuimos hacia el santuario. “¿Bailarán de alegría?” “Si, y ahora viene lo genial: en la mano de Maria, tu regalo se hace una gran corriente de alegría y paz para vos, para tu familia y para mucha gente más.” Eso de mucha gente no lo entendió. “Para todo tu barrio”. Ahora la cara de Miguel se convirtió en una gran sonrisa. “¡Para todo mi barrio!” Para todo el barrio y más allá… mucho más allá.

Casa del Niño – peregrinación al santuario de Sion

Cuando los niños peregrinan al santuario

Es el 7 de noviembre, un día soleado y caluroso, en vísperas del mes de María. Es el día de la peregrinación de los niños mas grandes de la Casa del Niño P. José Kentenich, en el barrio San Nicolas, al Santuario de Sion. Peregrinamos, con el “equipo de los martes”, el Dr. Oscar Repetto, Claudia Casares y Gabriela Sarquis, junto a las orientadoras, con ambos turnos de niños hasta el santuario. Unos 200 m por la calle, después pasamos el portón, seguimos por el terreno grande lleno de árboles, pasando por la Capilla San José recién inaugurada.

En la mañana, fueron menos niños, así que todos pudieron entrar al Santuario. “Es la misma María que tenemos en la ermita”, me dijo una niña. Sí, es la misma. Y como desde la ermita, ella cuida desde este santuario a todos los 300 niños de este barrio pobre que, de lunes a viernes, están en la Casa del Niño, donde reciben comida rica y sana, atención médica, ayuda escolar, catequesis, donde pueden pintar, jugar, cantar y crecer en un clima de amor y atención.

En un lenguaje sencillo, Gabriela les explica lo que se ve en el santuario, y despues Claudia los anima a rezar un misterio del rosario. El momento culminante si embargo es cuando recibieron papelitos y lápices para escribir sus anhelos, inquietudes, pedidos, dolores para hacerle regalos de amor a María.

Casa del Niño – peregrinación al santuario de Sion

La tinaja no puede contener tanto amor

Uno tras el otro, se acercaron al altar para poner sus papelitos doblados en la tinaja. Una niña habla con Oscar. “Quiero que mi papá pronto salga de la cárcel”, le dijo. “¿Lo puedo escribir?” Pero por supuesto, y que no vuelva más a ir a la cárcel, ¿sí? Cuánta pobreza, cuánto dolor, cuánta confianza, cuánto amor estaba llenando la pequeña tinaja esta mañana. Cuánto capital de gracias que María, la Reina de Sion, puede ofrecer a su Hijo Jesús para este barrio y más allá. Los santuarios de Schoenstatt viven del amor de sus visitantes, escribió, hace años, un periodista alemán. Este santuario también vive del amor de estos pequeños visitantes, estos niños… que siempre (y con razón) entendemos como los pobres de nuestro amor y solidaridad. Pero con todo lo que este día entregaron, aportan a la vida de este santuario, de todos los santuarios. ¿Cómo no sentirme pobre y beneficiada al mirar a las caras de estos niños?

¿Qué sienten ahora?, les pregunta Gabriela: Paz, dice una niña, alivio, alegría…

Juntos, y realmente como aliados, nos entregábamos a Maria: Oh Señora mía… Realmente, la tinaja no puede contener tanto amor.

Casa del Niño – peregrinación al santuario de Sion

Una gran bendición

En la tarde, fuimos con el segundo grupo, y son mucho más niños. No entran en el santuario, por eso Gabriela abrió la puerta, para que todos puedan mirar hacia dentro, mientras los niños se sentaban en el suelo delante del santuario.

Qué gesto sencillo: una de las orientadoras sacó un spray antimosquitos de su bolso, y salvó a los niños de los mosquitos hambrientos… Caridad concreta.

Como en la mañana, se les explicó lo que se ve en el Santuario, y después, se los invitó a escribir pedidos, anhelos, regalos en papelitos y entregarlos a la tinaja. O a dibujar, como lo hizo Miguel.

Para gran alegría de todos, apareció el P. José María Iturrería, terminando su breve catequesis con una gran bendición para todos.

Capital de gracias

¿Pueden los niños sellar la Alianza de Amor?

“Lo que la Mater nos ofrece en el santuario, lo llamamos Alianza de Amor”, dijo Gabriela. “Los mayores aquí la tenemos… Y tal vez, algún día…”. Pronto. ¿Pueden los niños sellar la Alianza de Amor?

Una pregunta que ya pronto después de la Primera Guerra Mundial surgió en la generación fundadora de Schoenstatt, y llegó al P. Kentenich.

¿Pueden los niños amar a María?

¿Pueden los niños mostrarle este amor con hechos?

¿Pueden los niños llevar el amor de María a sus compañeros y sus familias?

Entonces, dijo el P. Kentenich, sí.

Los niños que esta tarde estaban rodeando el santuario, lo pueden. En verdad, siento que ya tienen la Alianza de Amor.

Casa del Niño – peregrinación al santuario de Sion

Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas

“Es fácil, hablando de los pobres, caer en la retórica. También es una tentación insidiosa la de quedarse en las estadísticas y en los números. Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno de ellos”, leemos en el mensaje del papa Francisco para la Jornada de los Pobres el 19 de noviembre.

Mientras que volvíamos por el gran terreno y por las calles del barrio hacia la Casa del Niño, agradecí, silenciosamente, a los voluntarios, por llevarme una vez más al encuentro con estos niños. Todos tienen nombres – aunque solo conozco algunos: Owen, Erick, Miguel, Ramiro, Vicky, Céline…-, todos tienen rostros, historias, corazones, almas.

Todos vienen de situaciones vulnerables. Algunos de ellos, ojalá que muchos, van a poder salir del círculo vicioso de pobreza, delincuencia y falta de educación. Pero cada uno, de esto estoy segura, cada uno va a tener en su alma el recuerdo de momentos de sol, de alegría y de amor recibido por María y sus instrumentos; recuerdos que, con la gracia del Señor, les ayudarán a superar los momentos más oscuros del dolor. Pues como dicen las letras en el santuario: un hijo de María nunca se perderá. Pues ella nunca más los dejará.

Casa del Niño – peregrinación al santuario de Sion

La Casa del Niño Padre José Kentenich es un hogar de día para niños de 4 a 13 años situada en el barrio San Nicolás de Florencio Varela. En este hogar buscamos que los niños puedan crecer en un ambiente sano, lleno de amor, confianza y, sobre todo, esperanza. Los cerca de 300 niños que alberga la casa aprenden valores nobles para que puedan encontrar su camino en la vida de una manera sana, alejados de los peligros de la calle.

Casa del Niño – peregrinación al santuario de Sion