ECUADOR, P. Rafael Amaya / Juan Barbosa •
El Santuario de Schoenstatt de Quito, en Ecuador, continúa siendo una fuente de caridad desde hace ya dos años y que no se ha interrumpido ni en los tiempos más difíciles. Las “bolsas de la caridad” se siguen entregando y forman parte de un gesto solidario con los más necesitados del barrio circundante al Santuario. —
Una ordenada fila y un encuentro entre hermanos
Este apostolado que fue abrazado con mucha dedicación y constancia permite el encuentro de integrantes de la Familia con aquellos que atraviesan situaciones de necesidad y que periódicamente forman una fila en el ingreso al predio. Una bolsa con distintas especies de la canasta hogareña representa un paliativo, pero, además, un motivo de encuentro entre hermanos. El gesto de agradecimiento de quien la recibe, junto al de bendición y alegría de quien la entrega, se unen en una resultante creadora que indica lo que tantas veces nos dice nuestro Papa Francisco: “Nadie se salva solo”.
Una cita puntual y bendecida
María, que siempre salió al encuentro de los necesitados (recordemos la visita a su prima para ayudarla con su embarazo, también su intercesión cuando en Caná faltaba el vino, cuando los apóstoles estaban solos, etc.) lo hace desde el Santuario de Quito por intermedio de sus instrumentos para llegar a sus hijos amados brindando un pequeño pero significativo consuelo.
Muchas gotas… ¡Llenan un mar!
Parafraseando a Santa Teresa de Calcuta, podemos pensar que cada uno de nosotros pueda aportar una gota…Su gota. Las gotas son diferentes, pero todas conforman un TODO.
Pensemos que estar allí para entregar los donativos es una gota. Pero también lo es el acercar algunos donativos para que se embolsen y luego se distribuyan. Otra gota podría ser el conseguir corazones solidarios que se comprometan mensualmente con su aporte, ya sea económico o en mercadería.
¡Ayudemos a esta Obra con “nuestra gota”! Por pequeña que sea, sumada a otras… ¡Puede ser un mar para muchas familias!
