COSTA RICA, Tatiana López •

 Llegó marzo, un mes de gran significado para Costa Rica. El día 19 se esperaba con gran ilusión, porque se celebraría el aniversario de la bendición de nuestro santuario Familia de Esperanza. Todo iba transcurriendo de una forma relativamente normal y los preparativos para este gran día continuaban. Desde el viejo mundo nos llegaban noticias de que Milán sufría el contagio de un virus que provenía de China, y a la vez nos comunicaban que Madrid tenía sus primeras víctimas.  Estos acontecimientos parecían muy lejanos.—

Al iniciar la segunda semana del mes todo empezó a cambiar.  Para el 19 ya se habían suspendido las actividades públicas en el santuario. Se emitieron las primeras recomendaciones oficiales, que alertaban sobre la importancia de un constante lavado de manos y uso de alcohol en gel.   Por primera vez, en un país donde los saludos son de besos, abrazos y quedarse sostenidos uno del otro, nos dijeron que debíamos empezar a saludarnos de manera distanciada. Para todos fue una amputación de la expresión, pero cedimos por la esperanza de no contagiarnos de este virus.

Poco a poco veíamos la tormenta del virus aproximarse. Los nubarrones avanzaban.  Para resguardar al país, las autoridades gubernamentales dictaron medidas restrictivas que repercutirían en la economía del país:  cierre de fronteras y cierre de negocios, que traerían la consecuencia social de un despido masivo de los trabajadores.

La necesidad de buscar al hermano que sufre

Las fibras sensibles despertaron en nuestros corazones.  La necesidad de ir a buscar al hermano que sufre, especialmente al que ha recibido la noticia de que mañana no tendrá empleo.  Aún no había medidas concretas de ayuda por parte del gobierno o movimientos, pero la Familia de Schoenstatt inició una campaña de solidaridad y esperanza. En cuanto se recaudaron los primeros suministros, tocamos las puertas de las pastorales sociales de las iglesias.  Nos recibieron sorprendidos, todavía en estado de shock, porque abruptamente nuestro estilo de vida había adoptado el lema “quédate en casa”.  Agradecidos porque llegábamos sin haber sido convocados, de inmediato empezamos a llevar esperanza y amor a los desamparados y afectados directamente por los azotes del COVID-19.  Las familias recibían la comida de un mes para sus mesas y todo nuestro apoyo para por lo menos tener sustento dos meses más o el tiempo necesario para estabilizar su condición económica.

Schoenstatt, ¿qué haces tú para las parroquias en las que estás?

Nuestras fuerzas se han concentrado especialmente en las comunidades y parroquias a las que pertenecemos como movimiento:  La parroquia Juan Pablo Segundo de Dulce Nombre de Tres Ríos, que es a la que pertenece la ermita de Schoenstatt de La Unión, así como la parroquia de Curridabat, que abriga la casa sede del Este y la comunidad de Santa Ana, que es a la que pertenece el santuario nacional Familia de Esperanza.

Con la generosidad de tantas personas que apoyaban, y continúan apoyando, incondicionalmente la campaña que llamamos “un diario de esperanza”, hemos llevado hasta hoy, 23 de mayo, 73 diarios a estas comunidades. La seriedad y confiabilidad que inspiramos han atraído a diferentes productores que nos han contactado porque necesitan tener la certeza de que sus donaciones llegarán a los más necesitados.  Esta confianza nos ha permitido entregar 550 kilos de verduras y frutas como chile dulce, tomate, naranjas, piñas y chayotes a más de 400 familias.

María Ayuda de Costa Rica

Se ha procurado, además, ayudar con un ingreso adicional que a la vez pone un sello de la comunidad.  Las bolsas en las que se entregan los diarios son cosidas por una vecina de Dulce Nombre.  Conforme se ha avanzado en la campaña, las directrices gubernamentales han ido cambiando y será necesario utilizar más frecuentemente el cubrebocas. Esto ha llevado a otra vecina a confeccionarlos y los estamos incluyendo dentro de los diarios en lo que llamamos “pequeño kit de protección”.    Este consta de una botella de alcohol gel y el cubrebocas, junto con instrucciones impresas para hacer un correcto uso de este.

María Ayuda, con su participación, ha procurado hacer vida aquella escena en Caná, cuando María le dice a Jesús que les falta el vino y Jesús manda a llenar las tinajas con agua.  Hoy, muchas familias viven carencias. Jesús nos mira y nos pide que llenemos las tinajas con nuestra creatividad, aportes económicos, tiempo, y oraciones, y así lo hemos hecho.  Así como al llegar a manos del maestresala el agua se había convertido en vino, nosotros tenemos la certeza de que en nuestro camino los diarios que entregamos los convertirá Jesús en un abrazo de esperanza y amor para quienes los reciben.  Estas familias leerán el mensaje que cada diario lleva y sentirán con convicción sus palabras: “Todo va a estar bien”.  Porque Jesús cuida a sus hermanos y la Madre a sus hijos.

El Schoenstatt de un santo social

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