Publicado el 2017-04-14 In Misiones

Encuentro con Jesús en las Misiones Universitarias Católicas

PARAGUAY, Sebastián Denis •

Desde el Martes Santo, más de mil misioneros de todo el Paraguay, y algunos también llegados desde países amigos, nos encontramos en una locura de amor que se llaman Misiones Universitarias Católicas (MUC). Entre ellos, muchos son miembros de nuestra Familia de Schoenstatt que, movidos con el envió misionero del Papa Francisco para los próximos 100 años, hacen viva la frase Schoenstatt en salida y lo hacen motivados por la gracia del envío apostólico que la Mater da desde todos los santuarios de Schoenstatt y en este caso desde los tres Santuarios de la Nación de Dios.

El martes, todos con el corazón alegre veían como Dios nos enviaba al pueblo donde necesitaban nuestros dones, y así uno a uno iba tomando la pulsera del color que le correspondía según el pueblo al que había sido asignado.

Tierra de María

A algunos el hilo de la alianza nos trajo a la tierra de Tupãsy Caacupé (Virgen de Caacupé) al Departamento de Cordillera.

La recepción en la escuela, a cargo de los jefes de la Misión (llamados abuelos, papas y tíos), es especial y marca el inicio de los días más importantes del año. Los abuelos son los jefes generales, los papás los jefes de los grupos, y los tíos son los responsables de Espiritualidad y Servicio.

El miércoles comenzaron las actividades con el primer impulso donde los misioneros son enviados por familias de misión a diferentes compañías del pueblo cabecera.

Allí llevan las Palabra y el evangelio acompañados por la Imagen de la Gran Misionera, que sale de su Santuario al encuentro con sus hijos más pequeños.

Por la tarde, se realizan los talleres de formación y compartir, tanto con  adultos, jóvenes y niños.

A la noche, todos rezamos y se culmina con un momento de oración profunda en la capilla.

Desde esos momentos, ya los misioneros ven cómo el Espíritu Santo es el que habla y obra a través nuestro, los instrumentos de nuestra Madre por medio de nuestra Alianza.

Una misión especial

Por la gracia de Dios soy ministro extraordinario de la Eucaristía, por lo que Jesús me tenía una misión especial y diferente.

Cuando me alistaba para salir con mi familia de misión, los «abuelos» del pueblo me pidieron si, en lugar de ir a misionar con mi grupo, podría ir a dos de las compañías más lejanas a llevar la comunión a unos enfermos y ancianos, a lo que no pude negarme. Era Jesús mismo el que me enviaba, pero a la vez me esperaba en las casas de techo de paja donde reina la Patria como dice una canción.

Lavado de pies

Así fuimos con los misioneros llevando el milagro de amor a corazones que lo esperaban. Llegamos a la casa de Ña Limpia y Don Benito, donde fuimos recibidos por su familia. Él ciego y ella casi sorda, nos dieron testimonio de que, a pesar de todo, el amor prevalece y el matrimonio es para siempre. Allí Carolina y Karimi tuvieron el impulso de lavarle también los pies a ellos, una tradición dentro de las MUC, donde movidos por el don de la humildad y el amor, también se repite el mismo gesto del día de hoy.

Es una alegría especial poder llevar a Jesús justamente hoy, Jueves Santo, en que Él decide quedarse para siempre con nosotros.

Visitamos dos casas más para llegar finalmente a la casa de Ña Nicanora, quien a sus 98 años lúcida y con mucha fuerza, agradecía que Jesús fuera a su casa y la Mater la visitara, Ella que es inmaculada, como ella nos dijo.

Finalmente en cada casa pedíamos la bendición a los abuelitos, una tradición muy arraigada en nuestro país.

Convencidos que Él nos envía y que llevamos con nosotros tres colores admirables, continuamos en esta misión porque ha llegado la hora de su Amor.

www.muc.org.py/

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