Publicado el 2012-07-26 In schoenstattianos

Su entusiasmo era comparable al de Joao Pozzobon: Coco Ricciardi

ARGENTINA, Osvaldo Banille/org. El 19 de julio del 2012 ha partido a la casa del Padre uno de los “grandes” de Schoenstatt en Mendoza y más allá: Coco Ricciardi. Hablando en tono de amigos, diríamos «un gran tipo»; hablando como cristianos, diríamos un «apóstol infatigable»; que en cada lugar que estaba, junto a su esposa Iris, hablaba de las cosas de Dios y atraía gente a la Iglesia. Su gran amor y misión de la vida fue la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina; su perfil era “misionero” hasta la medula. A las puertas del año de la corriente misionera, que muchos consideran la corriente singular del 2014 que nos lleve al Schoenstatt del segundo siglo de su existencia para ser un Schoenstatt misionero, Coco Ricciardi aumenta, ciertamente e incansablemente como durante toda su vida, el equipo de intercesión, peregrinando con toda la Familia.

Lo  vimos evangelizar en talleres mecánicos cuando con su camioneta vendía herramientas; lo hacía con los clientes en su despensa; en las épocas de crisis económicas trabajaba recogiendo y vendiendo botellas de vidrio y adoctrinaba jóvenes en las primeras salas de video juegos. Aún en sus pesares económicos no dejaba de atraer gente al reino del Padre.

Una vida misionera

Con Iris fueron  portadores de un  grupo de la Obra familiar al comienzo de los años 80.  “Como no teníamos familia en Mendoza, ellos hacían de abuelos de nuestros hijos cuando un nuevo parto o una enfermedad de Mary lo requería”, cuentan los Banille. Fueron Jefes de la Obra de Familias; durante muchos años realizaron una gran tarea como Coordinadores de la Campaña del Rosario, su entusiasmo era comparable al de Joao Pozzobon. Trabajaron incansablemente por las obras del Salón y la Casa de Retiros del  Santuario de Mendoza. El 20 de enero de 2011 cumplieron sus  25 años de Federación con su  curso «Signo del Padre, alegres forjadores de familia».

Su Santuario Hogar tiene el titulo: Nazaret misionero. Lo dice todo.

Cuando su situación económica mejoró pudieron viajar, conocer Schoenstatt, hacer un crucero por Europa, y allí, donde quiera que sea «se charlaba» a los mozos, a los viajeros, al Capitán del barco, a quien sea.

En ese viaje del 2009,  charlaron durante horas en la entonces Oficina de Prensa de Schoenstatt sobre la Campaña, sobre las aventuras de misioneros viajando por lugares humildes y lejanos para llevar la peregrina y con ella las gracias del Santuario. Hablaron entre risas y lágrimas sobre las noches entre mosquitos y otros bichos, en camas de paja y con gente pobrísima que entendió el misterio de Schoenstatt al instante y mejor que muchos intelectuales, porque no dudaron sino que lo recibieron como regalo, con alegría y humildad. Se habló del 2014, de la corriente misionera, de proyectos y de limitaciones también. Aún frente a problemas grandes de salud y de trabas incomprensibles, siempre la conversación terminó con un: “¿Sabe las cosas que podríamos hacer?”.

Se fue un grande

Como dice Cecilia Cornacchia; se fue «un grande». El Señor dispuso para él la mortificación de su penosa enfermedad y él asumió su radio y quimioterapia con decisión. En el Sanatorio era todo al revés, él le alegraba la vida a las enfermeras que lo atendían. En todo este tiempo no cesó de rezar el Rosario por la Obra de Schoenstatt.

Adiós Coco, adiós querido amigo del alma, te digo chau antes que las lágrimas me impidan seguir escribiendo. Ahora te vamos a pedir que desde el cielo, junto a don Joao, a nuestro Padre Fundador y a nuestra querida Mater nos ilumines con tu ejemplo de vida. (ob)

Coco, compañero, misionero,  amigo, sigues peregrinando y misionando con nosotros. Ahora, desde el cielo, tienes todas las posibilidades. Tu alianza nuestra misión.  ¿Sabe las cosas que podemos hacer? (mf)

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Su entusiasmo era comparable al de Joao Pozzobon: Coco Ricciardi

ARGENTINA, Osvaldo Banille/org. El 19 de julio del 2012 ha partido a la casa del Padre uno de los “grandes” de Schoenstatt en Mendoza y más allá: Coco Ricciardi. Hablando en tono de amigos, diríamos «un gran tipo»; hablando como cristianos, diríamos un «apóstol infatigable»; que en cada lugar que estaba, junto a su esposa Iris, hablaba de las cosas de Dios y atraía gente a la Iglesia. Su gran amor y misión de la vida fue la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina; su perfil era “misionero” hasta la medula. A las puertas del año de la corriente misionera, que muchos consideran la corriente singular del 2014 que nos lleve al Schoenstatt del segundo siglo de su existencia para ser un Schoenstatt misionero, Coco Ricciardi aumenta, ciertamente e incansablemente como durante toda su vida, el equipo de intercesión, peregrinando con toda la Familia.

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