Publicado el 2011-03-21 In schoenstattianos

Encuentro con el Padre Fundador cuando niño

Frank Manson-Kullin with his wife HelenSUDÁFRICA, mev. En 1948 el Padre Kentenich visitó Sudáfrica por primera vez. Frank Manson-Kullin, que en ese momento era un niño, comparte su experiencia y lo que significó para él conocer al Padre. A pesar de muchas dificultades, el P. Kentenich llegó al aeropuerto de Johannesburgo en Sudáfrica hace sesenta y tres años y fue recibido por tres líderes de la Familia de las Hermanas de María de Schoenstatt y por el P. Peron, O.M.I.

 

Si consideramos que había sobrevivido casi cuatro años como prisionero de la Gestapo en uno de los campos de concentración en Dachau, no nos sorprende que al llegar haya dicho: «En realidad no debería estar aquí; si Nuestra Señora no hubiese intervenido, no estaría aquí. Se ocupó muy bien de mí».

The young Manson-Kullin family moved to Queenstown La familia del joven Manson – Kullin que se mudó de Ciudad del Cabo a Queenstown en 1926, con una hija, fue bienvenida a la comunidad Católica por Monseñor Vogel, responsable de la conversión del padre de la familia al catolicismo en 1929. La madre de Frank y la Hermana Editha – la primera Hermana de María de la Parroquia – se convirtieron en íntimas amigas.

Mater habebit curam

Cathcart Pioneer SistersEn 1947 Frank tuvo una experiencia que marcó su joven existencia: «Mi padre fue transferido a Witbank y se decidió que la familia se quedaría en la casa paterna con nuestra madre. Aunque para los padres fue muy difícil vivir en forma separada, priorizaron a los hijos al tomar esta decisión ya que no afectaría tanto la vida familiar. La Hna. Editha fue un gran apoyo, desempeñando un papel de contención como hermana de la parroquia, y le dio a mi madre una imagen de la MTA. La colgó en su dormitorio. Al despertarse a la mañana temprano estaba justo allí para ayudar a comenzar un nuevo día y también hasta última hora de la noche. La Hna. Editha le había transmitido un mensaje a mi madre del Fundador de Schoenstatt «Hija, no olvides a tu Madre». Ella estaba respondiendo al «Mater habebit curam» como expresión de su confianza incondicional en la alianza de amor. Esto la llevó hacia una profunda fe en la Divina Providencia y aprendí la oración de consagración a partir de sus oraciones diarias frente a nuestra imagen especial de la MTA en casa.

Después de decir adiós a mi padre a medida que el tren que lo transportaba desaparecía de la vista, volvimos caminando a casa en silencio y fuimos directamente a la imagen de Nuestra Señora. Allí se rompió el silencio y surgieron las preguntas: y ahora qué, no hay padre en casa, cómo se las va a arreglar, ¡y este niño tan pequeño! Visiblemente afligida, acudió a nuestra MTA en busca de ayuda y me puso a su cuidado: «Nunca pierdas tu fe, confía en Dios y en su Hijo Jesús, ellos, junto con Nuestra Señora, estarán siempre contigo». Eso fue el comienzo de algo que, aunque en su momento no fue totalmente comprendido, llegó a cobrar más sentido a medida que pasaron los años».

La llegada del Padre Kentenich

The parish church where Fr K said mass and where the Fr Symbol visit Mass of thanksgiving was celebtratedEn diciembre de ese año el P. Kentenich finalmente llegó a Sudáfrica y el 5 de enero de 1948 a Queenstown, su primera visita. Los días posteriores transcurrieron en los campos misioneros con Monseñor Rosenthal, (fue consagrado como Obispo el 23 de mayo de 1948). Después de presidir la Santa Misa, Monseñor Rosenthal me invitó a acompañarlos a él y al P. Kentenich a Cathcart al día siguiente, el 8 de enero de 1948.

Frank recuerda la impresión que le causó ver la reacción del P. Kentenich a la forma en la que fue recibido por los lugareños: «El fundador quedó profundamente conmovido por la generosidad de esta comunidad pobre y agradeció la inesperada bienvenida y sus hermosos regalos».

Le impactó mucho ver cómo el P. Kentenich podía darse tanta cuenta de las necesidades de la gente. Recuerda cómo en una ocasión el P. Kentenich daba una breve charla, teniendo en cuenta la ola de calor en el verano de Cathcart. Después de la charla el Padre se dirigió a la gente y dijo que tenía un regalo para ellos… ¡lluvia! «Resultó ser una lluvia de golosinas que tiró por el aire para que los niños las atraparan. Inmediatamente se produjo una alocada rebatiña y los que eran demasiado pequeños como para atrapar algo, se acercaron al Padre para recibir una golosina directamente de sus manos. Me pregunto ¡cuántos de estos niños viven hoy y qué recuerdan de ese día!».

El ideal de la Immaculata

Pioneer sisters working in the Queenstown Mission fieldsCada encuentro con el P. Kentenich fue muy enriquecedor. Frank recuerda dos episodios durante la celebración de la Santa Misa. El Padre explicó que, justo en el momento en que Nuestro Señor se ofrece al Padre Celestial desde la cruz, también él se ofrece a sí mismo a los fieles en la Santa Comunión, como alimento sacramental. El Padre invitó a que cada uno preparara una ofrenda para el Señor cada vez que recibiera la Santa Comunión, diciendo: «Por favor, recuerden, nunca vengan a la Santa Comunión con las manos vacías». Frank también recuerda: «En aquellos días el sacerdote daba la espalda a los fieles y la mayoría en la congregación no podía escuchar ni comprender el latín. Bueno, el Padre Kentenich nos sorprendió a todos; hasta las hermanas quedaron asombradas cuando se dio vuelta para leer la Epístola y el Evangelio en inglés, con voz clara, firme y fuerte de manera que pudiera oírse desde el fondo de la pequeña capilla. El Padre predicaba en alemán, de manera que con un traductor al inglés se requería más tiempo. Después el Padre se disculpó por no dirigirse a los presentes en su propio idioma».

Recuerda cómo bajo las indicaciones de la Hna. Editha organizaron una celebración en honor de la visita del P. Kentenich y el lema fue el «Hombre nuevo». Allí «El P. Kentenich captó mi atención al aceptar amablemente y con gratitud su bienvenida como ofrenda a Nuestra Señora y pidió a la Madre Tres Veces Admirable y Reina de Schoenstatt que bendijese a todos los que habían colaborado con la celebración. Pidió a la Madre de Dios que nos bendijese y que fortaleciésemos nuestro carácter para poder mantenernos firmes en todo momento».

Frank expresa cómo el Padre solía hablar acerca del ideal de la Immaculata, que se nos presenta ante nosotros como el ideal de plenitud natural y sobrenatural de vida; y la describía como perfecta en todo aspecto. Una persona así debería poseer una mente clara, una férrea voluntad y una profunda vida emocional. «Apenas pude percibir el impacto que aquellos encuentros con el P. Kentenich en St Dominic’s, la Misión en Queenstown de Santa Teresa y la Parroquia en Cathcart ejercerían en el curso futuro de mi vida matrimonial» – cuenta.

¿Qué significó conocer al P. Kentenich?

Cathcart Shrine«Conocer y escuchar al P. Kentenich, de niño, puede ser difícil, pero la confianza inocente inspirada por la gradual introducción a la Espiritualidad de Schoenstatt por parte de las Hermanas eliminó la mayoría de esos obstáculos. La única excepción fueron aquellos momentos en que dominaba el cansancio. En el camino hacia Cathcart con el P. Kentenich me tranquilizó cuando nos dijo que todos necesitábamos dormir; algunos más que otros y que esto era influido por las acciones físicas de nuestra vida diaria. El nivel de interés que expresábamos en una tarea, el placer de librarse de hacer las cosas que a uno le gustan parecen menos desgastantes. Del mismo modo, nuestra buena disposición para ofrecer toda nuestra vida a Nuestra Señora requiere y cobra valor, pero en nuestros logros recibimos un gozo inconmensurable que nos ayuda a hacer más de una manera excepcional. Esto podría compararse con nuestra esperanza de que el Dios Trinitario no se cansa de derramar gracia tras gracia y de que todo lo que hacemos será reconocido en el cielo.

He vuelto a recorrer ese camino a menudo, el mismo que transité con el Padre Kentenich, tanto físicamente para visitar el santuario como espiritualmente, en busca del sentido completo de lo que dijo en el camino a Cathcart. Al igual que en todas sus charlas y las cosas que le dijo a tanta gente cuando lo acompañaba o me encontraba cerca de él, había palabras o pensamientos que requerían tiempo para recordar o reflexionar.

Frank Manson-KullinLo que sí recuerdo es que conocer al Padre Kentenich en ese momento me permitió tener una maravillosa percepción y visión de los desafíos que plantea la vida; autodidáctica y disciplina con el adecuado equilibrio y libertad hacia una formación religiosa en mi vida. Aquí estaba un sacerdote católico que hizo que me diera cuenta de que la Madre en un hogar es el mejor maestro y que al ser atento y servicial para con mi madre, especialmente en ausencia de mi padre, la ayudaría como progenitor. Me ayudó a reconocer, a muy temprana edad, que la formación en nuestro hogar llegaría muy lejos para desarrollarme como persona y que, al aceptar responsabilidad, la asistiría a mi madre en más de una forma. Aceptar que, al ser responsable desde muy pequeño y hacer las cosas extraordinariamente bien, cualquiera fuese el desafío, la llenaría a mi madre de gozo y felicidad y a mí me también me daría satisfacción personal. Las acciones, palabras, expresiones del P. Kentenich, su vida y todo lo que él hizo fue en servicio y honor a nuestra Reina y Madre Tres Veces Admirable y Reina de Schoenstatt.

Conocer al Fundador cuando yo era un niño insufló en mí la necesidad de encarar los desafíos de la vida de manera responsable, lo que daría un resultado positivo al desarrollar una relación gozosa, tranquila y amorosa con mis padres, hermanos y hermanas, amigos y con todos en la vida y, por sobretodo, en nuestro esfuerzo diario para construir mi relación con Dios».

Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina

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