Publicado el 2010-12-22 In schoenstattianos

Cuando la Virgen llama, el P. Francisco acude al Santuario

Pe. Joel Francisco SilvaBRASIL, Hna. M. Nilza P. Da Silva. Es común que en la Santa Misa de las 7 de la mañana en el Santuario de Atibaia, estado de São Paulo, está presente un peregrino muy especial, que pasa todo el día junto a la Madre y Reina. El P. Joel Francisco Silva, administrador parroquial de San Judas Tadeo, en Formiga, estado de Minas Gerais, viaja más de 5 horas para llegar a este lugar de gracias.

 

 

Sacerdote desde hace 26 años, conoció el Santuario por medio de un joven que le mostró la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt. Desde entonces, la Madre y Reina atrajo el corazón juvenil del P. Francisco y nunca más lo dejó.

Ella está al frente…

Santuário, AtibaiaEl amor es recíproco. «En la parroquia reverenciamos a la Madre y Reina, la parroquia está dedicada a ella y la espiritualidad es mariana con el nombre de la Madre y Reina de Schoenstatt», revela el Padre. Las Misas de Alianza son los terceros viernes de cada mes. Explica: «Todos los terceros viernes de cada mes tenemos una misa en Acción de Gracias a Cristo Jesús, donde celebramos el misterio de la pasión, muerte y resurrección, pero nos enfocamos en la Madre, Reina y Vencedora Tres Veces Admirable de Schoenstatt. Las misioneras traen las imágenes y las colocan al frente».

La Madre y Reina está presente en todas partes de la parroquia de ese sacerdote hijo suyo: «Poco a poco hemos ido sistematizando el Movimiento y entró en mi corazón y en mi mente el deseo de colocar en cada comunidad rural la presencia de Ella. Hoy, todas las comunidades rurales tienen la presencia de la Mater mediante imágenes».

Un amor que contagia a otros

Pero eso no se queda ahí solamente. El amor que desborda contagia. Los misioneros de la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt cuentan con la ayuda del P. Francisco en su formación espiritual, de acuerdo con el carisma de Schoenstatt. En su humildad, él confiesa: «Dentro de mi pequeñez, estoy descubriendo un poco y personalmente mi desconocimiento de la espiritualidad de Schoenstatt. La experiencia que tengo de la Madre y Reina, que procuro transmitir a la parroquia es de recogimiento, de anonimato, de pequeñez, y sólo a partir del corazón, en silencio. A la Mater no le gusta, no aprecia la soberbia ni el escándalo. Ella tiene la profunda delicadeza y suavidad del amor de Dios, pero no deja de ser profundamente profeta en aquellas situaciones que se refieren al Evangelio, a Cristo, a la Iglesia y, sobre todo, al sacerdocio. Cuando es necesario, incluso a mí me corrige con firmeza».

Ella sabe cautivar

Santuario, AtibaiaEl Padre dice que la Virgen, desde el Santuario, le ayuda en su vida sacerdotal – Es una relación Madre-Hijo: «Tengo un contrato con la Stma. Virgen, quizás no tanto mediante un texto, o una novena, sino por la conversación desde el fondo del alma y del corazón. Mi afinidad con la Madre y Reina partió de ella. Yo siempre me evadí. Traté siempre de evadirme… antes de conocerla buscaba una imagen de Nuestra Señora y nada, y nada. Faltaba un vínculo. No sabía yo que estaba siendo investigado desde hacía mucho tiempo. La Madre y Reina me entiende. En todas las situaciones difíciles, sean pastorales, administrativas me pongo humildemente en sus manos, como el P. Kentenich, confío y espero. Lo que ella apruebe, lo que sea la voluntad de Dios, ella lo proveerá».

No hay manera de resistir un amor de Madre

El P. Francisco nos cuenta cómo llegó a consagrarse a la Madre y Reina en su Santuario. En una peregrinación que hizo al Santuario vio a una Hermana consagrando un niño a la Madre y Reina. Entonces, dice el Padre: «Fue algo automático. Vi a un muchachito que estaba siendo consagrado. No sé si fue vanidad espiritual, pero me dominó un deseo de hacer lo mismo. Entonces me consagré. Escribí mi nombre en el libro y quedó sellada. Sellé la Alianza de Amor en el Santuario. Apenas ahora me doy cuenta de cuánto me estaba comprometiendo con ella sin saberlo. Sellé la Alianza con ella».

Abre su corazón y nos revela un ejemplo de cómo vive esa consagración día a día: «Cuando salgo de casa, antes de tomar el auto, rezo la Salve Reina y 3 invocaciones a ella, la Madre, Reina y Vencedora Tres Veces Admirable de Schoenstatt. Que la Virgen me lleve y me traiga. De la misma forma al regreso. Así es mi filialidad con ella. Lo que se le pide con pureza de corazón, filialidad y confianza ella lo provee y presenta el vino nuevo. Para cualquier cuestión que yo tenga, acudo a ella para buscar la solución».

Por qué ir al Santuario

Pero ¿qué es lo que mueve a este sacerdote a viajar tantas horas para pasar el día en el Santuario? Él se emociona al responder: «¡Me siento muy feliz ahí! Es la misericordia y bondad de Dios en su expresión femenina, personificadas en la Madre y Reina. ¡Ella toca, ella llama! Y cuando la Madre y Reina nos convoca y llama, no importan las distancias ni los sacrificios, ni los pesos ni el cansancio ni el sueño. Venir al Santuario siempre significa la posibilidad de, primero, estar con ella y responder a su llamado, pero también de participar, en un lenguaje místico, de ‘saborear las delicias del amor de Dios presente en la Stma. Virgen, Madre y Reina Tres Veces Admirable de Schoenstatt’. ¡Venir al Santuario es una gracia! ¡Es compromiso y misión! Al Santuario no se acude sin sacrificio. Venir siempre exige una prueba, sea en un área o en otra. Al regresar a casa, ¡uno regresa alegre! De vez en cuando hay alguna misión nueva o diversificación de aquella rutina. Ella nos dirige y da fortaleza hasta la siguiente llamada que nos hace. Es por eso que hoy vine para agradecerle por un año más que está terminando y pedir por tantas intenciones que se me han confiado».

Vínculo local

El Padre Francisco explica además que la Stma. Virgen lo atrajo desde su Santuario, en Atibaia. Aunque conoce otro Santuario que está más cercano a su ciudad, el vínculo local está con Atibaia: «Hay una diferencia entre los santuarios porque fui (al otro Santuario) y la Mater también está ahí, pero es diferente. Es cuestión de vínculo. Allá me quedaría más cerca, pero la vivencia personal es aquí. Cuando alguien dice: ¿Vamos al Santuario de Atibaia?’, respondo: ¡Vamos!».

Él es también instrumento para que otras personas se vinculen a la Madre y Reina en su Santuario. Nos cuenta que muchas veces, al aconsejar, cuando alguien le cuenta algo muy difícil, la respuesta es: ¡Vamos a pedirle a la Madre y Reina que nos muestre la respuesta! O en determinadas situaciones, indica: Vaya al Santuario de la Madre y Reina y, después de rezar ahí, ella le dirá qué decisión debe tomar. La Madre y Reina, en su Santuario, es su brazo derecho en la conducción del rebaño que Dios le confía.

¿Qué significa estar en el Santuario?

Mientras conversamos, casi dan las 5 de la tarde. El P. Francisco está en el Santuario desde las 7 de la mañana y revela que, cuando viene solo, le gusta quedarse en el Santuario y observar a la Stma. Virgen, pero el programa podría ser diferente también: «El Santuario aquí en Atibaia lo es todo para mí. Es todo porque va a lo más profundo de mi alma y lleva a una experiencia genuina, sin darme cuenta. Parecería, sin querer ufanarme, que la Madre y Reina me acoge en sus brazos, con el Niño Jesús, y me pasea por aquí… Para mí el Santuario es eso. Para el que viene al Santuario de Schoenstatt en Atibaia eso es todo, pero cuando vengo con gente de la Parroquia es diferente. Entonces programo una peregrinación. Sin embargo, siento que de vez en cuando ella me llama, como si quisiera que acudiera ‘¡para ver cómo estoy’!».

El P. Francisco termina explicándome que cuando viene al Santuario nunca llega con las manos vacías y enseña lo mismo a los que le rodean. «Es preciso colaborar con la Madre y Reina», dice él. «Ustedes le dan otro nombre (Capital de Gracias), pero yo le llamo «Ramo de Rosas». Es preciso ofrecer muchos botones de rosas como prueba de nuestro amor a la Madre y Reina». Son nuestras oraciones y sacrificios. Nuestras pruebas de amor a ella. Cada vez que vengo, traigo un «ramo de rosas» y lo entrego en el Santuario«.

Conversando sobre la Stma. Virgen, el tiempo pasa sin que el P. Francisco se dé cuenta. Escribiendo y leyendo sobre eso, el ratón de la computadora se mueve sin parar y el interés no termina. Desafortunadamente tiene que haber un punto final. Le agradecemos al P. Francisco por dejarnos conocer un poco de su amor a la MTA y a su Santuario. Que ella continúe acompañándolo y que el Santuario de Atibaia tenga siempre las puertas abiertas para él y para todos aquellos a los que la Stma. Virgen va escogiendo como sus hijos predilectos.

Traducción: Eduardo Shelley, Monterrey, México

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