Publicado el 2010-04-01 In Año Sacerdotal

En el día de San José, Schoenstatt Quito, en el corazón de la Iglesia

Quito, Ecuador: Celebración del centenario de la ordenación del Padre Kentenich - Coro Franz ReinischECUADOR, P. Eduardo Auza. El pasado viernes 19 de marzo, la Familia de Schoenstatt de Quito vivió un momento muy especial de comunión con la Iglesia. Era la solemnidad de San José, esposo de la Virgen. Se quiso unir esta celebración a la del centenario de la ordenación sacerdotal del Padre José Kentenich y comenzar con esto los festejos de los 50 años de la llegada de Schoenstatt al Ecuador. Se escogió esta ocasión, en primer lugar, porque San José es el santo patrono del Padre José Kentenich.


En la catedral de QuitoMuchas veces el Padre Kentenich habló de San José como modelo de varón justo y modelo del hombre nuevo. Se eligió esta fecha, no solamente para honrar al gran Santo, sino porque en el día del aniversario del sacerdocio del Padre y Fundador – el 8 de julio – los quiteños estarán de vacaciones y sería muy difícil reunirse para ofrecer la gratitud a Dios por el don del sacerdocio del Padre Kentenich. Por eso se eligió el 19 de marzo, fecha que además está dentro del año sacerdotal convocado por el Papa Benedicto XVI.

Una celebración en conjunto con todos los movimientos y sacerdotes

Fue un momento especial de comunión con la Iglesia porque la Familia quiso celebrar este acontecimiento invitando a todos los movimientos eclesiales y a los sacerdotes que quisieran participar en él.

De ahí, la importancia que el Arzobispo de Quito, primado del Ecuador, Monseñor Raúl Vela Chiriboga, presidiera la Santa Misa por esta intención en la Catedral metropolitana de la capital del país. Accedió con gusto a la invitación y honró la festividad con su presencia.

Un ideal de la santidad de la vida diaria

El Arzobispo de Quito
FotEn la homilía se refirió con mucha calidez a al Padre José Kentenich. Después de hablar sobre la importancia de la figura del Patriarca San José, recordó que el Padre José Kentenich había enseñado mucho acerca de la misión de San José en la tierra: cuidar del bienestar físico y moral del Niño Jesús y de su Madre, siempre en indisoluble unidad.

Una tarea nada insignificante, como algunos podrían pensar. Es silenciosa, humilde, pero grande, heroica y de suma importancia para posibilitar la misión del Salvador en beneficio de toda la humanidad. San José se constituye así en un ideal de santidad de la vida diaria, de la piedad de Alianza y de auténtica pureza vivida en medio del mundo laboral y cotidiano. Cada schoenstattiano debería sentirse comprometido a cuidar de esta santa biunidad de Jesús y María tal como lo hiciera San José, tal como lo hiciera el Padre y Fundador.

Hay que llenar las naves de la Iglesia

Luego Monseñor Vela tomó la iniciativa e invitó a todos a rezar una oración por la pronta beatificación del Fundador. Con este gesto quedó manifiesta la especial deferencia que tuvo con la Familia de Schoenstatt en Quito.

Llenar las naves de la Catedral Fue hermoso también ver la Catedral hermosamente adornada con flores, trabajo que hizo la Familia de Schoenstatt. Más hermoso aún, ver la Catedral llena de schoenstattianos y de otros amigos. Llenar las naves de la Catedral puede ser un feliz presagio que invita a todos a trabajar denodadamente como apóstoles para llenar las naves de la Santa Iglesia sirviendo así desde el carisma de Schoenstatt. De cara a la celebración de los 50 años, la Familia encontró aquí un signo de bendición y de esperanza. El coro de varones Franz Reinisch se lució durante la Misa. También la juventud masculina ofreció un par de cantos. Algo que no se puede dejar de señalar es el profundo espíritu religioso y la atmósfera mariana que se vivió. Realmente fue una fiesta de Dios que hizo sentir a todos más unidos y más familia.

Un momento de cielo

En el altarLo mismo se pudo experimentar después de la Eucaristía, cuando se invitó a todos los presentes a un ágape fraterno en los patios de estilo colonial de la Catedral de Quito. Hubo mucha gente: los corredores estaban llenos, por doquier se encontraban conocidos y eso contribuía a disfrutar más el ambiente familiar. Las Juventudes fueron protagónicas, tanto en la Misa como durante el ágape. Ellos, tanto la juventud masculina como la femenina, tuvieron la delicadeza de servir a los comensales. Muy elegantes, ayudaron a alcanzar a todos los invitados las copas para el brindis y los bocadillos. Todo hecho con amor por manos schoenstattianas.

También hubo un momento cultural. Abrieron la sala capitular y por grupos, con la ayuda de un guía, los asistentes pudieron disfrutar de las riquezas artísticas y del arte religioso colonial que hay en Quito y en sus templos. Definitivamente un momento de cielo, un momento de familia y de profunda alegría. No queda más que agradecer.

SonriendoMuchas gracias a los schoenstattianos de Guayaquil que pudieron venir a celebrar, especialmente al segundo círculo de Militantes de la Rama de Matrimonios que tuvo a su cargo la organización de todo el evento, (¡y lo hicieron súper bien!), gracias a los schoenstattianos de todas las ramas y comunidades que llegaron, a los sacerdotes y a los miembros de parroquias y otros movimientos, pero sobre todo, gracias a Dios y a la querida Mater por regalar a cada uno esta hermosa Familia y un Padre y Fundador sacerdotal de la talla del Padre Kentenich. Con el júbilo de sentir tantas bendiciones, la alegría se compartió y se comparte con todos. ¡Juntos hacia para los próximos 50 años! «¡Por ti, Padre, unidos en la patena!».

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1 Responses

  1. Adisrica dice:

    Sencillamente una maravilla y una bendeción de Dios.
    Gracias al Padre Obispo por tan deferentes, delicadas y profundas palabras para Nuestro Padre

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