Mater

Publicado el 2018-03-30 In Vida en alianza

La Mater se hace presente en los momentos de dolor

PARAGUAY, Leticia Deggiovani Fariña •

En un momento muy difícil y doloroso, como lo fue la muerte súbita de su madre, Leticia Deggiovani Fariña sintió que Maria, la Madre tres veces admirable de Schoenstatt, a la que ya conocía, corrió a su encuentro. —

La Mater se me ha presentado en diferentes momentos de mi vida. Sin ser consciente de su llamado ella estaba ahí, buscándome como su aliada, queriendo conquistar mi corazón. Yo no era cercana al Movimiento cuando la conocí, aunque siempre tuve muy presente en mi vida a la Virgen Santísima como Madre de Dios y Madre nuestra.

Con el correr del tiempo y ya habiendo formado una familia, fuimos invitados, mi marido y yo, a formar parte del Movimiento Apostólico de Schoenstatt. En ese entonces no supe bien qué responder, pero mi esposo sin dudar me impulsó a que diéramos el “sí”, pensando también que nuestra hija Sofia pudiera crecer con un ambiente espiritual más sólido. Desde entonces formamos un grupo de matrimonios con quienes nos sentimos realmente como una familia y hemos podido desarrollar vínculos fraternos.

Ya siendo parte del movimiento nació nuestra segunda hija, Gianna, y creció así nuestra familia en integrantes, fe y amor a la Mater.

La Peregrina en la unidad de terapia intensiva

El 2017 fue un año difícil para mí y mi familia. Mi mamá estuvo aquejada por una enfermedad que nunca se pudo diagnosticar. Se internó y en cuestión de horas fue llevada a la unidad de terapia intensiva, con diagnóstico reservado.

Mientras estábamos en la sala de espera, llenos de interrogantes sin respuestas, nos encontramos con una imagen de la Mater Peregrina. Eso no fue una casualidad, sino que ella estaba ahí haciéndose presente con un propósito: fortalecernos en medio del dolor y darnos consuelo. Pude sentir que me decía “yo estoy aquí, no te preocupes”. Fue así como en esa espera tan difícil ella nos sostuvo y de manera especial acompañó a mi mamá. Le pedí una y otra vez que no la dejará sola, que la tomara de la mano todo el tiempo en medio de su sufrimiento, ya que físicamente ni yo ni mis hermanos podíamos estar cerca de ella. Mientras transcurrían esas horas de espera interminables sentí una gran carga sobre mis hombros, como una cruz pesada, del dolor y sufrimiento de mi mamá. No dejé de pedir que se cumpliera la voluntad del Señor en su vida, rezando la oración de la confianza: “En tu poder y en tu bondad fundo mi vida…”, y puedo dar fe que la Mater la acompañó hasta su último suspiro, llevándola en sus brazos al encuentro con el Señor.

Más que nunca mi madre

En medio del dolor es difícil encontrar fortaleza, pero la presencia de la Mater marcó ese momento de mi vida para siempre. Ella nos regala esperanza en medio del sufrimiento, nos reconforta, nos auxilia, nos acompaña. Siento que mi vínculo con ella se afianzó con el paso de los años y más aún a partir de estas experiencias de profundo dolor que tuve que atravesar.

La partida de mi mamá fue muy dura, pero la acepté con el corazón confiado y unido a la Mater, a quien tomo más que nunca como mi Madre y a quien acudo en todo momento de mi día. Es en ella en donde busco ser escuchada ante la ausencia física de mi mamá. De ella aguardo esa palabra de aliento que ella siempre me daba y sobre todo la fortaleza para seguir adelante sembrando en mi familia esa semilla que puso en mí y en mis hermanos.

Fuente: Revista “Tuparenda”, Paraguay, marzo de 2017 – ahora se puede leerla online

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