Hoy contesta: Braulio Heisecke, paraguayo de 21 años, actualmente viviendo en Roma por un año, forma parte del grupo de «Misión Roma» •
A medio año de peregrinar por el segundo siglo de la Alianza de Amor… ¿Cómo sueña este Schoenstatt en su ser, en su estar en la iglesia y en el mundo, y en su que hacer?
Sueño un Schoenstatt que busque renovarse y cuestionarse constantemente en su ser espiritual y en su ser apostólico.
Que busque esa renovación interior (personal y grupal) para poder ser más sensibles al escuchar, interpretar y actuar en base a lo que Dios, Jesús y la Virgen nos llaman.
Que se cuestione sobre sus actos, métodos, espiritualidad, defectos y virtudes
Sueño un Schoenstatt comprometido con y para la Iglesia, que este a disposición de los demás, que salga afuera.
Un Schoenstatt más sensible a las realidades parroquiales.
Que nunca pierda la alegría y el fervor del cristiano.
Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué tenemos que evitar o dejar?
Creo que tenemos que evitar que nos gane la modalidad «cuantitativa».
No permitir que los sucesos y fracasos se midan en base a los números.
La idea es invitar a vivir una espiritualidad humilde, mostrar al Jesús que se encuentra en el de al lado, para llegar a eso creo que no es imprescindible tener grandes «números».
Saber que de “todas” las personas (ya sea nueva, más joven, hombre, mujer) con las que convivimos, podemos aprender e imitar cosas buenas.
Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué pasos concretos debemos dar?
Un paso que creo importante es afianzar la vida espiritual, que es núcleo/motor de todo lo que hacemos, si no tenemos como prioridad una vida de oración y reflexión, es probable que hagamos las cosas por el simple hecho de que hay que hacerlas. Nuestros actos, esfuerzos, sacrificios, fracasos y logros deben estar profundamente anclados al Capital de Gracias y a Dios.
Y el último paso sería soñar en grande, demostrar con hechos el compromiso asumido, es momento de dar saltos locos de fe. Salir del esquema con radicalidad, plena confianza y amor.