PARAGUAY, Ani y Rodrigo Pangrazio. Una iglesia ubicada junto al Santuario en Tuparendá. Su estructura representa un gran abrazo acogedor para todos los peregrinos que vienen a visitarla. Es el gran regalo jubilar del Movimiento de Schoenstatt de Paraguay, a ser bendecida el 28 de diciembre de 2014.
Un sueño hecho realidad
A la sombra del Santuario de Tuparendá, se gestaba algo grande, algo muy grande…
En 1998, surgió en la familia el anhelo de regalar a la Mater una iglesia junto al Santuario. El proyecto elegido conquistó a todos. Basado en el concepto de las Misiones Jesuíticas, la iglesia con su nave central y brazos laterales acoge e invita a todos los peregrinos que llegan a Tuparendá a participar de la Eucaristía.
Su construcción acompañada de muchos capitales de gracias y aportes generosos se inició en el año 1999, con el gran Pórtico central.
Un Pórtico de la Esperanza
El impresionante Pórtico se convirtió en el símbolo de la Esperanza para el nuevo milenio.
Por fin, el día de la Sagrada Familia, en el año 1999, se invitó a todo el pueblo paraguayo a cruzar -en un acto simbólico- el Pórtico de la Esperanza, para convertirnos en hombres y mujeres anclados en Dios.
Durante todo el año 2000, muchísimas personas, familias y comunidades cruzaron el Pórtico en peregrinación entregando su corazón a la Mater.
Un regalo para Schoenstatt y la Iglesia
Ya nuestra iglesia cumplirá 15 años en el 2014. Está casi terminada. Falta un gran triple salto mortal que como familia paraguaya queremos ofrecer por el jubileo a Schoenstatt, a nuestra querida Mater, a nuestro P. José Kentenich, a nuestra Iglesia Católica, a la Santísima Trinidad.
Durante este año jubilar, queremos renovar nuestro espíritu y el de nuestras comunidades, ofreciendo muchísimos capitales de gracias en Alianza con la Mater. Los generosos aportes materiales, vendrán por añadidura.
No estamos solos, ¡la Mater nos acompaña!
Me uno de corazón a toda la Familia paraguaya, especialmente a mis queridas hermanas de la Federación de Madres. Comparto la alegría de este anhelo que se ha hecho realidad por tantos aportes al Capital de Gracias.
Un saludo muy afectuoso al querido Padre Antonio.
Graciela Horga – Buenos Aires-