REPUBLICA DOMINICANA, Hna. Marissel. El pasado domingo 31 de octubre la arquidiócesis de Santo Domingo, en la República Dominicana, realizó la gran caminata mariana que tradicionalmente se hace cada año para culminar el mes del Santo Rosario.
La arquidiócesis – primada de América – se prepara este año para celebrar sus 500 años de existencia, por eso se motivó especialmente a las parroquias que tienen como patrocinio alguna advocación mariana, a preparar carrozas con la imagen de la Santísima Virgen. También invitaron a todos los movimientos marianos de la arquidiócesis para este gran evento.
¡Viva la Mater!
A las 15,00 hs. se inició el desfile de las 32 carrozas para honrar a la Madre con las advocaciones con las que se la venera en el país. Los fieles hijos de la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt estaban junto a ella, que resplandecía adornada hermosamente con rosas, lirios, azucenas y margaritas.
Al frente, abriendo paso a la Reina, dos jóvenes schoenstattianas llevaban un cartel en el que se podía leer desde lejos: Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt. La rodeaban muchos miembros de la Familia de Schoenstatt y Hermanas de Maria. Formaban un cortejo con sus banderines flameando, cantando con mucha alegría al compás de los tambores. También se rezó el Santo Rosario y muy a menudo se escuchaba el «Viva Schoenstatt», que gritaba la juventud con emoción.
La MTA se mostró al pueblo
La caminata – de dos horas y media – por la calle del malecón, a orillas del mar, llegó hasta la catedral primada de América, en la que en este año jubilar se puede recibir la indulgencia plenaria.
Con una solemne Eucaristía presidida por el obispo auxiliar, Monseñor Víctor Massalles, finalizó esta magnífica caminata con María, con la que el pueblo dominicano expresó una vez más su gran amor y devoción a la Madre de Dios. El lema de este año fue: «Con María, ayer y hoy, enviados por el Señor». La Hna. M. Vitalia compuso una hermosa canción con el lema, y se la cantó en varias ocasiones durante la caminata, acompañada por los tambores y otros instrumentos musicales.
Todos los miembros de la Familia de Schoenstatt, los amigos y simpatizantes de la Mater, admiraron la hermosura de la MTA. Fue una experiencia muy bonita en la que la Santísima Virgen se mostró al pueblo de forma admirable.
