Publicado el 2010-07-18 In Vida en alianza

Refundar Schoenstatt en cada generación

O jovem José KentenichBRASIL, Cássio Leal. Al igual que en Schoenstatt, Limburgo y tantos otros Santuarios y lugares del mundo, el 8 de de julio la familia de Schoenstatt de Jaraguá se reunió a la sombra del Santuario de Sión para celebrar los cien años de sacerdocio de su Fundador, el Padre José Kentenich. Como lo dijo el propio Fundador: «Cada nueva generación tiene la misión y tarea de refundar Schoenstatt».

 

 

Antes de la celebración de la Santa Misa, la Rama de Matrimonios preparó un vídeo con imágenes de la vida del Padre Kentenich que se mostró en un datashow. El Padre Vandemir Meister, Superior de los Padres de Schoenstatt del Brasil, presidió la Santa Misa, que fue concelebrada por los padres Deonilson Nogueira, Rector del Santuario, y Ottomar Schneider, que trabaja actualmente en el sur de Brasil y que tuvo el honor de conocer personalmente al Padre Kentenich cuando aún era estudiante de los padres en Alemania.

¿Quién fue el Padre Kentenich?

El padre Vandemir comenzó la homilía con una pregunta para la reflexión: ¿Qué representa la figura del Padre Kentenich para cada uno de ustedes? Luego citó a San Francisco de Asís, diciendo que Dios ha escogido a cada santo para cada época. Desde pequeño, el niño José Kentenich soñó con el sacerdocio y con el día en que sería ordenado sacerdote y cultivó esa idea en su corazón. En 1955, haciendo una mirada retrospectiva, el Padre Kentenich recordó que desde su infancia Dios lo condujo por los caminos de una vocación sacerdotal y que la consagración que su madre realizó a la Santísima Virgen cuando él sólo tenía 9 años, no fue un acto más sin importancia: allí estaba ya la semilla de lo que sería la grandeza de Schoenstatt y la certeza de la Madre de Dios lo había escogido para algo grande. La Madre de Dios fue educando al joven Kentenich a través de su vida y era en los momentos más difíciles cuando él sentía más fuertemente la presencia de María a su lado. Era un tiempo, en el que por ser hijo de madre soltera, sufría discriminación, incluso en algunas instituciones católicas. Los Pallotinos lo recibieron sin prejuicios y dieron al José Kentenich la oportunidad de hacer realidad su sueño.

Una vida dedicada a los sacerdotes y a las vocaciones

Lugar de la ordenación del Padre KentenichEl joven José Kentenich fue ordenado el 8 de julio de 1910, junto a otros siete seminaristas en la Casa de los Pallotinos en la ciudad de Limburg, a orillas del río Lahn, en Alemania. Para el Padre Kentenich ser sacerdote no era solamente una elección, sino una gracia de Dios: por eso él admiraba en cada sacerdote el misterio de su vocación. Por esto, él dedición siempre una atención especial a los sacerdotes. Después de su ordenación, su trabajo se volcó hacia los seminaristas, primero como profesor, luego como Director Espiritual. Después de la fundación de Schoenstatt, el Padre Kentenich comenzó a dar retiros para sacerdotes de toda Alemania. La forma en que predicaba sus retiros llamó la atención de centenares de sacerdotes que comenzaron a buscar al Padre Kentenich yendo al pequeño valle de Schoenstatt. En 1932 dio retiros a 2.180 sacerdotes y entre las décadas del 20 y 30, a cerca de un tercio del clero alemán. Influyó mucho en el clero de Alemania y en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial fue declarado como uno de los principales enemigos del régimen Nazi, por ser contrario al partido. Al finalizar uno de sus retiros, uno de los sacerdotes le preguntó: «¿no le cansa atender en confesión a los padres, además de darles el retiro?». El Padre respondió: «no., y aunque me cansara, par ami es un honor que un sacerdote se venga a confesar conmigo y yo pueda regalarle el don de la gracia de Dios que él ha perdido por sus pecados. Por eso siempre estoy dispuesto para atenderlos».

Por el bautismo, todos somos sacerdotes

Otra característica del Padre Kentenich citada por el Padre Vandemir durante su homilía, fue que el Fundador de Schoenstatt era un hombre que sabía interpretar los signos del tiempo, o sea, un profeta que sabía leer las señales de Dios a través de los acontecimientos: » Dios se manifiesta en el tiempo y los acontecimientos reales. Los tiempos cambian a pasos agigantados en todas las áreas y esto trae consecuentemente transformaciones al mundo, y con ello algunas carencias también están aumentando: el pensar más en sí mismo, el egoísmo, la satisfacción del placer y lo material, la economía que mueve los valores humanos y la falta de fe. El Padre Kentenich ya previó que el hombre estaba experimentando un cambio y que las estructuras sociales también serían estremecidas. En respuesta a esos cambios, Schoenstatt es el instrumento para convertir al hombre en el «hombre nuevo» y el mundo en una nueva comunidad. Schoenstatt no es únicamente un medio de santificación personal, sino que a través de la Alianza de Amor tiene que transformar el mundo actual, como herederos de una misión, como generación que tiene que refundar Schoenstatt en la escuela, el trabajo, la vida política y el día a día. Debemos dar una respuesta para nuestro tiempo: vivimos insertos en el mundo, allí seremos Iglesia y la Iglesia transformará el mundo. El sacerdocio del Padre Kentenich es también nuestro sacerdocio diario. Por el bautismo, cada persona recibe algo de esta vocación y es por eso que tenemos que santificar y transformar el mundo. Todo lo que ocurrió en la vida del Padre Kentenich tiene el toque maternal de María y de cada persona que Dios puso en su camino para fundar con él el Movimiento de Schoenstatt».

"Minha mão, na mão do Pai"Sí Padre, voy contigo

Al final de la celebración, el Padre Vandemir mostró un molde de bronce que tiene estampada la mano del Padre Kentenich, el que normalmente está presente en cada casa filial de los Padres de Schoenstatt en el mundo. El explicó que , al igual que al entrar en una capilla o iglesia, las personas hacen la señal de la cruz con agua bendita, los Padres de Schoenstatt colocan la mano sobre ese molde al entrar en sus capillas o casas filiales como si estuviesen tocando la mano del Fundador. Después de la bendición con la «mano del Padre», el Padre Vandemir recordó al Padre Menningen, uno de los más fieles seguidores del Padre Kentenich, que siempre lo acompañó en los buenos y malos momentos dando su «sí, Padre, voy contigo». Por eso, cada peregrino que se acercaba a tocar la «mano del Padre», escuchó la pregunta: «¿Vienes conmigo»? y dio la respuesta y su compromiso: «Sí, Padre. Voy contigo».

Álbum de fotos de la Santa Misa

Traducción: Carmen Rogers, Santiago, Chile

 

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