Publicado el 2014-03-25 In Francisco - Mensaje

La palabra de Dios está viva en el corazón de los sencillos, de los humildes, del pueblo de Dios

org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

SEMANA 13/2014

Jesús nunca está lejos de nosotros pecadores. Él quiere derramar sobre nosotros, sin medida, toda su misericordia.

Tweet del 24.3.2014

Es el drama de la observancia de los mandamientos sin fe: ‘Yo me salvo solo, porque voy a la sinagoga todos los sábados, trato de obedecer a los mandamientos, ¡pero que éste no venga a decirme que eran mejor que yo aquel leproso y aquella viuda!’. ¡Esos eran marginados! Y Jesús nos dice: ‘Pero, mira, si tú no te marginas, no te sientes en el margen, no tendrás salvación’. Ésta es la humildad, el camino de la humildad: sentirse tan marginados que tenemos necesidad de la salvación del Señor. Sólo Él salva, no nuestra observancia de los preceptos. Y esto no gustó, se enojaron y querían matarlo.

Santa Marta 24.03.

María en su Cántico no dice que está contenta porque Dios ha mirado su virginidad, su bondad y su dulzura, tantas virtudes que ella tenía. No. Sino porque el Señor ha mirado la humildad de su sierva, su pequeñez, su humildad. Es lo que mira el Señor. Y debemos aprender esta sabiduría de marginarnos, para que el Señor nos encuentre. No nos encontrará en el centro de nuestras seguridades, no, no. Allí no va el Señor. Nos encontrará en la marginación, en nuestros pecados, en nuestras equivocaciones, en nuestras necesidades de ser curados espiritualmente, de ser salvados; allí nos encontrará el Señor. Es éste el camino de la humildad: La humildad cristiana no es la virtud de decir: ‘Pero, yo no sirvo para nada’ y esconder la soberbia allí, ¡no, no! La humildad cristiana es decir la verdad: ‘Soy pecador, soy pecadora’. Decir la verdad: es ésta nuestra verdad. Pero hay otra: Dios nos salva. Pero nos salva allá, cuando nosotros somos marginados; no nos salva en nuestra seguridad. Pidamos la gracia de tener esta sabiduría de marginarnos, la gracia de la humildad para recibir la salvación del Señor”.

Santa Marta 24.3.

María ofreció su propia existencia, su total disposición a la voluntad de Dios, convirtiéndose en el «lugar» de su presencia, en el «lugar» donde mora el Hijo de Dios. La experiencia del compartir fraterno con los que sufren nos abre a la verdadera belleza de la vida humana, incluyendo su fragilidad. En la salvaguardia y la promoción de la vida, sea cual sea la etapa o el estado en la que se encuentre, podemos reconocer la dignidad y el valor de cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte.”

Al Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, 24.3.

Aquel día se encontró a Jesús, sentado, “fatigado por el viaje” (Juan 4, 6). El inmediatamente le dice, “dame de beber” (v 7, 7). De este modo supera las barreras de hostilidad, que existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del prejuicio en frente a las mujeres. El simple pedido de Jesús es el inicio de un dialogo sincero, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no tendría ni si quiera que haberle dirigido la palabra. Pero Jesús lo hace, eh? Jesús no tiene miedo. Jesús cuando ve una persona va adelante porque ama, nos ama a todos, no pasa de largo jamás ante una persona por prejuicios. Jesús pone a la samaritana frente a su realidad, no juzgándola sino haciéndola sentir considerada, reconocida, y suscitando así en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana.
Aquella de Jesús era una sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en evidencia la sed que había en ella misma. La mujer queda tocada por este encuentro: dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos dentro, pero que muchas veces ignoramos.

Angelus, 23.3.

El  Señor es más grande que los prejuicios, por eso no tiene temor de detenerse con la samaritana: la misericordia es más grande que el prejuicio. La misericordia es más grande que el prejuicio, esto tenemos que aprenderlo bien, eh? La misericordia es más grande que el prejuicio y Jesús es tan misericordioso, tanto. El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer fue transformada: “dejó su cántaro” (v 28) y corre a la ciudad a contar su experiencia extraordinaria. He encontrado un hombre que me ha dicho todas la cosas que yo he hecho, quizás es el Mesías. ¡Estaba entusiasmada! Había ido a buscar agua del pozo, y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia que salta hasta la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que buscaba desde siempre!, corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba, y anuncia que ha encontrado al Mesías: uno que le ha cambiado la vida. Porque cada encuentro con Jesús, nos cambia la vida, siempre un paso más adelante, un paso más cerca de Dios. Y así cada encuentro con Jesús nos cambia la vida. Siempre, eh? ¡Siempre es así!

Angelus, 23.3.

En este evangelio encontramos también nosotros el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que aparentemente es importante, pero que pierde valor frente al “amor de Dios”. Todos tenemos uno, todos tenemos uno o más de uno eh? Yo les pregunto a ustedes, también a mí: cuál es tu cántaro interior, aquel que te pesa, aquel que te aleja de Dios? Dejémoslo un poco aparte y con el corazón sintamos la voz de Jesús que nos ofrece otra agua, otra agua que nos acerca al Señor.
Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha dar testimonio a nuestros hermanos de la alegría del encuentro con Jesús; testimoniar la alegría del encuentro.
Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida. También cada encuentro con Jesús nos llena de alegría, aquella alegría interior que nos viene. Y así el Señor hace estas cosas maravillosas. El Señor sabe actuar en nuestro corazón cuando nosotros somos valientes y dejamos aparte nuestro cántaro.

Angelus, 23.3.

Éste es el drama de esta gente, ¡y también nuestro drama! Se adueñaron de la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios se vuelve palabra de ellos, una palabra según su interés, sus ideologías, sus teologías… pero a su servicio. Y cada uno la interpreta según su propia voluntad, según su propio interés. Éste es el drama de este pueblo. Y para conservar esto, asesinan. Esto sucedió a Jesús.
Los jefes de los sacerdotes y de los fariseos comprendieron que hablaba de ellos cuando escucharon esta palabra de Jesús. Trataron de capturarlo y hacerlo morir. De este la Palabra de Dios se vuelve muerta, se vuelve prisionera, el Espíritu Santo está enjaulado en los deseos de cada uno de ellos. Y es exactamente lo que nos sucede a nosotros cuando no estamos abiertos a la novedad de la Palabra de Dios, cuando no somos obedientes a la Palabra de Dios. Pero hay una frase que nos da esperanza. La Palabra de Dios está muerta en el corazón de esta gente; ¡también puede morir en nuestro corazón! Pero no termina, porque está viva en el corazón de los sencillos, de los humildes, del pueblo de Dios. Trataban de capturarlo, pero tuvieron miedo de la muchedumbre del pueblo de Dios, porque lo consideraba un profeta. Esa muchedumbre sencilla – que iba detrás de Jesús, porque lo que Jesús decía les hacía bien al corazón, daba calor al corazón – esta gente no se había equivocado: non usaba la Palabra de Dios para su propio interés. Sentía y trataba de ser un poco más buena.
¿Y nosotros, qué podemos hacer para no matar la Palabra de Dios, para ser dóciles, para no enjaular al Espíritu Santo? Dos cosas sencillas: Ésta es la actitud de quien quiere escuchar la Palabra de Dios: primero, humildad; segundo, oración. Esta gente no rezaba. No tenía necesidad de rezar. Se sentían seguros, se sentían fuertes, se sentían ‘dioses’. Humildad y oración: con la humildad y la oración vamos adelante para escuchar la Palabra de Dios y obedecerle. En la Iglesia. Humildad y oración en la Iglesia. Y así, no nos sucederá a nosotros lo que le pasó a esta gente: no mataremos para defender la Palabra de Dios, esa palabra que nosotros creemos que es la Palabra de Dios, pero que es una palabra totalmente alterada por nosotros”.

Santa Marta, 21.3.

  • Ver todos los textos en la categoría: Francisco a los peregrinos 2014
  • El objetivo de la peregrinación
    es la renovación de la Alianza de Amor
    en su fuerza plasmadora y misionera;
    la que se manifestará -hacia dentro de Schoenstatt-,
    en la renovación de la Familia
    y -hacia fuera-, en la plasmación de una Cultura de Alianza.

    Documento de Trabajo 2014


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