MEXICO, por Rosario Rodríguez de Ramírez •
La semana pasada sucedió que la persona que cuida nuestro Santuario “María Camino al Cielo” en Monterrey, estuvo fuera de la ciudad visitando a su familia por unos días. Por tal motivo, las diferentes Ramas nos organizamos para no dejar sola la casa de la Mater, y que siguiera abierta en su horario normal.
Al llamado de “La Mater nos invita a cuidar su casa”, sin dudar, sus hijos respondimos: ¡Aquí estoy! Y acudimos alegremente turnándonos para pasar tiempo bajo su mirada amorosa y confiada en nosotros.
En lo personal, mientras estaba ahí en su presencia, viendo jugar a mi nieto Mateo, ¡me sentí como en la casa de mi mamá! Y es que realmente es así. María, la Madre de Dios es también madre mía, y la amo con todo mi corazón.
Me decía a mí misma que, en verdad, soy privilegiada de ser instrumento para sus planes. Agradezco que por su gracia pueda transmitir este amor y devoción a mi esposo, a mis hijos, y ahora a mis nietos. Fue una mañana llena de paz, amor y alegría. Y en mi corazón sentía: ¡Qué bien estamos aquí!