Publicado el 2011-06-27 In schoenstattianos

El burrito de la Mater

mkf. Hoy, 27 de junio, se cumplen 26 años del fallecimiento de Joao Pozzobon, iniciador de la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt. Dios nos regaló en la persona de don João un hombre sencillo, filial, solidario con los más necesitados, un apóstol heroico de María, un modelo de santo schoenstattiano. María lo fue formando en su Santuario con un profundo espíritu de filialidad heroica que traslucía en todo su ser.

 

 

Fue un hombre de oración extraordinario, de honda vida contemplativa, marcada por su tierno amor a su Madre y Reina y por una notable devoción eucarística y trinitaria. Al mismo tiempo fue esposo y padre de familia ejemplar, un hombre de trabajo, justo y honesto. Nunca descuidó sus obligaciones familiares o laborales por un intenso apostolado. Su íntima Alianza de Amor con María plasmó en él un modelo de santidad en la vida diaria. La persona de don João es un ejemplo con rasgos marcadamente particulares de la encarnación de los ideales de Schoenstatt y es para la misma Campaña un modelo de lo que ella quiere lograr y seguro y garantía de fidelidad a las fuerzas originales de las cuales ha surgido. (Documento Santa Maria 1989)

Fruto del 31 de mayo

La Campaña de la Virgen Peregrina nació en un marco histórico de Schoenstatt muy especifico: el 31 de mayo de 1949 y los viajes internacionales del Padre Kentenich.

La Campaña es una respuesta a los anhelos que movieron al Padre Kentenich: el deseo de tener aliados para la misión, de expandir y popularizar la Alianza de Amor, de complementar y enriquecer Schoenstatt a través de un gran movimiento popular de peregrinos y de vivir el organismo de vínculos a lugares, personas, valores, a una misión.

La Campaña es una nueva Visitación de María a nuestros tiempos. María se pone en camino urgida: «Surgió María y se encaminó presurosa».

El pequeño alumno del Padre Kentenich

Presentamos un sincero homenaje de la Campaña del Rosario de Tucumán al pequeño alumno del Padre Kentenich, que hasta su muerte llevó la imagen de la Mater por los caminos de su Brasil natal, fiel a su amor a Ella y su Hijo.

Los misioneros seguimos su ejemplo, tratando de ser, como él gustaba llamarse «los burritos de la Mater».

 

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