Publicado el 2012-04-29 In Jubileo 2014

Dame tu rostro: los rostros detrás del título de la acción 2014 “Mosaico de la MTA”

P. Martin Emge/org. Se propaga, lenta pero segura, la iniciativa del Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt con la imagen de gracias de la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt integrada por miles de rostros. Entre tanto, el enlace a esta página se encuentra no solamente en schoenstatt.org sino también en la nueva página nacional del Movimiento de Schoenstatt en Chile www.schoenstatt.cl y en www.tabormta.org, la página de Santa María, Brasil. Se sobrepasó la meta propuesta para Pascua: llegar a tres mil fotos. «Dame tu rostro» se titula esta acción. Un título que despierta muchas asociaciones. Mi rostro para Schoenstatt, mi rostro para la obra mundial de la MTA. «Queremos reflejarnos en tu imagen» (HP 180)… o el lema de la JM de Brasil: Muestra tu rostro… Pero ¿cuál es el origen de este título? Lo explica la Hna. Rita Breuer fma, de Magdeburgo, que el pasado lunes de Pascua a pedido del P. Martín Emge, escribió sus recuerdos y los ha puesto a disposición de todos.

Aquí el relato de la Hna. Rita Breuer fma:

Desde Pascua de 1969 integré el primer grupo de niñas en la parroquia S. Ewaldo Bocholt. El párroco, P. Albert Bettmer (del Instituto de los sacerdotes diocesanos de Schoenstatt), junto con la Hna. Bernardine Berger, Hija de María Auxiliadora de Essen Borbeck, nos reunieron con la finalidad de formarnos como dirigentes de grupo. Debíamos colaborar para plasmar una activa juventud femenina parroquial. En este círculo de dirigentes se constituyó, durante el año 1969, un núcleo central mariano. El 8 de diciembre hicimos, por primera vez, una consagración a María. A fines de abril de 1970 nos encontrábamos regularmente cada dos semanas en una reunión de grupo, y alternadamente, también cada dos semanas con el círculo de dirigentes. Después de un largo período de reflexión, decisión y preparación, el 9 de diciembre de 1971 fundamos la Congregación Mariana (CM) con dos grupos CM I y CM II, con la consagración a María hecha en el Santuario de Schoenstatt de Biemenhorst.

La primera jornada de la CM tuvo lugar desde el 2 hasta el 8 de enero de 1972 en Niederlandenbeck, cerca de Eslohe, en Sauerland. Desde el 4 de marzo de 1972 nos encontramos mensualmente – siempre el día 4 – para hacer una hora de adoración en el Santuario. Después del 10 de octubre de 1972, fue el 10 de cada mes el día de nuestra hora de oración en el Santuario.

Desde el 7 hasta el 14 de octubre de 1972 volvimos a Niederlandenbeck para nuestra segunda semana de formación en la CM. Las palabras clave de estas semanas eran: formación de la conciencia, desarrollo personal, fe en la Divina Providencia. El P. Bettmer condujo esta jornada junto con la Hna. Bernardine. Estos datos precisos los he leído en una suerte de crónica escrita por Erika Feighofen. No recordaba exactamente estas cosas, salvo el comienzo de mi pertenencia al grupo.

La imagen en blanco y negro que estaba sobre el armario

Lo que sigue es lo que ha quedado vivo en mis recuerdos:

Esa semana de octubre, desde el 7 al 14, la viví como una semana de búsqueda de nuestra verdadera misión como CM. ¿Cuál es el significado de pertenecer a la CM? ¿Qué es lo que debe caracterizarnos especialmente? ¿Qué tareas, metas… están relacionadas con nuestro grupo?

Recuerdo los encuentros en la sala de reuniones. Sobre el armario estaba la imagen de Nuestra Señora de Schoenstatt (sin marco), en blanco y negro, delante de ella una vela y un florero. Nos encontrábamos allí para elaborar los temas en común. El 10 de octubre se trató la fe viva en la Divina Providencia (crónica), que el párroco nos quiso acercar en su conferencia. En la pausa fuimos todas al patio y jugamos a la pelota, el párroco nos acompañó, la Hna. Bernardine se quedó en la casa.

De repente ella vino al patio con la imagen de la Sma. Virgen en la mano. Corrimos hacia ella y vimos que se había quemado. Entonces la Hna. Bernardina nos contó que la vela la había quemado. Ella había notado el olor y corrido a la sala. A causa de una corriente de aire la imagen había caído sobre la llama y esta le había ocasionado un agujero. Por suerte no pasó nada más.

Se había quemado el rostro

Recuerdo nuestra consternación, quedamos totalmente calladas mirando solamente la imagen. ¿Y ahora? Si recuerdo bien, el párroco fue el primero en decir algo. Nos invitó a reflexionar en silencio sobre este acontecimiento, ante todo cada una para sí misma, en una caminata hasta Hengsbeck, pasando por Oberlandenbeck y regresando a Niederlandenbeck. Recuerdo aún que en el primer momento interpreté negativamente esa imagen: María se aparta de mí, no quiere hacer nada más conmigo… pues su rostro se ha quemado, Ella no me mirará más. Esto me entristeció mucho y corrieron las lágrimas, me encarcelaron mis pensamientos, no podía reconocer ningún “mensaje”…

Cuando volvimos a nuestro alojamiento nos sentamos y se presentó la cuestión en la sala: ¿qué nos quiso decir Dios, o también la Sma. Virgen con este suceso? Eso no ha sido una “casualidad”, lo teníamos muy claro. Aquí alguien – Dios – ha puesto algo detrás.

Un pedido para cada uno de nosotros: ¡dame tu rostro!

No recuerdo las expresiones individuales de las niñas, solo sé que al final del día interpretamos ese acontecimiento como un mensaje y lo expresamos con esta frase: “¡Dame tu rostro!”

Un pedido de la Sma. Virgen a cada una de nosotras: ¡dame tu rostro! Esto fue un encargo, un desafío personal, debíamos y deberíamos ser el rostro de María para nuestra época.

No sé si fue también en ese día, pero para mí el mensaje de nuestra imagen estuvo y está vinculado con mi súplica a María:
“¡Dame tu rostro!”, esto es, ayúdame a vivir hoy como Tú.

Este año se repite este 10 de octubre por cuadragésima vez.

El mensaje permanece y con él el desafío de ser hoy el rostro de María y, a la inversa, confiarle a María mi rostro, mi vida.

Algunos pensamientos más allá del evento concreto

El rostro representa al ser humano como tal, entonces, cuando me encuentro con una persona que me muestra su rostro, siento simpatía, alegría, aceptación… o rechazo, dureza, pena… El rostro de una persona me “habla”, y también el mío les habla a las personas con quienes me encuentro. Y este encuentro debe ser bueno, cortés, abierto, si es posible cariñoso, para que a través de mí experimenten algo del hombre transformado por el amor de Dios, de Cristo, que se nos regaló por medio de María. Fue llamada a ser la Madre de Dios, dijo SÍ y ese único SÍ de la Anunciación fue vivido fielmente durante toda la vida.

“¡Dame tu rostro!”

Un mensaje, un pedido, una tarea para mi vida, aún después de cuarenta años.

Aunque no lo haya captado de la misma manera, el párroco me ayudó a descubrir este mensaje para mí y para mi vida, y a seguir en esta huella – por momentos alegres y dolorosos – cada día de nuevo, hasta hoy.

Magdeburgo, 9 de abril de 2012

Hna. Rita Breuer fma.

Participar: Dáme tu rostro

Traducción: aat, Argentina

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