EL SALVADOR, por Claudio Martínez y Florencia Couto •
Con pupusas y un buen vino Carmenere, su cepa preferida, un emocionado Padre José Luis Correa cerró su ciclo de 8 años en El Salvador. No faltaron abrazos y algunas lágrimas derramadas. No era para menos: se trataba de un viaje especial porque fue el último como responsable de Schoenstatt Centroamérica, ya que pronto dejará Costa Rica y la región para trasladarse a Alemania. —
“El padre ha sido una fuente inspiradora, principalmente por su liderazgo. Deja una huella imborrable en nosotros, nos impregnó el sentir de la Mater. Su entusiasmo y su fe nos contagió a todos”, confesó Billy Nasser, quien junto a su esposa Silvia son los coordinadores de Schoenstatt en El Salvador.
Matrimonio Billy Nasser y Silvia Mayo, coordinadores del país, con Padre José Luis Correa y Padre Raimundo Costa en vinculación con Movimiento de Schoenstatt El Salvador.
Desde casi cero a cien familias
Siempre es necesario recordar el rol fundamental que tuvo el Padre José Luis en la expansión del movimiento en El Salvador, que actualmente cuenta con alrededor de cien familias. Él, en colaboración con los costarricenses Patricia e Isidro Perera, inició la Rama Familia en 2017, que ya tiene con cinco grupos de matrimonios, uno de los cuales pronto hará Discernimiento y en pocos meses se tendrá el primer Fortalecimiento Matrimonial en el país.
Además, se formó el primer grupo de jóvenes profesionales (mujeres), que hizo Alianza de Amor en la reciente visita del padre, junto con otras mujeres del G5 (grupo 5) de Señoras. “Son las primeras de la rama de jóvenes profesionales. Les va a tocar abrir ruta”, comentó ilusionado el sacerdote. Y también les encomendó que se sumen a las que ya hicieron Alianza de Amor, pero a todas les motivó con estas palabras. “Entran a jugar el mejor partido. Entran de ganadoras. Con los corazones abiertos a la Mater”, agregó.
Padre Raimundo y Padre José Luis con jóvenes profesionales
Uno siembra, otro cosecha
Otros hitos del Padre Correa en el pequeño país centroamericano es que recientemente comenzó la Rama de Hombres, que el próximo año harán Alianza de Amor y el primer grupo de LAF (Liga Apostólica Femenina). “Uno siembra, otro cosecha”, comentó con su característica jovialidad.
Por su parte, Patricia Fernández de Perera, quien acompañó al padre en su último viaje a El Salvador, afirmó: “No es fácil decir adiós y confío en que sea un hasta pronto. Este año ha sido de muchos cambios en mi vida y la noticia de su partida fue otro reto a superar en mi vida, pues le tengo un gran cariño y admiración”.
Todos presentes
El testimonio de Patricia Fernández
“El Padre José Luis nos contagió a Isidro y a mí hace más de seis años de su energía y determinación para lograr cosas lindas en El Salvador. Le agradezco que nos permitiera acompañarlo en esta misión, en este apostolado que nos regaló. Con su guía y consejos se ha logrado que la familia crezca, una familia que le recordará siempre con mucho cariño y total agradecimiento a su entrega y carisma”, reconoció Patricia.
“Sigan creciendo”, finalizó el Padre José Luis. Y el sentir de todos los schoenstattianos salvadoreños fue unánime: gracias por todo, Padre… ¿Qué hubiese sido de nosotros sin ti? Oramos por su vocación y la nueva misión que se le ha encomendado.
Encuentro con sacerdotes diocesanos en la Parroquia del Padre Manuel (de negro), a las afueras de San Salvador, que conoce Schoenstatt desde su época de estudios en Roma, donde frecuentaba el Santuario de las Hermanas. También aparece el padre Edgardo José, que también iba a ese mismo Santuario. Él fue rector del Seminario Mayor en la capital salvadoreña durante tres años. A los costados aparecen un sacerdote y un diácono en tránsito de una comunidad nueva y un sacerdote filipino de Verbum Dei.
