Publicado el 2013-04-07 In Vida en alianza

“Sígueme, caminemos juntos”

ROMA/ARGENTINA, P. Alberto Eronti. Ha terminado la Semana Santa y con ello llega otro momento en el recién iniciado papado de Francisco. Terminadas las celebraciones de la “Gran Semana” deberá comenzar a actuar. Hoy su nombre no aparece en la primera página de ningún diario argentino, está en la segunda o tercera página. La espuma comienza a bajar y Francisco tendrá que comenzar a tomar decisiones prácticas en el servicio de Pastor que guía. Es cierto que desde que asumió no habló solo con palabras, sino también con gestos; pero ahora deberá avanzar.

Creo conocerlo bastante. De hecho mi decisión de dejar Roma y mi tarea en el Pontificio Consejo para los Laicos la tomé tras conversar con él. No puedo saber cómo actuará ahora, pero si se como actuó en Buenos Aires desde que si hiciera cargo de la Arquidiócesis. Primero trazó los rasgos “gruesos” de su proyecto. Rasgos concretos, pero no minuciosamente determinados. Avanzó en esos rasgos “gruesos” y luego fue bajando a la vida y tomando decisiones. Con el correr de los años el mosaico se fue viendo con mayor claridad y  belleza. Hizo una gran labor, hoy la Arquidiócesis tiene curas mayoritariamente “con olor a ovejas” y metidos en la calle (respetó siempre a los que pensaban al contrario). Deja un seminario reordenado, con vocaciones sólidas y relativamente numerosas para los tiempos que corren. Sin hacer ruido logró que la Iglesia jerárquica se metiera a servir en hospitales públicos (los más abandonados), en las cárceles y en las villas de emergencia. Fue claro en actuar contra la droga, la trata de personas, la ideología esclavizante del populismo actual (que viene de lejos). Desafió a los dirigentes sean políticos, empresarios, sindicales, religiosos. Señaló la “ineptocracia” imperante en la dirigencia, la mentira y la conveniencia de las corporaciones. Denunció la corrupción como pecado y no como debilidad, porque el corrupto persigue fines espurios conscientemente.

El valor del trabajo en común

En la Arquidiócesis le dio vida al Consejo de Presbíteros (hasta entonces letra muerta), libertad de acción a los cuatro Obispos auxiliares, apoyo a los curas en crisis. Para dar su mensaje usaba tres canales: palabra, gestos y coherencia de vida. No decía: “Tienes que hacer…”, sino “sígueme, caminemos juntos”. Cuando creó la Vicaría para la Educación, que se ocupaba de los colegios religiosos, no lo hizo para controlar, sino para ayudar a buscar juntos nuevos caminos hacia la fe, la esperanza y el amor. Siempre se mostró convencido del valor del trabajo en común. Supo escuchar, supo cambiar si le probaban que estaba errado, supo asumir iniciativas de otros. Lo extrañamos y mucho, lo apoyamos con todas nuestras fuerzas en esta nueva tarea-aventura de servir a la Iglesia. No le faltaban “sombras”, gracias a Dios no era ni se creía perfecto, pero en, con y por su estructura, Dios hizo “grandes cosas” en él y por él.

Se trata de descentralizar, agilizar, animar, confiar

Su pontificado ha despertado grandes expectativas, demasiadas para un solo hombre. Por sus limitaciones va a decepcionar a algunos o muchos, por sus luces pondrá felices a otros… Personalmente parto de esta perspectiva: es el Papa que tiene que retomar el Concilio Vaticano II, la Evangelii Nuntiandi, y para nosotros (iberoamericanos) los Documentos de Puebla y Aparecida. Todo lo por hacer está ahí.

Si se mueve como lo hizo en Buenos Aires, irá trazando primero los rasgos gruesos de su pontificado y creando “delfines” para continuarlo. Se habla de una especie de “senado” del Papa: tres Cardenales u Obispos por Continente. Se habla de una nueva función del Sínodo de Obispos (hasta ahora sirvió para sacar más documentos). Se habla de dar mayor libertad a las Conferencias Episcopales de cada nación y a los Consejos Episcopales Continentales. Es decir: se trata de descentralizar, agilizar, animar, confiar. La estela es de Pablo VI y su apuesta al diálogo dentro y fuera de la Iglesia; diálogo con el mundo, diálogo sin miedo, diálogo cargado de amor y voluntad de servicio.

Crear el marco

Recién después debieran ir llegando otras realidades más concretas. Creo que lo primero será crear el “marco”, orientar la navegación de la barca. En este sentido tengo un temor, lo expreso con dos ejemplos disímiles pero claros:

El primero del entonces ya viejo general Perón. A raíz de la caída de Salvador Allende en Chile, le preguntó un periodista: “¿Cree Ud. que Allende fracasó?” La respuesta del viejo general fue: “No sé si fracasó, pero si fue así lo hicieron fracasar los apurados de siempre. Esos que creen que la revolución se hace en pocos días, cuando en realidad se trata de un proceso que exige tiempo”

El otro aporte es de José Kentenich, quien hablando de lo que llamaba la Iglesia “antigua” y la Iglesia de la “nueva orilla” decía: “Hemos abandonado la orilla antigua, que desaparece más y más de nuestra vista. Pero existen muchos dirigentes y seguidores que se aferran a ella crispadamente. No hemos arribado aún a la nueva orilla. Por eso hay tanta falta de claridad y de seguridad en todas partes; por eso el educador y el pastor de hoy necesitan más coraje pero también más tacto que en otros tiempos. Quien está, vive y trabaja entre dos épocas contrapuestas ha de contar con no ser cabalmente entendido por nadie, ni por lo antiguo ni por lo nuevo. Lo que los conservadores llaman ‘demasiado progresista’, los progresistas lo llaman ‘demasiado conservador’… Tienen que estar dispuestos a ser…triturados entre dos piedras de molino…”

Construir la casa antes de comprar los muebles

Hay muchas expectativas y no se puede avanzar a la misma velocidad en todos los campos. Aquí ya aparecieron los primeros dardos de la Fraternidad de San Pío X, de los Lefrevistas, de la Comunidad del Verbo Encarnado… Están atornillados a la antigua orilla, llenos de formas y de lujos, de normas y liturgias que “aseguran la salvación”…  También están los que pretenden “ir por todo”, esto es los progresistas que no aceptan un proceso orgánico de avance. Son los que hablan de temas como: la Comunión de las parejas en situación irregular, de las corrientes feministas, de los que identifican servir al mundo con ser mundanos… Sobre estos temas hay que tomar decisiones que son necesarias, pero hay que hacerlo con estrategia, con astucia evangélica.

Es tonto querer construir una casa y en vez de hacer primero el proyecto, luego las paredes, el techo, etc, comenzar comprar los muebles, las alfombras, discutir qué cuadros colgar en las paredes, etc. ¡Si todavía no hay casa! Habrá que construir primero la casa y luego pensar en el amueblamiento y la decoración… Me preocupan “las dos piedras del molino”, esas que trituran… Claro, entiendo que, como hijo del Vaticano II y del Pontificado de Pablo VI, llevo más de 40 años anhelando lo que no se hizo, pero tampoco querría abortar una gran posibilidad con premuras o presiones. En fin, son ideas, sentimientos, temores e ilusiones que me nacen imaginando al Papa Francisco hoy. ¡Ni qué decir de la necesaria reforma de la Curia Vaticana! El Papa Bergoglio hará todo de su parte, nosotros hemos de sostenerlo, apoyarlo, acompañarlo con una fe, una esperanza y un amor comprometido.

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“Sígueme, caminemos juntos”

ROMA/ARGENTINA, P. Alberto Eronti. Ha terminado la Semana Santa y con ello llega otro momento en el recién iniciado papado de Francisco. Terminadas las celebraciones de la “Gran Semana” deberá comenzar a actuar. Hoy su nombre no aparece en la primera página de ningún diario argentino, está en la segunda o tercera página. La espuma comienza a bajar y Francisco tendrá que comenzar a tomar decisiones prácticas en el servicio de Pastor que guía. Es cierto que desde que asumió no habló solo con palabras, sino también con gestos; pero ahora deberá avanzar.

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