Publicado el 2011-09-05 In Vida en alianza

Entre las miradas de Cristo y María…

Detalle - Cruz de la Unidad, NogoyáARGENTINA, Guillermo Romero. Schoenstatt en Nogoyá, provincia de Entre Ríos, se prepara para vivir un acontecimiento particularmente singular: la bendición de la “Cruz de la Unidad” obra escultórica monumental. El próximo 6 de noviembre están todos invitados a congregarse como familia para vivir este acontecimiento en la Ermita de la Mater en Nogoyá.

 

 

 

Se transcribe aquí la carta motivadora escrita a la familia de Schoenstatt de Nogoyá, carta que tiene un potencial inspirador que llega mucho más allá de este lugar.

La Gran Señal de los tiempos actuales

Detalle - Cruz de la Unidad, Nogoyá“Es un llamado a la unidad que urge en nuestra patria, para reconstruirla en profundos vínculos filiales, es un signo que nos recuerda el llamado del Padre y Fundador que nos dice, María es la Gran Señal de los tiempos actuales, todo su ser y su actuar nos recuerdan el actuar de la Iglesia y de cada cristiano en la obra de redención de Cristo.

Colaboradores en la misión de Jesús

La Cruz de la Unidad, signo del ideal de aquellos primeros sacerdotes schoenstattianos chilenos y que encarna la Misión del 31 de mayo, amplía ahora su perspectiva al levantarse majestuosa desde la Ermita de Nogoyá, recordándonos que como María, somos colaboradores en la misión de Jesús.

Esa vivencia de la fe nos hace solidarios entre nosotros y nos abre al secreto más profundo del Padre Kentenich “tirar de la carroza triunfal de María, la Portadora de Cristo a todos los pueblos”.

Las manos abiertas del Señor, como se abren las manos de un sembrador para esparcir la vida sobre la tierra

Detalle - Cruz de la Unidad, NogoyáEsta Cruz de la Unidad, es una obra monumental de 8 m. de altura, realizada íntegramente en hormigón reconstituido. Tiene un fuerte carácter simbólico, representando un momento crucial de la vida de Cristo y María: el de la crucifixión, este simbolismo es en algunos aspectos no histórico, ya que representa a Cristo vivo mirando a su Madre con el costado abierto. En este pensar simbólico podemos apreciar como Dios Padre Providente – en su símbolo – mira la obediencia del Hijo en la cruz; la aureola de sol victorioso que corona la majestad de la divinidad de Cristo; el cuerpo del crucificado se encuentra vivo en el Dios vivo; María, con el cáliz, representa a la Madre Virgen colaboradora del Señor y al mismo tiempo a la Iglesia – de la que Ella es símbolo – que recibe del costado la gracia de los sacramentos; los dos pies cruzados en señal de obediencia; los clavos toman forma de pétalos de jazmín imperial sobre el cuerpo incorrupto de Cristo; las manos abiertas del Señor como se abren las manos de un sembrador para esparcir la vida sobre la tierra; la herida del costado toma forma de manos en oración y se asemeja a labios entreabiertos porque allí se acerca el cáliz elevado que recoge la sangre y en él se eleva la humanidad a Cristo al tiempo que ese cáliz está cercano al corazón de María; el interior del cáliz tiene la hondura de un nido de gorrión, en esa hondura tan sutil cabe toda la humanidad que es elevada al cielo de manos de la Iglesia. Entre las miradas de Cristo y María existe una perspectiva de encuentro, son ojos que se disuelven entre las estrellas del firmamento, la mirada de la Madre se eleva, la de Cristo se hunde a lo terreno”.

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