Publicado el 2011-01-04 In Vida en alianza

Cartas al Niño Jesús

Pesebre en el Santuario de Ciudad del EstePARAGUAY, Gloria de Ruiz Díaz. En una «estrecha solidaridad de destinos con el Fundador», la familia de Ciudad del Este ha acudido a la cita de las 9 de mañana del 24 de diciembre en el Santuario del Terruño. Una cita a la que desde hace unos años convoca la rama de madres, para que todos juntos, en el día de la Natividad del Señor, eleven su plegaria al Niño Dios por la pronta canonización del Padre Kentenich.

 

 

La motivación es la historia del Jardín de María, el recuerdo de aquella memorable cartita al Niño Jesús escrita por la Hna. Mariengard, que en la Navidad del año 1941 le pide el «Milagro de la Nochebuena»: la liberación del Padre Kentenich que en ese momento se encontraba prisionero en la cárcel de Coblenza.

En un ambiente de mucha paz

Navidad en Ciudad del EsteEl encuentro se realizó en un ambiente de mucha paz. Los niños y adultos que participaron, hicieron un alto en medio de la vorágine del mundo exterior, que se encontraba muy atareado con las compras de último momento, en la preparación de la tradicional cena, comprando regalos para la noche, etc. El Santuario se constituyó en el lugar por excelencia para previvir el silencio y la paz de esa Noche Santa. Al son de los villancicos, luego de una reflexión en la que se revivió una parte muy hermosa de la historia de Schoenstatt, cada uno de los congregados fue depositando su cartita al Niño Jesús. Solo Dios y la Mater saben todo lo que sus hijos estaban entregando en esos momentos de largos silencios… tal vez traían consigo un cargamento de alegría y gratitud por tantas bendiciones recibidas. Tal vez ofrendaban su tristeza e impotencia ante la diversidad de situaciones que se dan en el seno de las familias. Pero unos y otros estaban entregando sus aportes al capital de gracias. Se percibía mucha emoción en el ambiente, y no pocas lágrimas brillaban en algunos rostros.

Un intercambio de regalos

Se queman las cartas al Niño JesúsVerdaderamente fue un intercambio de regalos. Los oferentes se comprometían a aspirar con mayor intensidad a la santidad, al mismo tiempo que pedían al Niño Dios el honor de los altares para su Padre. Pero como la bondad de nuestro Señor es infinita, todos fueron ya retribuidos con creces por la intensidad de ese momento bajo la dulce mirada de la Mater, a quien se le prometió la fidelidad en este propósito.

Luego de la entrega de las cartitas, se encendió la última vela de la corona de adviento, una vela blanca que recordaba la proximidad del nacimiento del Salvador: la luz de Cristo que llega para iluminar a toda la humanidad, trayendo el mensaje de esperanza en un mundo en el que cada vez es más difícil la convivencia.

Como broche de oro, y portando la imagen del Niño Jesús, se peregrinó hasta el pesebre, en donde se depositó al Niño, y se quemaron las cartitas.

«Un intercambio de regalos… un regalo que quisiéramos compartir con todos… La cita es para el 24 de diciembre de 2011… cuando ‘en una fusión de corazones, y en estrecha solidaridad de destinos con nuestro Fundador’, nos encontremos nuevamente para renovar nuestra súplica, con la fuerza de la alianza de Amor con María y en el retorno permanente de los hijos al Padre».

 

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