AUSTRALIA, Hna. Helen Ockerby. El domingo de Pentecostés, nuestra Madre Tres Veces Admirable fue honrada por miembros del Apostolado de la Virgen Peregrina (internacionalmente conocido como la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt) en su encuentro anual en el Santuario de Mulgoa, Australia. Al término de la santa misa, los muchos coordinadores renovaron su compromiso con la Reina para continuar su apostolado un año más.
El recientemente retirado obispo de Parramatta, diócesis a la cual Mulgoa pertenece, Monseñor Kevin Manning resaltó al inicio de su homilía que esta celebración de la eucaristía hoy fue verdaderamente un evento de Pentecostés, el tener tanta gente de tantas naciones unidos en su deseo de salir y llevar el mensaje del Señor.
Cuatro altares preparados por cuatro grupos nacionales
Antes y después de la misa, se podía ver a la gente rezar en el santuario y cerca de la Estatua del Padre. Para la madre del peregrino más pequeño, ahora de cuatro meses de edad y en su segunda peregrinación, fue una gratitud que llenó los corazones de sus padres.
Monseñor Manning felizmente bendijo a los niños y familias incluso cuando estaba perdido tratando de entender un diálogo animado en árabe que sucedía entre miembros de una familia mientras lograban juntarse para tomar una foto.
La procesión con el Santo Sacramento y la imagen de la Madre Tres Veces Admirable comenzó en el valle a las 2 de la tarde. Los enfermos y ancianos tuvieron la oportunidad de recibir el sacramento de la Unción de Enfermos fuera del santuario, mientras la procesión continuaba la sinuosa subida.
Cuatro altares fueron preparados por cuatro grupos nacionales de: España, China, Croacia y de la India. En cada altar se leyeron textos que resaltaban lo que el fundador de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, había dicho sobre el poder del Espíritu Santo en la vida de María y cómo ese poder sigue disponible y continúa en nuestro tiempo, en la vida y acciones de los cristianos comprometidos. Luego se rezaron décadas del rosario, para finalizar con la bendición fuera del Santuario y todos rezaron por la gran intención de la unidad en la Iglesia.
Para los peregrinos de Melbourne y Victoria, que vinieron en dos buses, su viaje de retorno les tomaría doce horas, permitiéndoles llegar de vuelta a las 6 de la mañana. ¡Nada sin ti, oh Reina de la Alianza, nada sin nosotros!
Traducción: José Barriga, Estados Unidos
