ECUADOR, Angie Santos. Hace ya 50 años un joven de visita en Chile se quedó deslumbrado con Schoenstatt. A su regreso al Ecuador transmitió con entusiasmo a sus amigos lo que ha vivido. Un sacerdote español, capellán de varios colegios de Guayaquil, fue enviado por estos primeros schoenstattianos a Chile para empaparse de esta espiritualidad, y luego de ello supo encender en corazones ecuatorianos el fiel y radical carisma del Movimiento.
Luego de 50 años la Familia de Schoenstatt en Ecuador, que comenzó con reuniones en el pequeño pueblo de Nobol y en un garaje de Guayaquil, y que ha conquistado ya cuatro Santuarios, en Guayaquil, Alangasí, Quito y Samborondón, se apresta a celebrar por todo lo grande este Jubileo con varios eventos que se llevarán a cabo entre el 28 y 30 de mayo del 2010. Uno de los eventos destacados es una conferencia dada por el Padre Ángel Strada.
La fidelidad, el hilo conductor de la historia de la Familia de Schoenstatt en Ecuador
El joven era Pepe Aguayo, el sacerdote, el padre Juan Fernández, estos y otros muchos nombres forman parte de esta hermosa historia, cuyo hilo conductor es la fidelidad y el amor al Padre Fundador.
Inés de Vernaza, miembro de la Federación de Familias, que con ayuda de algunas personas ha recopilado partes de esta historia y entrevistado a los protagonistas que vivieron los comienzos, lo recalca enfáticamente: «lo más hermoso y fuerte de toda esta historia es poder comprobar que el hilo de la historia de Schoenstatt en Ecuador es la fidelidad heroica». Estas investigaciones derivarán en un libro sobre la Historia de Schoenstatt en Ecuador. Este libro ha sido escrito por el Dr. Miguel Macías, historiador, está en etapa de edición, y se espera será entregado en los meses siguientes durante este año Jubilar. El libro recoge las diferentes corrientes de vida de la Familia en estos 50 años y tiene como objetivo perennizar este espíritu fiel y ser una inspiración para las generaciones venideras.
María Antonieta y Florentino Briz, que son de los primeros del Movimiento en Ecuador, corroboran no sólo esa fidelidad sino también la pasión y compromiso que los caracterizaron: «Si pudiéramos resumir en una palabra el espíritu de los inicios de Schoenstatt en Ecuador, diríamos ‘incendiados’, porque el instrumento que la Mater escogió para traer el Movimiento a nuestra tierra – el P. Juan Fernández, – era y sigue siendo puro fuego, hoguera que arde, nos hizo encender en la misión, por el cambio radical en nuestras vidas y por la transformación del Ecuador en Cristo».
Un regalo que se convirtió en ideal
El símbolo central de la Familia de Schoenstatt de Ecuador es la patena en manos del Padre Kentenich. Representa no solo su herencia sino también su ideal. Un grupo de chicas de la Juventud envió al Padre una patena como regalo, el Padre a su vez, consagró a la Familia de Ecuador en esa patena y luego la envió de regreso con una carta, como regalo y legado. Aquellos primeros ardían en amor al Fundador y esperaban su visita. Pronto después de recibir la patena y una promesa de visita, recibieron la noticia del fallecimiento del Padre Kentenich. Pero el amor a él fue en aumento y lo han sabido transmitir a las generaciones que siguieron.
La Adoración Eucarística en el Santuario siempre ha ocupado un lugar especial en la vida del Movimiento y por ello es también la forma próxima de cómo se han venido preparando a este Jubileo, con 50 horas de Adoración. Del 10 de abril al 29 de mayo cada rama y comunidad se ha hecho cargo de una hora de adoración.
Los miembros de la Familia de Ecuador quieren compartir su alegría con el resto de la Familia de Schoenstatt y esperan que se a con ellos en una oración de gratitud. La Oficina de Prensa de Schoenstatt estará cubriendo los eventos relacionados con este Jubileo.
Video sobre la historia de Schoenstatt en Ecuador
