Publicado el 2010-02-12 In Vida en alianza

Tras años de organizar cadenas de oración por las misiones familiares… ¡a misionar!

Misiones Familiares en LoberíaARGENTINA, Carlos Ricciardi. Desde hace 11 años organizamos la cadena de oración por las {cms_selflink page=»misiones-familiares» text=»Misiones Familiares«}, como una pequeña colaboración y apoyo a los misioneros, pero nunca habíamos participado de ninguna misión… Desde este año, hay un misionero honorario menos… y hay un misionero efectivo más, ya que tuve el regalo de la Mater de poder participar en la misión de Lobería. Realmente fue una experiencia única.


Carlos RicciardiResulta difícil transmitir todo lo que se vive en las {cms_selflink page=»misiones» text=»Misiones Familiares«} y mucho más poder escribirlas en unas breves líneas. Trataré de poder concretarlo. Había comenzado el 2010 y no pensábamos, por cuestiones laborales, en que podíamos ir a las Misiones Familiares. Pero uno propone y Dios dispone. Diversos inconvenientes en tres de los cinco matrimonios que debían misionar en Lobería, enfermedades, cuestiones laborales, nos hicieron pensar que quizás podríamos acompañar a los dos matrimonios que quedaban y darles una mano en esta tan bella tarea que es misionar en familia…

Como dije, si bien veníamos colaborando desde hace 11 años en forma indirecta con las Misiones, nunca habíamos participado. Nos colocamos en manos de la Virgen para que solucionara nuestro problema laboral, y sentimos que aunque sea uno de nosotros debía ir. Y así fue como el lunes 25 de enero partí rumbo a Lobería, gracias a Lilita, mi señora, que se quedó trabajando.

Un clima de familia y de integración entre todos los misioneros

De la misión participamos 37 misioneros, 7 adultos y 30 jóvenes, de entre 12 y 28 años, tres de los cuales eran de Lobería. Siempre nos había sorprendido eso de misionar las familias con sus hijos, en una época que podían estar vacacionando o descansando y esta era mi oportunidad, ya superado los sesenta… años… de poder misionar. Debemos aclarar que van familias con sus hijos y otros chicos que son, en esa semana, «hijos de misión» y que la misión se realiza dos años seguidos en cada localidad. Este era el segundo año de misión en Lobería.

Actividad con niñosAl llegar, y luego de instalarnos en el Colegio Nacional, salimos a recorrer el barrio que íbamos a misionar, avisando que estaríamos una semana en el barrio y que realizaríamos distintas actividades. Allí nos dimos cuenta de la alegría con que nos recibían – quiere decir que el año anterior habían hecho bien las cosas. Ya de entrada noté el clima de familia y de integración que había entre todos los misioneros, a pesar de la diferencia de edad y de que algunos no me conocían. Era evidente que teníamos algo en común: llevar la Peregrina a cada casa para dejar un mensaje de fe, de esperanza, poder rezar con los misionados y fundamentalmente escuchar las necesidades y dificultades que tienen nuestros hermanos.

¡Misión número 12!

Al día siguiente comenzamos nuestra tarea de visitar los hogares. Salíamos de a dos o tres misioneros a visitar las casas previamente asignadas. A mí me acompañó a misionar una joven de 18 años que esta era su misión número 12. Un lujo para mí poder aprender a misionar de una joven con tanta experiencia en las Misiones Familiares. En los demás días me acompañaron otros jóvenes que también me enseñaron mucho con su frescura y decisión para misionar.

«Lo que quiero es trabajar»…

Misiones Familiares en LoberíaSi mucho aprendí de los misioneros, qué decir de los misionados. En muchos casos nos estaban esperando para tomar unos mates, poder charlar y rezar una oración a la Virgen. En otros casos para contarnos sus inquietudes, preocupaciones, enfermedades, anhelos, trabajos. Realmente fue una gracia de Dios poder escuchar… simplemente escuchar las necesidades de nuestros hermanos. Nosotros no le pedíamos ni votos ni le prometíamos regalos o premios especiales, simplemente llevamos la imagen de la Virgen Peregrina de Schoenstatt, el rosario y una imagen de la Sagrada Familia que el Padre Julio, párroco de Lobería, nos había dado para regalarle a cada familia visitada.

La experiencia que vivimos en esta semana de misión fue muy fuerte. Los testimonios de los misionados nos marcaron por su sencillez y claridad en el planteo de la necesidad y en la resolución del problema. Alfredo, uno de los que visitamos, próximo a ser despedido ya que vendían la empresa donde trabajaba desde hace 17 años, nos decía que: «lo que quiero es trabajar, no me interesan las limosnas, ni dádivas de los de arriba; me interesa trabajar para poder mantener a mi familia y forjar un futuro a mis hijos». El había construido su casa humilde, con mucho esfuerzo, junto a su esposa, y estaba orgulloso de ello, pero nos decía: «a veces noto que el que más tiene no nos deja crecer a los que menos tenemos». Nos despedimos de él y su familia con una oración y un fuerte abrazo. En ese abrazo notamos el agradecimiento que nos daba por escucharlo… en realidad éramos nosotros los que estábamos agradecidos a él, por todo lo que nos había enseñado. Como este testimonio hay muchos más que con palabras simples y claras presentaban la realidad de nuestro país y de lo fácil de solucionarlo, si todos tuviéramos buena voluntad y pudiéramos escucharnos uno poco más. Pedro nos comentaba que «con los subsidios que se da a la gente no consiguen a nadie para trabajar en el campo», mientras que Micaela nos comentaba «que trabajo hay pero lo difícil es cobrar, especialmente del que tiene más».

El Pacto del Bicentenario de las Misiones Familiares

Actividad con niñosAparte de la visita a las casas que hacíamos a la mañana, por la tarde se realizaban otras actividades, como por ejemplo juegos y catequesis para los más chicos del barrio, charlas para los jóvenes y visita al asilo de la localidad. El día que vistamos el asilo era el cumpleaños de María, a quien le llevamos una torta y le festejamos su cumple. La cara de María era impagable cuándo aparecimos con la torta, llena de sorpresa y de una alegría contagiosa.

También teníamos nuestro momento de reunión como misioneros en el que analizábamos la tarea desarrollada y comentábamos las distintas experiencias vividas por cada uno. Además, y con motivo del bicentenario de la Patria, trabajamos en grupo lo que deseamos para nuestra Patria, como Misiones Familiares, con motivo de cumplirse 200 años en mayo de este año. Como conclusión a este trabajo hicimos el {cms_selflink page=»pacto-bicentenario—argentina» text=»PACTO DEL BICENTENARIO«} que firmamos todos en un marco de profunda responsabilidad y compromiso con el futuro de nuestra PATRIA FAMILIA.

Compartiendo las virtudes artísticas de cada uno de los misioneros en el fogón

A las tardecitas teníamos la misa celebrada por el Padre Beltrán, que nos acompañó en la misión, en la Capilla San Esteban, ubicada en el centro comunitario del barrio. Después de la cena, los misioneros – jóvenes y adultos – teníamos nuestro encuentro en el «fogón» donde compartíamos con alegría y sana diversión las virtudes artísticas de cada uno de los misioneros. Al finalizar el día, todos los misioneros nos reuníamos en la Capilla para hacer la oración de la noche, momento que mencionábamos a cada uno de los que había rezado por nosotros en ese día. En ese momento de recogimiento sentir los nombres de todos «los misioneros en la oración» fue un momento de profunda emoción para nosotros y de unión espiritual con cada uno de ellos. Nuestra gratitud, y la de todos los misioneros, por las oraciones, rosarios y misas que ofrecieron por las Misiones Familiares. Realmente se siente la fuerza de la oración… ¡MUCHAS GRACIAS!

No vaya a un SPA para rejuvenecer, ¡vaya a las Misiones Familiares!

El último día de misión hicimos una misa para todo el barrio en un playón cercano al centro comunitario, y luego una peña donde participaron distintos interpretes del barrio y de los misioneros. Una fuerte tormenta nos obligó a terminar la peña antes de tiempo ya que la misma se realizó al aire libre. Realmente terminamos con lluvia que seguramente le hará muy bien al campo y a nosotros también para refrescarnos un poco del intenso calor de esos días de verano y de las intensas emociones vividas. Si me preguntaran qué me parecieron las Misiones, no dudaría en contestar que es una experiencia maravillosa, en la que uno va a misionar y termina siendo misionado por los misionados y por los demás misioneros que nos acompañaron. A mi edad (con muchos años de ser joven) aprendí muchas cosas que me permiten tener mayor confianza de que es posible cambiar nuestra sociedad, con el ejemplo de estas familias y de estos jóvenes comprometidos con la Iglesia y con su país.

Por último mi profundo agradecimiento, en primer lugar a Lilita que se quedó trabajando, luego a Gabriela, Gastón, Graciela, Víctor, Patricia, al Padre Beltrán, al Padre Julio (que siempre estuvo a nuestro lado viendo lo que necesitábamos), a las cocineras, y en especial a cada uno de los jóvenes que misionaron, por todo los que me regalaron en estos días de misión y por el respeto y cobijamiento que me brindaron con mucho cariño y amor. Y me olvidaba de agradecer a alguien muy importante… a la Virgen Peregrina… sin ELLA no hubiéramos podido cumplir con nuestra misión ya que «ELLA ES LA GRAN MISIONERA» y «ELLA OBRARÁ MILAGROS».

PD: Si alguno de los adultos piensa en rejuvenecer 20 o 30 años, no vaya a un SPA… ¡simplemente vaya a las Misiones Familiares!

3 Responses

  1. Juan Barbosa, Córdoba - ARGENTINA dice:

    ¡Excelente la Nota!.
    Con Matilde vamos a invitar a la OF de Córdoba a leer la Nota como motivación al ENCUENTRO FAMILIAR 2010 de Huerta Grande en Julio.
    Una conclusión entre muchas que pueden sacarse…¡ Qué ORGULLO ENORME sentimos los schoenstattianos por tener esta Familia ! ( Mérito y elección de nuestra MAMÁ !!!)

  2. Oscar Iván Saldivar dice:

    Excelente el artículo! Muchas gracias por el testimonio y por la confianza en la MTA!

    Desde Sión me uno a la gratitud de cada uno de los misioneros.
    Un fuerte abrazo!

  3. Rodrigo Carvallo dice:

    Muy bueno el Testimonio que han estampado y especialmente el último comentario, es verdad, no hay que a un Spa, una semana de estas nos llena el alma, especialmente con la fuerza que impregnan cada uno de nuestros hijos, (propios y acogidos) sin ellos esto no tiene ni fuera ni sentido. Un abrazo a la distancia, gracias por compartir este sentimiento, gracias al P.Hernán Alessandri por haber podido interpretar tan claramente este querer de DIos.

    Un abrazo desde el Santuario de Los Pinos…

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