CHILE, Fernando Besser Mahuzier •
Varios meses después de publicar la “Carta de la Juventud”, escrita por jóvenes de la Juventud de Schoenstatt de Chile, Fernando Besser Mahuzier, de la Federación de Familias, se acercó a Schoenstatt.org para ofrecer una carta escrita por él, el 17 de diciembre de 2018, en respuesta a los jóvenes. Con gusto la publicamos aquí. Que sea la primera de muchas más respuestas a los temas de la carta o a temas que surgen después de la lectura de la misma. —
La inquietud de Fernando Besser surgió porque “Muchos federados que conocieron la carta me escribieron para agradecerme por hacerlo. Les preocupaba no escuchar ecos de un documento tan contundente y sólido, con tanto cariño y con tanta esperanza. Ellos sentían y yo siento que es muy importante seguir haciéndolo porque éste es tiempo urgente para Schoenstatt de conversar para acordar; de escucharnos y preguntar hasta entender, de conmovernos para empatizar y misericordiar, de hacer algo desde nuestras posibilidades y de invitar a otros a hacer lo mismo; todo según nos enseñó nuestro P. Hernán Alessandri».
Fernando Besser Mahuzier es schoenstattiano desde 1968, desde Montahue (Concepción, Chile). Tiene 65 años y es Ingeniero Civil Mecánico Industrial, casado con Inge Spichiger, participan en la Federación Apostólica de Familia, Región Inmaculada, Territorio Chile y Bolivia. Tienen 3 hijas, las 3 Marías, nacidas entre 1980 y 1984. En el apostolado, les gusta trabajar con jóvenes, especialmente acompañándolos en su preparación al matrimonio: “Es fresco, novedoso, chispeante; uno se encuentra con la fuerza innata, instintiva, emocional, afectiva e intuitiva del amor expresado. Hoy casi todos son convivientes y buscan consolidar y bendecir su unión y su familia; es muy interesante y nuevo”.
Una carta de respuesta
Santiago, 17 de diciembre de 2018
Queridos jóvenes de Schoenstatt:
Contento y agradecido, les escribo en respuesta a su carta del 12 de septiembre de 2018. Su carta está muy meditada y es producto de un largo trabajo donde cada palabra está sopesada para adquirir el tono preciso. Felicitaciones a los redactores y a los revisores, seguramente ha sido una gran experiencia de consenso para comprobar que se requiere mucho trabajo para construir y hacer Schoenstatt.
Me resulta especialmente interesante y coincidente la “denuncia” que hacen bajo el título de “una familia con muros”, donde señalan “…para evitar problemas, tensiones y situaciones complejas, levantamos paredes o separamos espacios, para así no interferir (e incluso no pronunciarnos) en los temas del otro.”; y culminan con “Hacemos una invitación a dejar de lado las soluciones a medias para que se dé un diálogo efectivo, sincero, sanador y comprometido”.
Es hora del diálogo real, del diálogo en alianza
En Schoenstatt necesitamos conversar, dialogar y crear todos los espacios posibles para encontrarnos, en todas las formas posibles.
- Quienes hacemos familia sabemos que no bastan las buenas intenciones, hay que invertir tiempo para dialogar conyugalmente, para dialogar con los hijos, para dialogar en Schoenstatt. Los santuarios son una promesa para avanzar en esto, en la medida que vayamos a estar, a rezar, a acompañar a otros que estén allí. Hay mucha pastoral que desarrollar e inventar, para que los que vayan a saludar a la Virgen, vuelvan a ir y se sientan acogidos… entonces, la Mater los enamorará y hará lo suyo.
- No sólo tiempo, también espacios, ritos y costumbres nuevas; actividades con sentido que sean entretenidas y nos traigan felicidad. ¿Ponerse en salida e ir a las periferias de Schoenstatt al menos… una vez al año, al semestre, al trimestre? Para nosotros y para muchos federados, las Misiones Familiares han sido una experiencia inolvidable en este sentido.
- También, WhatsApp, Web, mailing, Facebook, Twitter, LinkedIn y muchos otros espacios de entorno y comunicaciones que nos ayuden a rezar unos por otros, a interesarse y preguntar, para entender y conmoverse, para involucrarse y misericordiar, y moverse a la acción de sus propias posibilidades (“voy a”) pidiéndoles a otros que hagan lo mismo.[1] Pienso que en esto, Schoenstatt debe hacer un gran esfuerzo para crear entorno y desarrollar un plan de comunicaciones que permita conversar. Hoy tenemos mucho en Internet, pero la gran mayoría es sólo en una vía y eso informa pero no involucra, no permite conversar qué es lo que necesitamos.
Unión que no masifica (HP 496)
El de los muros es un gran tema. Ustedes lo constatan desde la observación[2], desde lo que se ha tejido en la historia y ha resultado gracias a la buena voluntad de todos los que han participado. Hay que seguir con la comparación[3] para llegar a hacer un resumen4 de lo importante y poder llegar a una propuesta o aplicación[5] concreta de principios para mejorar este aspecto. La comparación evidente es la que ustedes proponen: la Familia “…cuyos caminos se cruzan muchas veces con tensiones e incluso peleas acaloradas, pero cuyo objetivo es siempre trabajar la apertura del corazón, el acogimiento, el diálogo, la escucha y comprensión. ¡Somos Familia!, sería raro que no discutiéramos o tuviéramos fricciones como cualquier familia natural”.
Están hablando de la unidad de Schoenstatt que no es una quimera. Este tema es central para Schoenstatt; se trata de la federatividad de Schoenstatt, que es nuestra propuesta a la Iglesia. La federatividad busca la libertad de cada fundación, no como un desentenderse de las otras comunidades, sino como el ejercicio pleno y original de cada Ideal, de la libertad de cada uno para hacerse cargo de lo suyo, de lo propio; sea su Ideal Personal, el ideal de su curso, de su comunidad, el de Schoenstatt entero. Conviene refrescar que -para Schoenstatt- la vida no es una contradicción (esto “ó” lo otro, un ideal o el otro) sino que son tensiones (El Padre habla de un mundo construido no en base a contradicciones absolutas sino en base a tensiones. Las tensiones son contradicciones parciales, relativas, bajo un aspecto. {P. Hernán Alessandri, Jornada Montahue}).
Es urgente para todos, aprender a conversar, a dialogar. La descripción que hacen es real y, como la vida, es una descripción dramática. A dialogar se aprende, al menos eso es lo que enseñamos en los cursos de novios. Y en nuestra experiencia, eso no es automático. Si uno se lo propone, se puede. Pero si no lo hace en un espacio/tiempo concreto, son palabras superficiales que dan pocos puntos de contacto para informar de mi vida, de lo que creo, lo que pienso, lo que siento y lo que hago. Y hay pocas oportunidades para ayudarle al tú, alegre y desinteresadamente. Por una parte, está la disciplina desde la voluntad, por la otra, está la urgencia desde la responsabilidad… pero ¿quién soy yo para decirle a otro lo que veo, lo que siento, lo que pienso, mi mirada de lo que Dios está clamando? ¿Cómo hacer para que el otro no se sienta agredido, incómodo ni interpelado?
Necesitamos, urgente, clases particulares. Ojalá que la Jornada de Dirigentes nos enseñe a hacerlo. También debemos reconocerlo como una herida que tenemos, y pedirle a la Mater que haga, a través de nuestras heridas, los milagros que necesitamos. La corona es una buena apuesta de Parusía.
La era cultural es ambiental, colaborativa y digital.
La era cultural cambió. Ahora es ambiental, colaborativa y digital. Esto ha cambiado radicalmente muchos criterios que, sumado al tema de las redes sociales que presionan a los medios de comunicación por noticias (verdaderas y falsas; dramáticas y sensacionalistas), nos hace tener un juicio mucho más duro y menos tolerante; al extremo de que, en todos los casos, la condena es eterna, a muerte, no hay perdón, ni cumplimiento de pena que termina y perdona. Se ha trastocado especialmente la dimensión del pecado y hoy parece que se exige dualmente “ser santo o ser delincuente”, y eso no es normal ni es sano. Los hechos se juzgan; las intenciones pueden ser agravantes o atenuantes. La postverdad ocurre cuando se ignoran los hechos y se juzga por intenciones, que a veces no son ciertas. Muchos periodistas, auténticos fariseos con túnicas blancas, acusan pudorosamente a otros con reglas ajenas a su vida y a su vivir. Los acusan, los inculpan, los condenan y los abandonan, sin ningún freno ni límite. Me refiero a medios sensacionalistas como CNN, entre otros. Necesitamos humanizar y juzgar con mucho más cuidado; no nos puede volver a pasar que tratamos delitos como simples faltas, pero tampoco nos puede seguir pasando que simples faltas sean juzgadas como delitos, o que deducciones permitan generar intenciones que son calificadas como delitos de encubrimiento.
Libertad, realidad, justicia
Los otros temas que señalan me parecen, también, de la mayor importancia y valor. En la pedagogía de los ideales es crítico para el educando que los ideales sean asibles, y ustedes dicen que se escapan y que a veces son formulados “desde abstracciones sobrenaturales, filosóficas o metafísicas”. Seguramente, el padre Kentenich sería muy realista y práctico; propondría su máxima del orden de ser para ver el orden de actuar y animaría al máximo cultivo del espíritu, del valor de ese Ideal, confiando en la libertad de cada quien para hacer ni un poquito más de lo que puede, y que aspire a todo lo que quiera.
Nuestra pedagogía de santidad, que cada uno sea -plena y totalmente él mismo realizando en plenitud su Ideal Personal- es genial y proclama la libertad, la individualidad que sólo se realiza en la solidaridad; aquí no caben moldes. Me gusta que encaren el tema de las realidades sexuales, un motor presente en todo tiempo. Nuestro Padre es el maestro de la libertad y de la justicia, y estos temas del sexo no son, ni pueden ser temas tabú, son temas que necesitan pudor, respeto y esa fuerza juvenil capaz de complementar pasión y pureza, no sólo en el despertar sexual, sino que por muchos años.
La Central de Asesores necesita un serio aggiornamiento, y en eso está la difícil tarea del tiempo apostólico. Los santuarios necesitan una pastoral moderna y atractiva, también virtual de Web y redes sociales. La vida de esos lugares debe primar y debe encender más vida, hay que soplar en las brasas para que se enciendan fuegos nuevos desde lo que tenemos.
Schoenstatt es un movimiento extraordinariamente femenino, como ninguno. Es profundamente mariano, más que eso, es profundamente femenino. Por eso, Schoenstatt debe compartir su experiencia de ser iguales en dignidad y distintos en modalidad, somos mucho más femeninos de lo que creemos. Nosotros no aspiramos a ninguna igualdad, aspiramos a ser iguales en dignidad y distintos en modalidad. Nuestro modelo, el de María, es el del Hombre Nuevo, de un ser extraordinariamente completo y digno. Hoy, donde afortunadamente emergen los derechos de los niños y los derechos de la mujer, estamos impetrados a compartir nuestra mirada, que es extraordinariamente novedosa y sana, mucho más allá que la media de la sociedad.
Al terminar, los felicito por tan valioso e importante trabajo. Conviene recordar que todo surge de lo que tenemos, y desde allí florece. Muchas veces perdemos mucho tiempo buscando semillas nuevas, de oriente y de occidente, en vez de darnos cuenta de la semilla que somos y las semillas que tenemos. Cuando nos damos cuenta y nos esforzamos por ser nosotros mismos, entonces nos sorprendemos del diamante que Dios creó. Igual cosa pasa con nuestros santuarios y con todo nuestro Schoenstatt. Si dejamos que la Mater nos acoja (desde nuestras propias heridas), Ella nos va a transformar y nos va a enviar, porque Ella es la gran Misionera y Ella hará grandes milagros. Así, a Schoenstatt lo tenemos que reconstruir desde sus propias raíces, desde sus propios aciertos, desde sus propias glorias… que son muchas.
Cariños
Fernando Besser Mahuzier
Federación Apostólica de Familias
[1] El método de nuestro P. Hernán Alessandri era: i) Escuchar y preguntar hasta entender; ii) Conmoverse para misericordiar; iii) Hacer algo desde sus posibilidades; y, iv) Invitar a otros a hacer los mismo
[2] Beobachten
[3] Vergleichen
[4] Straffen
[5] Anwenden
Carta de la Juventud de Chile: Decir las cosas y ser la renovación que Schoenstatt necesita