Publicado el 2015-12-01 In Francisco - Mensaje

El papa Francisco pide paz y reconciliación en la República Centroafricana

EL PAPA FRANCISCO EN ÁFRICA, Sarah-Leah Pimentel •

El mensaje del papa Francisco en la República Centroafricana (RCA) fue un llamado a la paz y a brindar apoyo al pueblo desgarrado por esta guerra para que encuentren sanación y reconciliación.

Esta escala del viaje del papa Francisco fue, posiblemente, la más peligrosa. En un país que sufre varias olas de violencia entre los rebeldes Seleka, en su mayoría musulmanes, y los grupos rebeldes anti-balaka, con predominancia cristiana, existía el verdadero temor de que el papa Francisco se convirtiera en un blanco. Para protegerlo, se movilizaron a la capital, Bangui, tropas de las Naciones Unidas, unos 900 miembros de un contingente militar francés y la fuerza policial nacional, según el periódico Journal de Bangui de la RCA.

Un llamado a elecciones pacíficas

El Santo Padre se encontró tanto con las autoridades civiles como con la comunidad musulmana. A ambos les dio un fuerte mensaje de paz, en un momento en el que el país se prepara para las elecciones del 27 de diciembre.

Le dijo a la presidenta Catherine Samba-Panza y a todo el cuerpo diplomático, que había venido como “peregrino de la paz y como apóstol de la esperanza.” Elogió a Samba-Panza por sus esfuerzos para conducir al país hacia la paz después de un sangriento conflicto en el 2014 y expresó su “ferviente deseo” de que las elecciones “permitan al país a emprender serenamente un nuevo capítulo de su historia.”

Exhortó al pueblo de la RCA a trabajar hacia la unidad, la dignidad y el trabajo. La unidad, dijo, “se construye teniendo en cuenta la maravillosa diversidad del mundo circundante, evitando la tentación de tener miedo de los demás, del que no nos es familiar, del que no pertenece a nuestro grupo étnico, a nuestras opciones políticas o a nuestra religión.” La dignidad significa asegurar que cada persona pueda alcanzar su “potencial humano, cultural, económico y social,” y esto puede lograrse creando condiciones laborales que permitirán que cada persona mejore su vida y la de sus familias.

Reconocimiento por el trabajo de las fuerzas de pacificación

Finalmente el papa Francisco agradeció a las misiones diplomáticas y a las fuerzas de pacificación en el país y los animó a que sigan trabajando solidariamente en las áreas de “la reconciliación, el desarme, la preservación de la paz, la asistencia sanitaria y la cultura de una buena gestión en todos los ámbitos.”

“Cristianos y musulmanes somos hermanos”

En su encuentro con los líderes musulmanes del país, el papa Francisco transmitió un mensaje similar, diciendo que “Cristianos y musulmanes somos hermanos” y que “tenemos que considerarnos así, comportarnos como tales”. Reconoció que los problemas de la RCA no pueden reducirse únicamente a la religión y por lo tanto pidió a todos a “permanecer unidos para que cese toda acción que, venga de donde venga, desfigura el Rostro de Dios.”

El pontífice dio un fuerte mensaje de paz, diciendo “juntos digamos «no» al odio, «no» a la venganza, «no» a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios”.

El papa una vez más expresó su deseo de que las elecciones de diciembre “den al país unos Representantes que sepan unir a los centroafricanos, convirtiéndose en símbolos de la unidad de la nación, más que en representantes de una facción”.

Texto completo del mensaje del papa Francisco a las autoridades de la RCA y al cuerpo diplomático

Excelentísima Jefa del Estado de Transición,
Distinguidas autoridades,
Miembros del Cuerpo Diplomático,
Representantes de Organizaciones internacionales,
Queridos hermanos Obispos,
Señoras y señores:

Lleno de alegría por encontrarme con ustedes, quiero en primer lugar expresar mi profundo agradecimiento por la afectuosa acogida que me han dispensado y agradezco a la excelentísima Jefa del Estado de Transición por su amable discurso de bienvenida. Desde este lugar, que de alguna manera es la casa de todos los centroafricanos, y a través de usted y de las demás autoridades del país aquí presentes, me complace manifestar mi simpatía y cercanía espiritual a todos sus conciudadanos. Saludo también a los miembros del Cuerpo Diplomático y a los representantes de las organizaciones internacionales, cuyo trabajo evoca el ideal de solidaridad y de cooperación que se ha de promover entre los pueblos y las naciones.

En este momento en que la República Centroafricana se encamina, poco a poco y a pesar de las dificultades, hacia la normalización de su vida social y política, piso por primera vez esta tierra, siguiendo los pasos de mi predecesor San Juan Pablo II. Vengo como peregrino de la paz, y me presento como apóstol de la esperanza. Por este motivo, felicito a las diversas autoridades nacionales e internacionales, con la Jefa del Estado de Transición a la cabeza, por los esfuerzos que han realizado para dirigir el país en esta etapa. Deseo ardientemente que las diferentes consultas nacionales, que se celebrarán en las próximas semanas, permitan al país entrar con serenidad en una nueva etapa de su historia.

El lema de la República Centroafricana, que resume la esperanza de los pioneros y el sueño de los padres fundadores, es como una luz para el camino: «Unidad – Dignidad – Trabajo». Hoy más que nunca, esta trilogía expresa las aspiraciones de todos los centroafricanos y, por tanto, es una brújula segura para las autoridades que han de guiar los destinos del país. Unidad, dignidad, trabajo. Tres palabras cargadas de significado, cada una de las cuales representa más una obra por hacer que un programa acabado, una tarea que llevar a cabo sin cesar.

En primer lugar, la unidad. Como todos saben, éste es un valor fundamental para la armonía de los pueblos. Se ha de vivir y construir teniendo en cuenta la maravillosa diversidad del mundo circundante, evitando la tentación de tener miedo de los demás, del que no nos es familiar, del que no pertenece a nuestro grupo étnico, a nuestras opciones políticas o a nuestra religión. La unidad requiere, por el contrario, crear y promover una síntesis de la riqueza que cada uno lleva consigo. La unidad en la diversidad es un desafío constante que reclama creatividad, generosidad, abnegación y respeto por los demás.

Después, la dignidad. Este valor moral, sinónimo de honestidad, lealtad, bondad y honor, es el que caracteriza a los hombres y mujeres conscientes de sus derechos y de sus deberes, y que lleva al respeto mutuo. Cada persona tiene una dignidad. He escuchado con agrado que la República Centroafricana es el país «Zo Kwe zo», el país donde cada uno es una persona. Hay que hacer lo que sea para salvaguardar la condición y dignidad de la persona humana. Y el que tiene los medios para vivir una vida digna, en lugar de preocuparse por sus privilegios, debe tratar de ayudar a los pobres para que puedan acceder también a una condición de vida acorde con la dignidad humana, mediante el desarrollo de su potencial humano, cultural, económico y social. Por lo tanto, el acceso a la educación y a la sanidad, la lucha contra la desnutrición y el esfuerzo por asegurar a todos una vivienda digna, ha de tener un puesto principal en un plan de desarrollo que se preocupe de la dignidad humana. En última instancia, la grandeza del ser humano consiste en trabajar por la dignidad de sus semejantes.

La tercera, el trabajo. A través del trabajo ustedes pueden mejorar la vida de sus familias. San Pablo dijo: «No corresponde a los hijos ahorrar para los padres, sino a los padres para los hijos» (2 Co 12,14). El esfuerzo de los padres pone de manifiesto su amor por los hijos. Ustedes, centroafricanos, pueden mejorar esta maravillosa tierra, usando con responsabilidad sus múltiples recursos. Su país se encuentra en una zona que, debido a su excepcional riqueza en biodiversidad, está considerada como uno de los dos pulmones de la humanidad. En este sentido, y remitiéndome a la Encíclica Laudato Si’, me gustaría llamar la atención de todos, ciudadanos, autoridades del país, socios internacionales y empresas multinacionales, acerca de la grave responsabilidad que les corresponde en la explotación de los recursos medioambientales, en las opciones y proyectos de desarrollo, que de una u otra manera afectan a todo el planeta. La construcción de una sociedad próspera debe ser una obra solidaria. La sabiduría de sus gentes ha comprendido siempre esta verdad y la ha expresado en este refrán: «Aunque pequeñas, las hormigas son muchas y por eso almacenan un gran botín en su nido».

Sin duda resulta superfluo hacer hincapié en la importancia crucial que tiene la conducta y la gestión de las autoridades públicas. Ellas deben ser las primeras que han de encarnar en sus vidas con coherencia los valores de la unidad, la dignidad y el trabajo, y ser un ejemplo para sus compatriotas.

La historia de la evangelización de esta tierra y la historia socio-política del país dan fe del compromiso de la Iglesia con los valores de la unidad, la dignidad y el trabajo. Recordando a los pioneros de la evangelización de la República Centroafricana, saludo a mis hermanos obispos, responsables de continuarla en la actualidad. Junto a ellos, renuevo el propósito de esta Iglesia particular de contribuir cada vez más a la promoción del bien común, especialmente a través de la búsqueda de la paz y la reconciliación. La búsqueda de la paz y la reconciliación. No me cabe duda de que las autoridades centroafricanas, actuales y futuras, se esforzarán sin descanso para garantizar a la Iglesia unas condiciones favorables para el cumplimiento de su misión espiritual. Así podrá contribuir todavía más a «promover a todos los hombres y a todo el hombre» (Populorum Progressio, 14), por usar la feliz expresión de mi predecesor, el beato Pablo VI, que hace casi 50 años fue el primer Papa de los últimos tiempos que vino a África, para alentarla y confirmarla en el bien, en el alba de un nuevo amanecer.

Por mi parte, deseo ahora reconocer los esfuerzos realizados por la Comunidad internacional, aquí representada por el Cuerpo diplomático y los miembros de varias Misiones de las organizaciones internacionales. Les animo fervientemente a que sigan avanzando todavía más en el camino de la solidaridad, con la esperanza de que su compromiso, unido al de las Autoridades centroafricanas, sirva para que el país progrese, sobre todo en la reconciliación, el desarme, la preservación de la paz, la asistencia sanitaria y la cultura de una buena gestión en todos los ámbitos.

Por último, me gustaría expresar de nuevo mi alegría por visitar este hermoso país, que situado en el corazón de África está habitado por un pueblo profundamente religioso y con un rico patrimonio natural y cultural. Veo que es un país bendecido por Dios. Que el pueblo de Centro África, así como sus líderes e interlocutores, aprecien el verdadero valor de estos dones, trabajando sin cesar por la unidad, la dignidad humana y la paz basada en la justicia. Que Dios los bendiga a todos. Gracias.

Texto completo del mensaje del papa Francisco a la comunidad musulmana

Queridos amigos, representantes y creyentes musulmanes:

Es para mí una gran alegría estar con ustedes y expresarles mi gratitud por su afectuosa bienvenida. Agradezco particularmente al Imán Tidiani Moussa Naibi sus palabras de bienvenida. Mi visita pastoral a la República Centroafricana no estaría completa sin este encuentro con la comunidad musulmana.

Cristianos y musulmanes somos hermanos. Tenemos que considerarnos así, comportarnos como tales. Sabemos bien que los últimos sucesos y la violencia que ha golpeado su país no tenía un fundamento precisamente religioso. Quien dice que cree en Dios ha de ser también un hombre o una mujer de paz. Cristianos, musulmanes y seguidores de las religiones tradicionales, han vivido juntos pacíficamente durante muchos años. Tenemos que permanecer unidos para que cese toda acción que, venga de donde venga, desfigura el Rostro de Dios y, en el fondo, tiene como objetivo la defensa a ultranza de intereses particulares, en perjuicio del bien común. Juntos digamos «no» al odio, «no» a la venganza, «no» a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, Dios salam.

En estos tiempos dramáticos, las autoridades religiosas cristianas y musulmanes han querido estar a la altura de los desafíos del momento. Han desempeñado un papel importante para restablecer la armonía y la fraternidad entre todos. Quisiera expresarles mi gratitud y mi estima. Podemos recordar también los numerosos gestos de solidaridad que cristianos y musulmanes han tenido hacia sus compatriotas de otras confesiones religiosas, acogiéndolos y defendiéndolos durante la última crisis en su país, pero también en otras partes del mundo.

Confiamos en que las próximas consultas nacionales den al país unos Representantes que sepan unir a los centroafricanos, convirtiéndose en símbolos de la unidad de la nación, más que en representantes de una facción. Los animo vivamente a trabajar para que su país sea una casa acogedora para todos sus hijos, sin distinción de etnia, adscripción política o confesión religiosa. La República Centroafricana, situada en el corazón de África, gracias a la colaboración de todos sus hijos, podrá dar entonces un impulso en esta línea a todo el continente. Podrá influir positivamente y ayudar a apagar los focos de tensión todavía activos y que impiden a los africanos beneficiarse de ese desarrollo que merecen y al que tienen derecho.

Queridos amigos, queridos hermanos, los invito a rezar y a trabajar en favor de la reconciliación, la fraternidad y la solidaridad entre todos, teniendo presente a las personas que más han sufrido por estos sucesos.

Que Dios los bendiga y los proteja. ¡Salam alaikum!

De regreso a Roma

El papa Francisco llegó a Santa María la Mayor en Roma para orar en acción de gracias a Nuestra Señora por su viaje a salvo al África.

Original: inglés. Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina

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