Publicado el 2014-09-28 In Francisco - Mensaje

No a los cristianos vanidosos, son como una pompa de jabón

org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

La tendencia a estar centrados en nosotros mismos y en nuestras ambiciones personales, quizás sea muy humana, pero no es cristiana.

Tweet @pontifex_es, 27.09.2014

Jesús nos prepara a que seamos cireneos para ayudarlo a llevar la Cruz. Y nuestra vida cristiana sin esto no es cristiana. Es una vida espiritual, buena… ‘Jesús es el gran profeta, también nos ha salvado. Pero Él. Yo no…’. ¡No! ¡Tú con Él! Recorriendo el mismo camino. También nuestra identidad de cristianos debe ser custodiada y no crean que ser cristianos es un mérito, es un camino espiritual de perfección. No es un mérito, es pura gracia.

Misa en Santa Marta, 26.09.2014

San Pablo recomienda a Timoteo, que es Pastor, y por tanto padre de la comunidad, que se respete a los ancianos y a los familiares, y exhorta a que se haga con actitud filial: al anciano «como un padre», a las ancianas «como a madres» (cf. 1 Tm 5,1). El jefe de la comunidad no está exento de esta voluntad de Dios, sino que, por el contrario, la caridad de Cristo le insta a hacerlo con un amor más grande. Como la Virgen María, que aun habiéndose convertido en la Madre del Mesías, se siente impulsada por el amor de Dios, que en ella se está encarnando, a ir de prisa hacia su anciana pariente. Volvamos, pues, a este «icono» lleno de alegría y de esperanza, lleno de fe, lleno de caridad. Podemos pensar que la Virgen María, estando en la casa de Isabel, habrá oído rezar a ella y a su esposo Zacarías con las palabras del Salmo Responsorial de hoy: «Tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud… No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones… Ahora, en la vejez y en las canas, no me abandones, Dios mío, hasta que describa tu poder, tus hazañas a la nueva generación» (Sal 70,9.5.18). La joven María escuchaba, y lo guardaba todo en su corazón. La sabiduría de Isabel y Zacarías ha enriquecido su ánimo joven; no eran expertos en maternidad y paternidad, porque también para ellos era el primer embarazo, pero eran expertos de la fe, expertos en Dios, expertos en esa esperanza que de él proviene: esto es lo que necesita el mundo en todos los tiempos. María supo escuchar a aquellos padres ancianos y llenos de asombro, hizo acopio de su sabiduría, y ésta fue de gran valor para ella en su camino como mujer, esposa y madre. Así, la Virgen María nos muestra el camino: el camino del encuentro entre jóvenes y ancianos. El futuro de un pueblo supone necesariamente este encuentro: los jóvenes dan la fuerza para hacer avanzar al pueblo, y los ancianos robustecen esta fuerza con la memoria y la sabiduría popular.

Prédica, 28.09.2014

El Hijo del hombre,  es decir el Mesías, el Ungido, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los escribas, ser asesinado y resucitar. Éste es el camino de su liberación. Éste es el camino del Mesías, del Justo: la Pasión, la Cruz. Y a ellos les explica su identidad. Ellos no quieren comprender y en el pasaje de Mateo se ve cómo Pedro rechaza esto: ‘¡No! ¡No! Señor…’. Pero comienza a abrir el misterio de su propia identidad: ‘Sí, yo soy el Hijo de Dios. Pero éste es mi camino: debo ir por este camino de sufrimiento. Es ésta la pedagogía que Jesús utiliza para preparar los corazones de los discípulos, los corazones de la gente, para comprender este Misterio de Dios. Es tanto el amor de Dios, es tan feo el pecado, que Él nos salva así: con esta identidad en la Cruz. No se puede comprender a Jesucristo Redentor sin la Cruz: ¡no se lo puede comprender! Podemos llegar a pensar que es un gran profeta, hace cosas buenas, que es un santo. Pero a Cristo Redentor sin la Cruz no se lo puede comprender. Y los corazones de los discípulos, los corazones de la gente no estaban preparados para entenderlo. No habían entendido las Profecías, no habían entendido que, precisamente era Él, el Cordero para el sacrificio. La gente no estaba preparada.

Misa en Santa Marta, 26.09.2014

Jesús  regañó mucho a los que se jactaban. Para los doctores de la ley decía que no deben pasearse por las plazas con ropa de lujo como príncipes. Cuando tu rezas, ponía en guardia el Señor: «Por favor, no te hagas ver, no reces porque te vean”, “ora en secreto, entra en tu cuarto”. Lo mismo se debe hacer cuando ayudas a los pobres: «No toques trompeta, hazlo a escondidas”. “El Padre lo ve, es suficiente». Pero el vanidoso: ‘pero mira, yo doy este cheque para las obras de la Iglesia’ y hace ver el cheque; luego estafa por otra parte a la Iglesia. Es lo que hace el vanidoso: vive para aparentar. ‘Cuando ayunes – les dice el Señor a éstos – por favor no te hagas el melancólico, el triste, para que todos se den cuenta. Haz penitencia con alegría, para que nadie se dé cuenta. Y la vanidad es así: es para aparentar, vivir para hacerse ver.»
Los cristianos que viven asípara aparentar, por la vanidad, parecen pavos, se pavonean. Se dice yo soy cristiano, yo soy familiar de aquel cura, de aquella monja, de ese obispo, mi familia es una familia cristiana. Se jactan. Pero ¿tu vida con el Señor? ¿Cómo rezas? Tu vida con las obras de misericordia, ¿cómo va? ¿Visitas a los enfermos? La verdad. Es por esto que Jesús añadió, nos dice que debemos construir nuestra casa, es decir, nuestra vida cristiana sobre la roca, en la verdad. En cambio los vanidosos construyen la casa sobre la arena y la casa ​​cae, la vida cristiana se cae, resbala, porque no es capaz de resistir a las tentaciones.
Cuántos cristianos viven para aparentar. Su vida parece como una burbuja de jabón. ¡Es hermosa la burbuja de jabón! ¡Con todos los colores que tiene! Pero dura un segundo y luego ¿qué? También cuando nos fijamos en algunos monumentos fúnebres, pensamos que es vanidad, porque la verdad es volver a la tierra desnuda, como decía el Siervo de Dios Pablo VI. Nos espera la tierra desnuda, ésta es nuestra verdad final. Mientras tanto ¿me enorgullezco o hago algo? ¿Hago el bien? ¿Busco a Dios? ¿Rezo? Las cosas que tienen consistencia. Y la vanidad es una mentirosa, es imaginativa, se engaña a sí misma, engaña a los vanidosos, porque primero finge que es algo, pero luego con el tiempo llega a creerse lo que en su opinión era. Se la cree, ¡pobrecito!
Y esto es lo que le pasaba al tetrarca Herodes, que, como leemos en el Evangelio de hoy, se preguntaba con insistencia sobre la identidad de Jesús. La vanidad siembra un mal malestar, quita la paz. Es como aquellas personas que se maquillan mucho y luego temen que la lluvia les quite todo. No nos da paz la vanidad -señaló- sólo la verdad nos da la paz.

Misa en Santa Marta, 25.09. 2014

Los Padres egipcios del desierto decían que la vanidad es una tentación contra la que hay que luchar toda la vida, porque siempre vuelve a sacarnos la verdad. Y para entender esto decían es como la cebolla. La agarras y la empiezas a pelar. Y pelas la vanidad hoy, un poco de vanidad mañana y toda la vida pelando la vanidad para vencerla. Y al final eres feliz: me quité la vanidad, pelé la cebolla, pero el olor se queda en tu mano. Pidamos al Señor la gracia de no ser vanidosos, de ser verdaderos, con la verdad de la realidad y del Evangelio.

Misa en Santa Marta, 25.09.2014

En un mundo que tiende a la globalización económica y cultural, es necesario esforzarse para que el crecimiento y el desarrollo estén a disposición de todos y no sólo de una parte de la población. Además, el desarrollo no será auténtico si no es también sostenible y ecuo, es decir, si no tiene en cuenta los derechos de los pobres y no respeta el ambiente. A la globalización de los mercados es necesario que corresponda la globalización de la solidaridad; el crecimiento económico ha de estar acompañado por un mayor respeto de la creación; junto a los derechos individuales hay que tutelar los de las realidades intermedias entre el individuo y el Estado, en primer lugar la familia. Albania afronta hoy estos desafíos en un marco de libertad y estabilidad que hay que consolidar y que representa un buen augurio para el futuro.

En Albania, 21.09.2014

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    No a los cristianos vanidosos, son como una pompa de jabón

    org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

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