Publicado el 2014-05-14 In Francisco - Mensaje

No se puede evangelizar sin el diálogo

org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

SEMANA 20/2014

Leamos el Evangelio, un poco todos los días. Así aprenderemos a vivir lo esencial: el amor y la misericordia.

Tweet del 13.05.2014

En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza inmediatamente a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios. Al mismo tiempo, nos conduce cada vez más a dirigir nuestra mirada interior hacia Jesús, como modelo de nuestro modo de actuar y de relacionarnos con Dios Padre y con los hermanos. El consejo, pues, es el don con el cual el Espíritu Santo capacita a nuestra conciencia para hacer una opción concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su Evangelio. De este modo, el Espíritu nos hace crecer interiormente, nos hace crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad y nos ayuda a no caer en manos del egoísmo y del propio modo de ver las cosas. Así el Espíritu nos ayuda a crecer y también a vivir en comunidad. La condición esencial para conservar este don es la oración. Volvemos siempre al mismo tema: ¡la oración! Es muy importante la oración. Rezar con las oraciones que todos sabemos desde que éramos niños, pero también rezar con nuestras palabras. Decir al Señor: «Señor, ayúdame, aconséjame, ¿qué debo hacer ahora?». Y con la oración hacemos espacio, a fin de que el Espíritu venga y nos ayude en ese momento, nos aconseje sobre lo que todos debemos hacer. ¡La oración! Jamás olvidar la oración. ¡Jamás! Nadie, nadie, se da cuenta cuando rezamos en el autobús, por la calle: rezamos en silencio con el corazón. Aprovechamos esos momentos para rezar, orar para que el Espíritu nos dé el don de consejo.

Audiencia general, 7.5.2014

En el sistema económico actual – y en el modo de pensar que genera – la palabra «solidaridad» se ha convertido en un inconveniente, incluso molesto. La crisis de los últimos años, que tiene causas profundas de orden ético, ha incrementado esta «alergia» a palabras como solidaridad, distribución equitativa de los bienes, prioridad del trabajo… Y la razón es que no se puede -o no se quiere – estudiar realmente cómo estos valores éticos pueden concretarse en valores económicos, es decir, pueden provocar dinámicas virtuosas en la producción, en el trabajo, en el comercio, en las mismas finanzas. Y esto es precisamente lo que intentan hacer ustedes teniendo juntos el aspecto teórico y el aspecto práctico, el pensamiento del empresario y su experiencia. En particular, se recomienda al empresario cristiano conjugar siempre el Evangelio con la realidad en la que opera; y el Evangelio le pide poner en primer lugar a la persona humana y al bien común, hacer todo lo posible para asegurarse de que haya oportunidades de trabajo, y de trabajo digno. Por supuesto, esta «empresa» no se puede hacer de manera aislada, sino en colaboración con otras personas que comparten la base ética y tratando de ampliar lo más posible estas redes».

A los miembros de la Fundación Centesimus Annus-Pro Pontifice, 10.05.

En la intimidad con Dios y en la escucha de su Palabra, poco a poco, dejamos a un lado nuestra lógica personal, impuesta la mayoría de las veces por nuestras cerrazones, nuestros prejuicios y nuestras ambiciones, y aprendemos, en cambio, a preguntar al Señor: ¿cuál es tu deseo?, ¿cuál es tu voluntad?, ¿qué te gusta a ti? De este modo madura en nosotros una sintonía profunda, casi connatural en el Espíritu y se experimenta cuán verdaderas son las palabras de Jesús que nos presenta el Evangelio de Mateo: «No os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros» (Mt 10, 19-20). Es el Espíritu quien nos aconseja, pero nosotros debemos dejar espacio al Espíritu, para que nos pueda aconsejar. Y dejar espacio es rezar, rezar para que Él venga y nos ayude siempre. Como todos los demás dones del Espíritu, también el de consejo constituye un tesoro para toda la comunidad cristiana. El Señor no nos habla sólo en la intimidad del corazón, nos habla sí, pero no sólo allí, sino que nos habla también a través de la voz y el testimonio de los hermanos. Es verdaderamente un don grande poder encontrar hombres y mujeres de fe que, sobre todo en los momentos más complicados e importantes de nuestra vida, nos ayudan a iluminar nuestro corazón y a reconocer la voluntad del Señor.

Audiencia general, 7.5.2014

La comunidad cristiana -la parroquia, la diócesis, las asociaciones – es el lugar donde el empresario, y también el político, el sindicalista, los profesionales, sacan la savia para alimentar su compromiso y reflexionan con los hermanos. «Esto es esencial -dijo el Papa-, porque el ambiente de trabajo a veces se vuelve estéril, hostil, inhumano. La crisis pone a dura prueba la esperanza de los empresarios; y no hay que abandonar a los que están en más dificultad. Queridos amigos de la Centesimus Annus: con la ayuda de Dios y de la Iglesia, ustedes pueden dar testimonio eficaz en su campo, porque no traen solo palabras y discursos, sino que traen la experiencia de las personas y de las empresas que buscan implementar de manera efectiva los principios éticos cristianos en la situación actual del mundo del trabajo»

A los miembros de la Fundación Centesimus Annus-Pro Pontifice, 10.05.

Están los que se dispersaron a causa de la persecución que hubo después de la muerte de Esteban. Fueron dispersados ​​con la semilla del Evangelio y lo llevaron a todas partes. Al principio, hablaron sólo a los judíos. Luego, de una manera natural, algunos de ellos llegados a Antioquía, comenzaron a hablar a los griegos. Y así, poco a poco, abrieron las puertas a los griegos y a los gentiles. Llegada la noticia a Jerusalén  enviaron a Bernabé a Antioquía para hacer una inspección.  Y todos quedaron contentos porque una gran multitud fue agregada al Señor. Estas personas no dijeron vayamos primero a los judíos, después a los griegos, a los paganos, y a todos. ¡No! Se dejaron llevar por el Espíritu Santo! Fueron dóciles al Espíritu Santo. Y después una cosa lleva a otra cosa y terminaron abriendo las puertas a todo el mundo: a los paganos, que para su mentalidad eran impuros, abrieron las puertas, a todos. Algunas veces el Espíritu Santo nos impulsa a hacer cosas fuertes: como cuando empujó a Felipe a ir a bautizar al ministro de Etiopía o cuando empujó a Pedro para que bautizara a Cornelio. Otras veces, el Espíritu Santo nos conduce con suavidad, y la virtud está en dejarse llevar por Espíritu Santo, no resistir al Espíritu Santo, ser dóciles al Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo obra hoy en la Iglesia, actúa hoy en nuestras vidas. Alguno de ustedes podrá decirme: ‘¡Yo nunca le he visto!’. ‘Pero, presten atención a lo qué sucede, a lo que les pasa por su mente, lo que sienten en su corazón. ¿Cosas buenas? Es el Espíritu, el que les invita a ir en esa dirección. ¡Eso requiere docilidad! La docilidad al Espíritu Santo.

Santa Marta, 13.5.2014

No se puede evangelizar sin el diálogo. No se puede. Porque tú debes partir precisamente de donde está la persona que debe ser evangelizada. ¡Y cuán importante es esto! ‘Pero, padre, se pierde tanto tiempo, porque cada uno tiene su propia historia, viene con esto, con sus ideas…’. Y pierde tiempo… Más tiempo perdió Dios en la creación del mundo ¡y la hizo bien! El diálogo. Perder el tiempo con la otra persona, porque esa persona es la que Dios quiere que tú evangelices, a la que tú le des la noticia de Jesús, es más importante. Pero como es, no como debe ser: como es ahora… Pensemos en estos tres momentos de la evangelización: la docilidad para evangelizar; hacer lo que Dios manda, según el diálogo con las personas – pero en el diálogo, se parte desde donde ellas están – y tercero, encomendarse a la gracia: es más importante la gracia que toda la burocracia. ‘¿Qué lo impide?’. Recordemos esto. Y tantas veces nosotros en la Iglesia somos una empresa para fabricar impedimentos, para que la gente no pueda llegar a la gracia. Que el Señor nos haga comprender esto.

Santa Marta, 8.5.

 

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    org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva. Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente. Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014. Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

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