Publicado el 2013-09-02 In Francisco - Mensaje

El cristiano camina, se hace discípulo y anuncia

org. Todos los estamentos de la Iglesia, y otros muchos de fuera de ella, creyentes o no, han recibido las palabras claras y esperanzadoras, a la vez que motivadoras de Francisco, para asumir la responsabilidad que todos tenemos de construir un mundo de acuerdo al querer de Dios, en la fuerza del Espíritu y por la senda de Cristo. Cardenales y obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, novicios y seminaristas, familias, jóvenes y ancianos, comunidades e instituciones han recibido esta propuesta de salir “a la calle”, a llevar no una esperanza utópica, sino en hechos concretos, en proyectos evangelizadores de vida al hombre, esté este donde esté, y si es en la “periferia”, allí mismo, con todos los riesgos y peligros que conlleva.  Prefiero una iglesia accidentada porque sale a servir, que enferma por ensimismamiento, nos repite constantemente.  Testimonio de todo esto está en el apartado de Schoenstatt.org, donde se van seleccionando semana a semana, textos que nos impulsan en nuestra propia peregrinación hacia el Jubileo 2014.  Sin duda, que siendo nosotros Iglesia, también estas palabras van dirigidas a nosotros. ¡Cómo se alegraría el Padre con este impulso misionero que se nos regala desde el corazón mismo de la Iglesia! (P. José María García)

SEMANA 36/2013

Para mí hay tres palabras que definen a las personas y constituyen un compendio de actitudes —dicho sea de paso, no sé si yo las tengo— y que son: permiso, gracias y perdón. La persona que no sabe pedir permiso atropella, va adelante con lo suyo sin importarle los demás, como si los otros no existieran. En cambio, el que pide permiso es más humilde, más sociable, más integrador. ¿Qué decir del que nunca pronuncia “gracias” o que en su corazón siente que no tiene nada que agradecer a nadie? Hay un refrán español que es bien elocuente: “el bien nacido es agradecido”. Es que la gratitud es una flor que florece en almas nobles. Y, finalmente, hay gente que considera que no tiene que pedir perdón por nada. Ellos sufren el peor de los pecados: la soberbia. E insisto, sólo aquel que tuvo la necesidad de pedir perdón y experimentó el perdón, puede perdonar. Por eso, a los que no dicen estas tres palabras les falta algo en su existencia. Fueron podados antes de tiempo o mal podados por la vida.

De: El Jesuita, Conversaciones con  Jorge Bergoglio, Buenos Aires, 2010

¿Por qué me gusta estar con los jóvenes? Porque ustedes tienen en su corazón una promesa de esperanza. Ustedes son portadores de esperanza. Ustedes, es verdad, viven en el presente, pero ustedes están mirando hacia el futuro, ustedes son artífices del futuro, constructores del futuro.  Y ésta les dijo el Papa Francisco, es su alegría, es algo bello ir hacia el futuro, con las ilusiones, con tantas cosas bellas y también con su responsabilidad.

A la peregrinación de los jóvenes de la diócesis italiana de Piacenza-Bobbio, 28.08.2013

Caminar, dejarse discipular y anunciar. Tres palabras. «Caminar»: Ustedes saben que le tengo miedo a los cristianos quietos. Terminan como el agua estancada. «Dejarse discipular»: también me dan miedo lo que se creen que «se las saben todas», los suficientes. Sin darse cuenta van cerrando su corazón al Señor; terminan centrados en sí mismos. Son los cristianos a quienes podríamos llamar «cristianos yo me miconmigo para mi».  Cuando uno se encuentra con Jesús vive el estupor maravilloso de ese encuentro y siente la necesidad de buscarlo a Él en la oración, en la lectura de los Evangelios. Siente la necesidad de adorarlo, de conocerlo… y siente la necesidad de anunciarlo. Y esta es la tercera palabra: «anunciar», es decir ser misioneros, llevar el nombre, la enseñanza, los gestos de Jesús a los hermanos. El cristiano camina, se hace discípulo y anuncia. No está quieto, sale de sí mismo: sale de sí mismo para anunciar la Buena Nueva de Jesús a los hermanos.

A la diócesis de Concepción, Argentina, con motivo de su 50° aniversario, agosto 2013

Agustín es un hombre ‘logrado’, tiene todo, pero en su corazón permanece la inquietud de la búsqueda del sentido profundo de la vida; su corazón no está adormecido, diría no está anestesiado por el éxito, por las cosas, por el poder. Agustín no se cierra en sí mismo, no se acomoda, continua a buscar la verdad, el sentido de la vida, continua a buscar el rostro de Dios. Ciertamente comete errores, toma también caminos equivocados, peca, es un pecador; pero no pierde la inquietud de la búsqueda espiritual. Y de esta forma descubre que Dios lo esperaba, es más, que jamás había dejado de buscarlo el primero. Quisiera decir a quien se siente indiferente hacia Dios, hacia la fe, a quien esta lejos de Dios o lo ha abandonado, también a nosotros, con nuestras ‘lejanías’ y nuestros ‘abandonos’ hacia Dios, pequeños quizás, pero hay tantos en la vida cotidiana: mira en el profundo de tu corazón, mira en el íntimo de ti mismo, y pregúntate: ¿tienes un corazón que desea algo grande o un corazón adormecido por las cosas? ¿Tu corazón ha conservado la inquietud de la búsqueda o lo has dejado sofocar por las cosas, que terminan por atrofiarlo? Dios te espera, te busca: ¿qué cosa respondes? ¿Te has dado cuenta de esta situación de tu alma? ¿O bien duermes? ¿Crees que Dios te espera o para ti esta verdad son sólo ‘palabras’?

Apertura del capitulo general de los Agustinos

Convertirse en constructores del futuro. Cuando a mí me dicen: “Pero, Padre, qué feos tiempos éstos… ¡Mira, no se puede hacer nada!”. ¿Cómo no se puede hacer nada? Y explico que ¡se puede hacer tanto! Pero cuando un joven me dice: “¡Qué feos tiempos, éstos, Padre, no se pude hacer nada!”, lo mando del psiquiatra, ¡eh! Porque… es verdad, ¡eh! ¡No se entiende! No se entiende a un joven, a un muchacho, a una muchacha que no quieran hacer una cosa grande, apostar por ideales grandes, grandes para el futuro, ¿no? Después harán lo que puedan, ¿no? Pero la apuesta es por las cosas grandes y bellas … «Coraje, vayan adelante, hagan ruido, donde hay jóvenes tiene que haber ruido. Las ilusiones de un joven hacen ruido siempre…”

A la peregrinación de los jóvenes de la diócesis italiana de Piacenza-Bobbio, 28.08.2013

En Agustín es precisamente esta inquietud del corazón la que lo lleva al encuentro personal con Cristo, lo lleva a entender que aquel Dios que buscaba lejos de sí, es el Dios cercano todo ser humano, el Dios cercano a nuestro corazón, más íntimo a nosotros que nosotros mismos. Pero también en el descubrimiento y en el encuentro con Dios, Agustín no se detiene, no se acomoda, no se cierra en sí mismo como quien ya ha llegado, sino que continúa el camino. La inquietud de la búsqueda de la verdad, de la búsqueda de Dios, se vuelve en la inquietud de conocerlo cada vez más y de salir de sí mismo para hacerlo conocer a los demás. Es precisamente la inquietud del amor. Quisiera una vida tranquila de estudio y de oración, pero Dios lo llama a ser Pastor en Hipona, en un momento difícil, con una comunidad dividida y la guerra a las puertas. Y Agustín se deja inquietar por Dios, no se cansa de anunciarlo, de evangelizar con coraje, sin temor, busca ser imagen de Jesús Buen Pastor que conoce sus ovejas (cfr Jn 10,14), es más, como amo repetir, que ‘siente el olor de su rebano’ y sale a buscar aquellas perdidas.

Apertura del capitulo general de los Agustinos

Agustín vive aquello que san Pablo indica a Timoteo y a cada uno de nosotros: anuncia la palabra, insiste al momento oportuno y no oportuno, anuncia el Evangelio con el corazón magnánimo, grande (cfr 2 Tm 4,2) de un Pastor que es inquieto por sus ovejas. El tesoro de Agustín es justamente esta actitud: salir siempre hacia Dios, salir siempre hacia la grey… es un hombre en tensión con estas dos salidas… no ‘privatizar’ el amor… ¡siempre en camino! ¡Siempre inquieto! Y esta es la paz de la inquietud. Podemos preguntarnos: ¿soy inquieto por Dios, para anunciarlo, para hacerlo conocer? ¿O me dejo fascinar por aquella mundanidad espiritual que empuja a hacer todo por amor de si mismos? Nosotros consagrados pensamos a los intereses personales, al funcionalismo de la obras, a la carrera… beh, podemos pensar tantas cosas… ¿Me he por así decir ‘acomodado’ en mi vida cristiana, en mi vida sacerdotal, en mi vida religiosa, también en mi vida de comunidad, o conservo la fuerza de la inquietud por Dios, por su Palabra, que me lleva a ‘salir’, hacia los demás?

Apertura del capitulo general de los Agustinos

He aquí, entonces, la inquietud del amor: buscar siempre, sin descanso, el bien del otro, de la persona amada, con aquella intensidad que lleva también a las lágrimas. Me vienen a la mente Jesús que llora ante el sepulcro de amigo Lázaro, Pedro que, después de haber renegado a Jesús encuentra su mirada rica de misericordia y de amor y llora amargamente, el Padre que espera el regreso del hijo y cuando está aún lejos le corre al encuentro; me viene a la mente la Virgen María que con amor sigue al Hijo Jesús hasta la Cruz. ¿Cómo somos con la inquietud del amor? ¿Creemos en el amor a Dios y a los demás o somos nominalistas en esto? No de forma abstracta, no sólo las palabras, sino el hermano concreto que encontramos, ¡el hermano que está a nuestro lado! ¿Nos dejamos inquietar por sus necesidades o permanecemos cerrados en nosotros mismos, en nuestras comunidades, que muchas veces son para nosotros ‘comunidad-comodidad’? A veces se puede vivir en un apartamento sin conocer quien vive al lado; o también se puede estar en comunidad, sin conocer verdaderamente al propio hermano: pienso con dolor a los consagrados que no son fecundos, que son ‘solterones’. La inquietud del amor empuja siempre a ir al encuentro del otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste su necesidad. La inquietud del amor nos regala el don de la fecundidad pastoral, y debemos preguntarnos – cada uno de nosotros – ¿cómo va mi fecundidad espiritual, mi fecundidad pastoral?

Apertura del capitulo general de los Agustinos

El objetivo de la peregrinación
es la renovación de la Alianza de Amor
en su fuerza plasmadora y misionera;
la que se manifestará -hacia dentro de Schoenstatt-,
en la renovación de la Familia
y -hacia fuera-, en la plasmación de una Cultura de Alianza.

Documento de Trabajo 2014

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El cristiano camina, se hace discípulo y anuncia

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