ARGENTINA, Guillermo Ferreyra •
Año tras año, los jóvenes de la arquidiócesis de San Miguel de Tucumán peregrinan durante todo un día uniendo dos lugares sagrados de localidades cercanas. —
Este año eligieron, como punto de llegada, nuestro Santuario “Jardín de María”.
Más de 2000 jóvenes de distintos grupos parroquiales, movimientos, corrientes de espiritualidad, acompañados por sacerdotes, seminaristas y consagradas, partieron a la mañana desde la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, bajo el lema “De tu mano partimos sin demora”.
A las 8 de la mañana, comenzaron los primeros pasos, luego de recibir la bendición del arzobispo Mons. Carlos Alberto Sánchez, quien también los esperó en la entrada del santuario para recibirlos pasadas las 18 horas.
Perergrinacion de la juventud diosesana al santuario de Schoenstatt en Tucumán
Peregrinar es ponerse en movimiento, partiendo sin demora
El clima acompañó con un día soleado y cálido, que quedaba opacado ante el fuego y la fuerza que brotaba de esos jóvenes, que no dejaban de cantar.
Se podía percibir que Jesús caminaba junto a ellos, así como en Emaús.
Fue muy emocionante la llegada al santuario, en donde la familia de Schoenstatt los esperaba agitando pañuelos blancos, mezclado con gritos y aplausos. La gracia del cobijamiento se respiraba en el aire.
Las Juventudes femenina y masculina de Schoenstatt se encargaron de recolectar las intenciones de los peregrinos en los papelitos que se quemaron luego en el fuego del Ver Sacrum, como gesto de elevación a Dios.
Tres certezas para toda la vida
La fiesta culminó con la misa celebrada por Mons. Roberto José Ferrari, obispo auxiliar de la arquidiócesis, quien les transmitió en sus palabras cálidas y cercanas, que “María era una chinita (una joven, en el decir gauchesco) inquieta” y que nosotros también debíamos serlo, porque los jóvenes no nos teníamos que guardar nada.
También expresó que todos deseábamos vivir un gran amor, y que el Señor nos ofrecía hacerlo con Él y con María.
Finalmente expresó que hay tres certezas que no se deben olvidar:
- Que pase por lo que pase, Dios nos ama.
- Que Cristo nos salva: que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos, y que nosotros somos sus amigos.
- Que Cristo vive, y que nos quiere vivos.
Fue una vivencia profunda del gran sueño del padre fundador: poder ver a distintos carismas, corrientes de espiritualidad y movimientos de nuestra Iglesia, en torno al santuario, cantándole a nuestra Madre.
Perergrinacion de la juventud diosesana al santuario de Schoenstatt en Tucumán
