CHILE, Verónica Morandé •
La experiencia nos ha demostrado que, dadas las condiciones del tiempo actual, la mejor manera de ayudar en la formación de otras personas es a través de talleres. En ellos, los alumnos interactúan con los profesores y entre ellos, van descubriendo los contenidos de las materias que reciben, pero también sus propias capacidades, apoyándose y complementándose unos a otros, consiguiendo así un avance mucho más grande no sólo en la comprensión de las materias, sino también en la valoración personal y el apoyo mutuo. —
Junto a estos valores, destacamos la importancia del trato directo entre personas, que han migrado hasta Chile buscando nuevos horizontes, y que en el intercambio mutuo comparten la riqueza de sus formas de vida, costumbres y diversas expresiones de la cultura universal.
Para que estos talleres personalizados puedan demostrar la fecundidad que se logra a través de ellos, conscientemente recibimos como máximo sólo doce personas.
Taller de cocina chilena
Acercándose el mes de septiembre y las fiestas patrias quisimos iniciar un Taller de “Cocina Chilena” para quienes querían aprender a fabricar aquellos alimentos propios de las típicas celebraciones de nuestra fiesta nacional: empanadas, pebre, pan amasado, sopaipillas, etc.
Un grupo muy activo de mujeres de diversas edades se encontraron en este taller, disponiéndose con gran alegría y participación a trabajar y aprender. Todas ellas practicaban la cocina y estaban muy interesadas en celebrar unas hermosas fiestas patrias con sus familias, con la sorpresa de ser ellas mismas quienes se hacían cargo de preparar todo el menú.
En el jardín de nuestra propiedad hay un horno de barro antiguo que hasta ahora como Fundación no se había ocupado. Todo el trabajo se realizó al aire libre en torno a él, dentro de un ambiente de alegría, participación y colaboración mutua.
Paty, la maestra de cocina, era una más dentro del grupo, acogiendo, compartiendo sus secretos culinarios, ayudando a cada participante a dar lo mejor de sí y creando un ambiente de colaboración y solidaridad muy valioso.
Al finalizar cada sesión, todas las participantes partían “chochas” con los frutos de su trabajo, los que llevaban felices a sus hogares para dar a conocer en sus familias los avances que habían logrado.
El domingo 25 de septiembre es la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. En su mensaje para la jornada, Francisco destacó que «su trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los acogen».
No invasores, no destructores, no usurpadores, sino trabajadores bien dispuestos, instrumentos para «conocer mejor el mundo y la belleza de su diversidad», portadores de «dinámicas revitalizantes y animadores de celebraciones vibrantes» en el caso de los católicos.
En el trabajo de la Fundación “Maria en el Camino” se vive lo que Francisco pide.
Fotos: Ignacio Agustín Pinto Anwandter
Excelente