BRASIL, Maria Luíza de Figueiredo Gonzalez. Mi madre, Magda Maria Giordano de Figueiredo, nació en San Pablo, Brasil, el 6 de agosto de 1935. Era un apóstol de la Mater peregrina y falleció precisamente el 18 de octubre de 2014. Como hija, me gustaría, en breves palabras, dar testimonio de su vida y contar cómo la Mater peregrina la acompañaba en la hora de su muerte.
Una persona singular
Mi madre, Magda, fue una persona muy especial. Se casó con papá – Heraldo – y tuvieron cinco hijos. De carácter muy amable, vivía siempre rodeada de parientes y amigos. Se sentía feliz en este ambiente cargado de amor y de alegría. Por eso, la casa estaba siempre llena y ella siempre tenía una palabra amiga para cada uno. Sus frases están grabadas en mi memoria, plenas de mensajes sobre la vida.
A los 62 años, el mundo se desplomó sobre nuestras cabezas – mamá fue diagnosticada con el mal de Alzheimer. Fue comenzando a perder la memoria poco a poco, después totalmente. Nuestra tristeza no se puede traducir en palabras. Papá trato de suplir toda y cualquier necesidad que estuviera a su alcance. Esta situación duró 17 años…
Antes de enfermar, mamá acostumbraba frecuentar el santuario de la Madre y Reina de Schoenstatt en la ciudad de San Pablo. Muy devota, además de frecuentar las misas, iba al Santuario siempre que sentía necesidad de hacer una oración.
Durante su enfermedad, una vecina llevaba, una vez al mes, una imagen de nuestra Señora de Schoenstatt – la Mater peregrina – de visita a nuestra casa. En la sala había también una de aquellas capillitas de madera con la imagen de nuestra Señora de Schoenstatt impresa adentro.
Con Maria, en la vida y en la muerte…
Cierto día, mamá se descompuso y necesitamos llamar a una ambulancia. Rápidamente preparamos una pequeña maleta con ropas, documentos y objetos personales. Recorriendo con los ojos el entorno de la casa, para ver si no faltaba nada más, resolví llevar la capillita de madera con la Mater peregrina de Schoenstatt. La ambulancia llegó y mamá fue internada con insuficiencia respiratoria. En la cabecera de su lecho se colocó la capillita de madera con las puertas abiertas. Los médicos resolvieron darle remedios solamente para que ella se sintiera confortable. A la noche, yo y una de mis hermanas, María Concepción, resolvimos permanecer con mamá. Permanecimos atentas todo el tiempo y pudimos percibir la serenidad del rostro de nuestra querida madre. La presión arterial fue cayendo, sus manos fueron poniéndose frías, y… a las 6:00 horas de la mañana del 18 de octubre de 2014 falleció. Ese mismo día fue sepultada. Una de mis hermanas, María Adriana, pidió colocar la capillita de madera junto a mi madre. Terminada la ceremonia, la familia reunida en el cementerio comenzó a despedirse, y, en ese momento, recordé que ese era el día en que se estaba conmemorando en el mundo entero, el centenario de la Madre y Reina de Schoenstatt – cien años de la Alianza de Amor – que, para nuestra familia, será siempre la Madre peregrina de Schoenstatt!!!
¡¡¡La mamá querida merecía ese homenaje!!!
¡¡Que la Madre peregrina la proteja!! Amén!!
Original: Portugués. Traducción:
Gracias por compartir con todos nosotros tan hermoso testimonio.
Igual que en vuestra casa, tendréis – o tendremos todos – en el cielo a Magda, que nos reciba con su sonrisa.