org. “La Alianza de amor con María es algo más que un aislado acto de piedad. Es un acto personal de unión a la “Pedagoga del Evangelio” y compromete a encarnar sus valores allí donde uno vive y convive con sus semejantes. La alianza crea un estilo de vida, un modo de ser y de darse, aprendido en la escuela de María. Es, por lo mismo, una fuerza creadora de cultura”: un párrafo central de la conferencia, que el P. Ángel Strada ofrece a los lectores de schoenstatt.org en su peregrinar hacia el 2014.
Se trata de una conferencia ofrecida en la Jornada de Delegados del Movimiento de Schoenstatt de Argentina, y por eso queda claro que se refiere explícitamente a la situación actual del país y la misión nacional de Schoenstatt en Argentina. Sin embargo, y como no puede ser de otra manera en el conferencista, tiene un horizonte amplio que abarca a todos los pueblos de Latinoamérica, tomando como punto de partida los documentos de Aparecida y los mensajes del Padre Kentenich acerca de la misión de Schoenstatt en y a través de los pueblos iberoamericanos. Ofrece una riqueza amplia de citas de documentos eclesiales y textos del Padre Kentenich.
Totalmente en la línea de la Conferencia 2014
En primer lugar, ofrece una síntesis de lo que la Conferencia 2014 presentó con la idea de la “Cultura de Alianza”, juntando además las dos corrientes claves de este año: el año de la fe de la Iglesia universal y la corriente misionera en preparación al jubileo de la Alianza de Amor, mostrando que el sentido del jubileo es una nueva fundación y el paso a la entrega de todo lo grande que ha nacido desde la Alianza al servicio desinteresado a los pueblos y a la Iglesia:
“Nosotros somos responsables de la herencia. No la recibimos como objeto de museo, algo para ser celosamente guardado. Ni como propiedad privada, algo destinado a nuestro uso personal. La recibimos para enriquecer a la Iglesia y a nuestros pueblos. No podemos asumir la herencia de espaldas a un continente marcado por la pobreza inhumana de millones de hermanos nuestros, por las graves violaciones a la dignidad y a los derechos de la persona humana y por el creciente secularismo en vastos sectores de la sociedad. No festejamos para olvidar esos problemas, para refugiarnos en un mundo espiritualista o en un cálido ambiente familiar. Una pretensión semejante sería algo frívolo y superficial. La herencia del Padre nos señala caminos para la nueva evangelización, nos anima a entregar nuestro aporte a la construcción de la civilización del amor y de la solidaridad en nuestros ambientes, allí donde se desarrolla nuestra vida concreta”.
