Publicado el 2010-12-09 In Vida en alianza

Ecos del inicio del Trienio en el Santuario de Belgrano, Buenos Aires

Apertura del trienio en Belgrano, Buenos AiresARGENTINA, Susana Giordano. Ya pasaron más de siete semanas, y aún no cesan los comentarios sobre el inicio del Trienio hacia el 2014 en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires: el 18 de octubre la rama de madres, en sintonía con toda la Familia de Schoenstatt, comenzó la peregrinación hacia el centenario con una peregrinación por las calles de la ciudad.

 

Peregrinación de la Rama de Madres

Peregrinación El 18 de octubre las madres schoenstattianas organizaron por cuarta vez la peregrinación desde la tradicional parroquia de la Inmaculada Concepción (conocida por la Redonda, por su planta circular) en el barrio de Belgrano, donde recibieron la bendición impartida por el Padre Pepe Casadevall (capellán del Sanatorio Mater Dei y de los taxistas católicos, misioneros de Schoenstatt), hasta el Santuario Tabor de María, distante unas 15 cuadras. Esta vez tuvo un matiz especial, ya que se realizó, en sintonía con todos los Santuarios del mundo, unidos al Santuario Original por el inicio del Trienio hacia el 2014. Participaron no sólo las integrantes de la rama, sino también toda la Familia de Schoenstatt y muchos vecinos que llevaron en andas a la Mater, cantando y rezando el Santo Rosario, recorriendo las calles del barrio, frondosamente arboladas, hasta llegar al Santuario. Allí celebraron el 47º aniversario de su inauguración y renovaron la Alianza de Amor unidos a la que sellara el Padre y Fundador.

Un verdadero regalo por la ciudad

Santa MisaEl perfume de las flores, el verde nuevo y primaveral en los bellos jardines, la calidez de la tarde, las velas prendidas al atardecer, cantando a Cristo y a María, el amor de la gente, el repique de la campana que anunciaba que la Mater esperaba en el Santuario, la culminación con la Santa Misa, celebrada por el Padre Pablo Pol, fueron un verdadero regalo para esta ciudad y su gente, permitiendo un encuentro profundo con nuestra Madre.

La sensación de Tabor era tan viva que hizo resonar en muchos corazones las palabras de Pedro: «¡Qué bien estamos aquí!».

 

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