Publicado el 2010-08-06 In Vida en alianza

Testimonio de mi encuentro con la Madre Tres Veces Admirable

MTAARGENTINA, Rosana Zardini. Nací en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia atea, pero mis abuelos me bautizaron en secreto a los seis meses de mi nacimiento. Sin embargo no pudieron educarme en la fe: yo tenía siete años cuando mis padres se distanciaron del resto de la familia, mudándonos a Neuquén, en el sur del país.

 

 


Santuario de La PlataDios se presentó de muchos modos en mi vida. Sólo tomé conciencia plena de ello a partir del momento en que me encontré con la Madre Tres Veces Admirable. Tenía 44 años y decidí regresar a mi ciudad natal. El mismo mes en el que me mudé descubrí el Santuario. Recuerdo que era marzo y yo estaba a solas con María. Al contemplar la Cruz de la Unidad comprendí cuán grande habría sido su dolor al ver a su hijo en la Cruz. Pensé en mis dolores y lloré. María me dio aliento a través de su entereza y entrega en aquella hora.

Muchas veces había experimentado una sensación de desamparo, pero en ese momento al alzar mi mirada, y ver a María Reina sosteniendo al Niño Jesús estrechado a su pecho, me sentí cobijada como hija en su inmenso amor y su dulzura.

Deseo aclarar que hasta ese momento no había leído los Evangelios, incluso me pesaba el mandato familiar de no entrar a una iglesia salvo para apreciar su arquitectura. Sin embargo, quiso Dios que mi familia se mudara a Roma, donde pasé mi adolescencia recorriendo desde los primeros templos hasta la Capilla Sixtina. Mi abuela estuvo allí cuando fue elegido Papa Juan Pablo II y recuerdo aún la plaza repleta de gente… Así, como una de tantas reliquias, quedó impreso en mi memoria y en mi alma el Santo sudario. Repito, mi familia sigue siendo atea y yo no había recibido ninguna instrucción religiosa.

MTASentí que María me indicaba un camino y lo seguí: ese mismo año (2008) tomé mi primera comunión en el Santuario – el 18 noviembre – y sellé mi Alianza de Amor con Ella.

Al madurar en mi fe, pude reconocer y ser testigo consciente de su presencia: Él siempre estuvo a mi lado, sobre todo en todas las situaciones difíciles y de dolor que he pasado en mi vida. En junio de 2009 recibí la confirmación y me convertí en misionera de la Mater. Una semana después la Peregrina iniciaba su camino desde la parroquia de San José, donde yo había sido bautizada. A la semana exacta, asumía allí como párroco un sacerdote schoenstattiano.

El 18 de junio de 2010 tres amigas que recibían casi semanalmente a la Mater, se hicieron, a su vez, misioneras de la Campaña del Rosario.

Cuando recibí la Novena «Audaz en el riesgo» y empecé a conocer al Padre Kentenich quise saber más sobre su vida y la del Movimiento de Schoenstatt. Entonces leí «Un Profeta de María»: me conmovió e impactó fuertemente.

Este año, desde el 16 hasta el 21 de junio quedé encerrada en el baño de mi casa, fueron los días más fríos de todo el año. Todo el mundo creía que yo había viajado a Neuquén por razones de trabajo, como estaba programado. Sobreviví. Me sostuvo la oración constante y el ejemplo del Padre Kentenich de aceptación y entrega a la Voluntad de nuestro Creador.

Continúo haciendo diariamente con el corazón una oración de consagración a María, agradeciendo a Dios Padre Todopoderoso por la vida que me concede y por su gracia infinita.

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