BRASIL, Hna. M. Fátima Dotto. La Familia de Schoenstatt de la Arquidiócesis de Porto Alegre en Rio Grande do Sul celebró el 10 de julio con mucha alegría y gratitud los 100 años de ordenación sacerdotal del Padre José Kentenich en su Catedral Metropolitana. La Catedral estaba repleta de los fieles que vinieron de 10 parroquias y ciudades vecinas, en una misa celebrada por el Arzobispo de Porto Alegre, Mons. Dadeus Grings.
Con gran alegría y gratitud la Familia de Schoenstatt de la Arquidiócesis de Porto Alegre celebró, el 10 de julio, los 100 años de ordenación sacerdotal del Padre José Kentenich con la participación de un gran número de schoenstattianos que llenaron las naves de la Catedral. Estaban presentes diez parroquias de la ciudad de Porto Alegre y otras delegaciones de Cachoeirinha, Canoas Gravataí y Charqueadas.
La Santa Misa fue presidida por su excelencia Mons. Dadeus Grings, Arzobispo de Porto Alegre. Concelebraron cinco sacerdotes y participaron diáconos, acólitos y el grupo de canto de la Catedral.
Modelo de sacerdote y de amor a María
La solemne procesión de entrada fue organizada con la Imagen de la Madre y Reina, Peregrina Auxiliar de la Arquidiócesis, una familia con la Virgen que peregrina en las familias, la bandera del Movimiento y un arreglo de flores con velas en forma de número 100.
En su homilía Mons. Dadeus mencionó al Padre Kentenich como modelo de sacerdote y modelo de amor a María. Contó de su visita a Schoenstatt el año pasado y que estuvo junto a la tumba del P. Kentenich, en la antigua sacristía, pues él falleció inmediatamente después de la santa misa. Hizo referencia al Evangelio del día, el buen samaritano, y aplicó al Padre Kentenich la dedicación a Dios y al prójimo. «Él vivió lo que nos enseña el Evangelio y acercó la eternidad a muchas personas».
Un himno solemne de alabanza y gratitud a Dios por el don del sacerdocio concedido a nuestro Padre Fundador
Al final Mons. Dadeus renovó la bendición de las Imágenes Peregrinas implorando que esta bendición llegase a todas las familias que viven las angustias de nuestro tiempo.
La presencia de la Familia de Schoenstatt y el espíritu de alegría dieron un sello especial a esta celebración que se convirtió en un himno solemne de alabanza y gratitud a Dios por el don del sacerdocio que se le concedió a nuestro Padre Fundador y por su gran Obra al servicio de la Iglesia.
Fuente: http://www.tabormta.org
Traducción: Eduardo Shelley, Monterrey, México