Publicado el 2010-03-08 In Vida en alianza

Transformar a Chile en la tierra de la solidaridad, del amor y la esperanza

Cardenal Francisco Javier ErrázurizCHILE. «Impactados por tanta desolación y conmovidos por la solidaridad espontánea que se ha levantado para hacer de Chile una Casa y una Mesa para todos»: El Cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago de Chile, resume así el sentimiento de tantos chilenos como también de mucha gente fuera de ese país que la semana pasada sufrió uno de los terremotos más graves de su historia. En una carta a los fieles de la arquidiócesis, el Cardenal da consuelo y sentido a tanto sufrimiento, aliento a la solidaridad y hace pedidos concretos a los que sufrieron menos, incluso el pedido a los que suelen ir de camping en sus vacaciones, a que donen sus carpas a los que no tienen techo.


Santa Misa en la catedral de Santiago, 7 de marzoJusto con el comienzo del duelo nacional decretado por el gobierno, el cardenal Francisco Javier Errázuriz este 7 de marzo presidió una Misa en la catedral de Santiago en la que se pidió por Chile, se oró por todos aquellos que partieron y entregó un mensaje con motivo del terremoto del 27 de febrero de 2010. «Más que nuestras impresionantes experiencias en la Región Metropolitana, nos han impactado las situaciones de destrucción y de muerte en regiones mucho más golpeadas que la nuestra a causa del terremoto, de sus réplicas, del devastador tsunami y de las acciones vandálicas que algunos grupos desataron. Nos han impactado las imágenes de tantos chilenos que perdieron familiares y amigos, que regresaron a su propiedad, donde no encontraron nada de su querido hogar, o que lograron ponerse a salvo, con enorme esfuerzo, entre el clamor de quienes morían y a quienes no podían ayudar sin perder la propia vida».

En su carta, llamó a los fieles de Chile a unirse en oración todos los días, a las 7.00 p.m., por las víctimas del reciente terremoto, así como a colaborar generosamente con la campaña solidaria organizada por Caritas. Pide especialmente a los sacerdotes «poner en juego toda la creatividad y espíritu de servicio de la comunidad parroquial como lo haría entre nosotros el Buen Samaritano. Sería muy hermoso que de nosotros y nuestras comunidades se pudiese decir: «miren como se aman»…

El don de la vida y de las personas que queremos y admiramos

«En circunstancias como las que hemos vivido, palidece lo que es meramente terrenal y secundario. Nuestra valoración de la vida, de las personas y de la familia emerge con fuerza en estos tiempos de prueba. Después de la terrible catástrofe, le agradecemos a Dios con toda el alma porque no hemos perdido el don de la vida, y buscamos a todos los seres queridos, a los familiares y a las personas que queremos y admiramos», destaca. «Si han fallecido seres queridos, si bien nos llenamos de profunda tristeza, que nos embarga cada vez que los recordamos, por nuestra fe podemos confiarlos a la misericordia de Dios llenos de esperanza. Confiamos en que hayan llegado a aquella Patria hacia la cual se encaminan nuestros pasos, a la morada del cielo. En ella no habrá lágrimas ni dolor, tampoco terremotos y tsunamis. En ella viviremos compartiendo el amor y la felicidad de Dios, la amistad entre nosotros y la plenitud de la paz».

Confía a María todos los esfuerzos solidarios en el país: «Así se solidarizó la Virgen María, con ocasión de una fiesta de bodas, con los esposos que no tenían vino en Caná de Galilea, y así solidarizó sobre todo con su hijo Jesucristo cuando moría en el Calvario. Así se solidariza con nuestros sufrimientos cuando peregrinamos a sus santuarios. Que ella nos enseñe a dar hasta que duela, y a ser cercanos y solidarios como lo es el Señor Jesús con todos nosotros, sus hermanos».

 

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