Publicado el 2010-01-02 In Vida en alianza

Tras las huellas de los primeros

50 años de Schoenstatt en ParaguayP. Antonio Cosp. Los 50 años de la presencia de Schoenstatt – y así de la MTA con sus gracias – en Paraguay fue celebrado durante todo un año de diferentes maneras: con fiestas grandes, con una revista especial, un sello conmemorativo, un DVD sobre la historia de Schoenstatt en Paraguay, un CD con las canciones schoenstattianas de estos 50 años – y también con la peregrinación de unos Padres y seminaristas tras las huellas de los primeros.

 


Fundadores

En el Colegio Monseñor Lasagna nos esperaban con todo bien organizado el matrimonio de Gladys y Manuel Bedoya y el gran historiador paraguayo P. Heyn. Este nos recibió con mucho cariño y entusiasmo. «El P. Paco Rodríguez fue el primero que se animó a trabajar con ustedes, adolescentes y jóvenes. Vas a encontrar el colegio muy cambiado. La capilla, tan importante para ustedes, se convirtió en aulas…», así nos iba contando. «Viendo el fervor de ustedes yo también adopté la oración de consagración que rezo todos los días». Los padres Tommy, Pedro, Martín, Antonio y nuestro seminarista Manu López Naón fuimos en ómnibus hasta el lugar histórico de hace 50 años atrás.

Muy rápido llegamos al corazón fundacional, la «catequistería», donde entonces se concentraba el trabajo del P. Paco como asesor espiritual. Ya no están los muebles de antaño. Incluso la gran mesa la hemos heredado y está en el salón de nuestra JM en el santuario joven. Hay un gran mural de Colombino que no estaba entonces. De acuerdo a la foto histórica de la bendición en ese lugar, en julio de 1959, del primer cuadro de la Mater, fuimos ubicando al P. José Manuel, P. Paco, Nité, Hugo Aranda, Claudio Giménez y al fotógrafo, el P. Hernán Alessandri. Luego rezamos allí para seguir paso a paso hacia los siguientes lugares santos.

Las ramas nacientes encontraron allí hogar y calor de hermanos

Caminamos pasando por la iglesia de la Encarnación y llegamos a Oliva 526 casi 14 de Mayo. De la antigua casa no queda nada, ahora es el estacionamiento del hotel Granados. Les describí in situ la casa de aquel entonces; llegamos hasta lo que era el fondo del jardín, siempre bajo la atenta mirada del guardia, allí donde poníamos el altar para la misa de los sábados por la noche. Nadie quería perderse esa misa por lo intensamente espiritual y familiar que era. Las ramas nacientes encontraron allí hogar y calor de hermanos.

Los padres nos juntamos para rezar y agradecer lo que había sido ese primer bien de nuestra comunidad de padres, regalo de don Francisco Cosp Corominas.

Brevísima escala por 15 de Agosto, casi la Plaza Italia, -en la casa donde vivía con mi familia y me decidí por el sacerdocio- para llegar peregrinando a Ana Díaz y Rojas Silva, nuestra segunda casa y donde Schoenstatt despegó ya fuertemente. Pensábamos que allí construiríamos el santuario. Disponíamos de más lugar pero era indispensable conseguir un terreno al lado que no se quería vender. Eso fue lo que decidió el ir más lejos y llegar a lo que es hoy el Santuario joven. La oración acompañó cada una de nuestras estaciones, el camino, y la llegada a donde hoy reina nuestra Mater en medio de sus jóvenes y de su gran familia asuncena.

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