MÉXICO, Eduardo Shelley. Un Padre Kentenich vivo, cercano, humano pero extraordinario fue lo que compartió el P. Ángel Strada, postulador de la causa de beatificación del Padre Kentenich, ante más de 200 personas de la comunidad de Schoenstatt en Monterrey el lunes 7 de diciembre.
El canto «María de la Alianza» llenaba la iglesia de San Agustín, como emotivo preludio de la plática «Al encuentro del Padre Kentenich», donde el P. Ángel Strada relataría sus vivencias con el Padre Fundador y explicaría el proceso de beatificación y posterior canonización, así como el estado en que el proceso se encuentra actualmente.
La paternidad es la vida dada desinteresadamente
La audiencia, absorta en las palabras del P. Strada, olvidó la dureza de las bancas de madera y recibió el regalo maravilloso de vislumbrar a un P. Kentenich de carne y hueso, aunque no por ello menos extraordinario.
Nos parecía estar presentes en el primer encuentro personal del P. Strada con el P. Kentenich, en marzo de 1966, cuando aquel era apenas un seminarista. El segundo encuentro, casi un año y medio después, puso de manifiesto las intensas cualidades paternales del P. Kentenich. Esa paternidad, entendida como la vida dada desinteresadamente al otro, la vivió el P. Strada cuando, en reunión privada, el P. Kentenich lo escuchó atentamente durante más de media hora y le dio consejos que resultarían casi proféticos.
A pesar del intenso ritmo de trabajo, que era generalmente de 18 horas al día, el P. Kentenich mostraba siempre un profundo interés en cada persona, en sus necesidades y problemas, aunque hubiera sido un encuentro breve y aunque hubieran pasado muchos años. Como muestra de ello, el P. Strada contó que el P. Kentenich recordaba muy bien la visita que le hizo a Milwaukee una familia argentina 9 años atrás. Al preguntarle cómo podía recordarlo, el P. Kentenich respondió con las palabras del Buen Pastor: «Yo conozco a los míos y ellos me conocen a mí».
El largo camino a la canonización
Para entender la situación que guarda el proceso de canonización del P. Kentenich, que inició en 1975, siete años después de su muerte, el P. Strada explicó con mucha claridad los pasos que deben seguirse: la fama de santidad, el proceso en la diócesis, donde por cierto se encuentra actualmente la causa, y finalmente un milagro documentado.
Las estadísticas que el P. Strada compartió en abundancia son asombrosas. Por ejemplo, hay documentadas 1.600.000 oraciones escuchadas, provenientes de 87 países y 29.000 documentos catalogados, que suman más de 300.000 páginas.
El Padre Kentenich, un modelo de vida
El P. Strada cerró su plática invitándonos a colaborar con la causa de la canonización del P. Kentenich mediante un mayor conocimiento de su vida y pedagogía y pidiendo su intercesión milagrosa en causas difíciles, de manera que pronto tengamos el milagro documentado necesario para llevarlo a los altares.
Al terminar su charla, los representantes del Consejo Diocesano de Schoenstatt en Monterrey le regalaron al P. Strada algunos pequeños recuerdos de Monterrey, como dulces regionales, un disco compacto y un hermoso cuadro con las fotos del santuario «María, camino al cielo» y de la Mater yuxtapuestas.
Finalmente, todos pasamos a un convivio, con una gran y apetitosa variedad de platillos y postres, donde tuvimos oportunidad de conversar directamente con el P. Strada.
Al cumplirse cien años de la ordenación del P. Kentenich, la experiencia de vida que nos compartió el P. Strada nos acerca más a él y nos motiva a conocerlo mejor y tomarlo como modelo de vida. La familia de Schoenstatt en Monterrey quiere tener un signo de la presencia del Padre en el santuario, así que se ha dado a la tarea de conquistar una estatua. ¡Esta plática del P. Strada ciertamente nos ayuda a emprender la conquista con mucho entusiasmo!
