¡Padre de Schoenstatt o nada!

BRASIL, Cássio Leal. El 5 de diciembre celebró su Jubileo de 25 años de sacerdocio y de entrega total a Schoenstatt un verdadero icono de los Padres de Schoenstatt en el Brasil. Curiosamente ese padre, que ha vivido más de la tercera parte de su vida en Brasil, nació en el país más largo del mundo, al otro lado de la Cordillera de Los Andes, pero optó por tierras brasileras para dedicar su vida a la Madre de Dios y a Schoenstatt.

Hace más de dos décadas que el Padre Pedro Cabello, del Instituto de los Padres de Schoenstatt, ejerce su ministerio en el Brasil y se ha convertido en una persona muy querida por todos. Quienes conocen su trayectoria, saben de una historia de luchas y de su entrega total a la vocación que escogió.

El 5 de diciembre, un domingo de verano en São Paulo, a la sombra del Santuario Sión de Jaraguá, «Casa» de los Padres de Schoenstatt en Brasil, el Padre Pedro junto con otros padres de su Comunidad, celebró la Santa Misa por sus 25 años de sacerdocio. En este mismo Santuario comenzó a trabajar en 1991 con la Juventud Masculina, que en aquella época había desaparecido y que fue refundada justamente por él. El Padre Pedro reunió a algunos jóvenes de la Parroquia cercana al Santuario para iniciar el primer grupo. A partir de este grupo, la Juventud Masculina comenzó a crecer y se expandió a otras ciudades cercanas a São Paulo, todas asesoradas por el Padre Pedro, que luego iniciaría el trabajo con los Pioneros.

Después de trabajar casi 10 años en Jaraguá, el Padre Pedro trabajó en Paraná, al sur del país, y en Recife, nordeste, para regresar finalmente a São Paulo.

Quien haya conversado con el Padre Pedro no se cansa de escuchar sus historias, pues se nota en ellas la forma en que la Madre de Dios ha marcado su vida de manera singular. Finalizada la Santa Misa de celebración del Jubileo de 25 años de vida sacerdotal, contó algo de su camino al sacerdocio y las dificultades que enfrentó.

Antes de ingresar en la Comunidad de los Padres de Schoenstatt recorrió un arduo camino. Nació en Santiago de Chile, un país que tiene una fuerte presencia de Schoenstatt en la Iglesia y cuya población es mayoritariamente católica. Cuando estaba en la secundaria era un joven que rara vez acudía a la Iglesia. Contó que un profesor de historia suyo de segundo año se refería a la Iglesia Católica como «fuente de los problemas de la humanidad», lo que acabó con la fe de muchos de sus alumnos. Esta visión cambió completamente cuando lo invitaron a participar en la Juventud Masculina. Desde entonces la Madre de Dios atrajo hacia Ella toda su vida y su corazón. En Chile se vivía una época muy convulsionada: durante la dictadura de Pinochet había personas desaparecidas que jamás fueron encontradas. En una reunión de grupo del joven Pedro, la policía allanó la casa donde se encontraban y todos fueron detenidos y llevados a la cárcel por «sospecha de conspiración contra el Gobierno. Fue realmente un milagro que fueran liberados y pudieran volver a casa el día siguiente.

¿Vale la pena ser sacerdote?

Pasó el tiempo y el joven estudiante de Diseño Industrial siguió participando en la Juventud Masculina. Un día llegó el cuestionamiento vocacional: ¿vale la pena ser sacerdote?

En el momento en que iba a tomar la decisión que cambiaría su vida por completo, falleció su padre y su madre quedó sola. Fue sin duda una decisión difícil.

Pero lo entregó todo a Dios y a su Madre y dio su sí. Pero no quería solamente ser sacerdote… Pedro quería ser Padre de Schoenstatt. Por eso se dijo: «¡Padre de Schoenstatt o nada!».

Me siento muy feliz como sacerdote

El joven Pedro no sólo tuvo que dejar su familia y sus estudios; también el país, partiendo hacia Alemania para iniciar el camino hacia la vocación que había escogido. El quería ser un sacerdote según el modelo de santidad del Padre Fundador, Padre José Kentenich. Para él, ser sacerdote es ser un pararrayos de la gracia de Dios. «…el sacerdote no debe tener honores, porque cuando lleguemos al cielo, Dios nos preguntará si vivimos nuestra santidad sacerdotal. Cuando un sacerdote falla, es como si Dios también fallase. Hoy día, pocos creen en la castidad. Quiero servir de manera especial a la Familia de Schoenstatt, tenemos que ser modelos de sacerdotes para la Iglesia Universal. Me siento feliz de ser sacerdote». El año de su ordenación sacerdotal fue el mismo año en que la Familia de Schonestatt Internacional celebró los cien años del nacimiento del Padre Fundador. Después de ordenado sacerdote volvió a Chile y su hermano de curso, el Padre Antònio Bracht, lo invitó a trabajar en Brasil. A partir de entonces comenzó una hermosa historia de amor entre el Padre Pedro y el país que lo acogió y lo recibió con los brazos abiertos, como el Cristo Redentor que es la postal de este enorme país de dimensiones continentales.

«…usted es la persona que me devolvió la fe»

Después de las conmovedoras palabras del Padre Pedro, todos los asistentes a la celebración fueron invitados a una pequeña convivencia preparada en uno de los salones del Santuario para compartir con el Padre Pedro ese momento tan especial de su vida, 25 años de luchas, entrega, fe, cambios, siempre confiando en la Madre de Dios y en la Divina Providencia. Distintas ramas de la Familia de Schoenstatt lo homenajearon y también mostraron fotos antiguas. Le regalaron una maleta nueva, ya que el Padre Pedro anunció durante la Misa que la Madre de Dios tenía nuevos planes para él… La nueva Dirección de los Padres de Schoenstatt de Brasil lo trasladó nuevamente al Nordeste, donde el Padre Pedro será el nuevo Rector del Santuario de Recife y también responsable de la nueva filial de los Padres que acaba de crearse en Brasil (Regional Norte, una región que abarca varios Estados y que es 3 veces mayor que Chile, el país natal del Padre Pedro). Dimas Parizotto, uno de los presentes, que participa en la Liga de Matrimonios de Caieiras, dio a su amigo y padre espiritual de tantos años una emotiva despedida: «Querido Padre. Pedro, en su juventud, un profesor de historia trató de quitarle la fe… yo le puedo asegurar que, todo lo contrario, usted es la persona que me devolvió la fe». Al final, en una mesa adornada con un pastel y velitas de 25 años, todos cantaron el «Cumpleaños Feliz» al querido Padre Pedro Cabello.

En el Año Sacerdotal, año en el que el P. Pedro celebra su jubileo de 25 años como sacerdote, la Familia de Schoenstatt de Jaraguá tomó el compromiso de rezar por todos los padres y por vocaciones. Junto al Santuario, detrás del altar, se colocó una red de pesca con peces y los nombres de todos los Padres de Schoenstatt del Brasil.

Que Dios y la MTA continúen bendiciendo la vida y el trabajo pastoral del Padre Pedro, y que él continúe siendo ejemplo de «santidad del Padre Fundador», que siempre deseó desde el principio cuando optó por seguir la vocación sacerdotal.

>>> Álbum de fotos de la celebración de los 25 años de ordenación del P. Pedro