Jorgelina Jordá. Siempre soñé con pasar una Semana Santa en Schoenstatt, un hermoso lugar para acompañar a María en este tiempo en el que Jesús entrega su vida para salvarnos. Tuve momentos para trabajar en forma personal y también en comunidad, ya que muchos peregrinos alemanes y de diferentes países llegaron para estos días, como el caso de las madres de Sudáfrica, la juventud femenina de Suiza, un matrimonio de Chile y estudiantes de Ecuador que residen en Alemania.
También estuvo Enrique Soros con su familia, residente en los Estados Unidos. Es un gran comunicador social argentino muy apasionado por la Campaña del Rosario, autor del libro «A la conquista de todos los corazones» – y un gran colaborador de la Oficina de Prensa de Schoenstatt.
Con ellos, y muchos más, compartí las diferentes celebraciones como la del Viernes Santo. Ese día la Iglesia de los Peregrinos se llenó de niños que protagonizaron diferentes vivencias: algo muy bello fue cuando todos los niños entregaron rosas a Jesús Crucificado.
El viernes tuve el gran regalo personal de visitar – en la casa del Instituto de los sacerdotes diocesanos de Schoenstatt, en el Monte Moriah – el altar en el que el Padre Kentenich celebró la Santa Misa en Dachau, un símbolo de fidelidad a la Iglesia en la cruz, un símbolo de luz en plena oscuridad.
Ese altar fue para mí un símbolo de la esperanza de redención en el cielo, y más profundo fue cuando conocí la vida del beato Carlos Leisner, un modelo para el {cms_selflink page=»ano-sacerdotal» text=»año sacerdotal:»} su gran sueño fue ser sacerdote.
Un obispo francés – prisionero como él en Dachau – lo ordenó sacerdote estando en cautiverio. Carlos Leisner alcanzó a celebrar una sola Santa Misa y falleció poco después de su liberación a causa de la grave enfermedad contraída en el campo de concentración. Juan Pablo II lo beatificó como mártir.
Saludos de Pascua en diferentes idiomas
Schoenstatt ofrece la posibilidad de hacer largas caminatas por los bosques y por la orilla del río Rin para poder reflexionar y encontrarse con ese Jesús que quería resucitar en cada corazón. Y así lo hizo el sábado a la noche en la Vigilia de Pascua celebrada en la Iglesia de la Adoración.
Todas las Hermanas de María y los peregrinos esperaban silenciosamente con su vela pascual la Buena Nueva ¡Que Jesús ha resucitado! Sonaron las campanas, el órgano, y un coro angelical que proclamó que Jesús nunca murió y que vive siempre en los corazones.
Al finalizar la Misa se escuchaban saludos de aquí y de allá en diferentes idiomas: Frohe Ostern! Happy Easter! ¡Felices Pascuas! Todo era una fiesta, muchas señoras llevaban sus canastas de Pascua para ser bendecidas, y algo original: las madres schoenstattianas de Sudáfrica se pintaron la cara como es típico en su país. Deslumbró el equilibrio que tenía una de las candidatas de las Hermanas de María, de Nigeria, para mantener la canasta sobre su cabeza.
La TV regional, como ya lo hizo en años anteriores, filmó el fuego pascual y entrevistó a la Hna. Johanna Maria sobre el sentido de Pascua y el significado del fuego en esta celebración (acá se puede ver)
Búsqueda de huevos
El Domingo de Pascua muchas familias con niños participaron en la Sta. Misa Pascual en la Iglesia de Peregrinos, y después se divirtieron un largo rato en la búsqueda de huevos (¡y de chocolates!).
Muchos se despiden de Schoenstatt con el alma llena de esperanzas y de fe en Cristo Resucitado, especialmente los seminaristas de los Padres de Schoenstatt que estuvieron haciendo su terciado y que regresan a sus respectivos países para realizar sus prácticas. Aquí María acompaña al encuentro con Jesús para que él transforme cada corazón y ella, la Madre, vuelva a enviar a sus hijos a anunciar a Cristo, su Hijo, a todo el mundo.
Video: Vigilia Pascual en la Iglesia de la Adoración (Jorgelina Jordá)
Jorgelina!
Me pone muy feliz que lo estes disfrutando tanto, y que sigas aprendiendo y creciendo en formación y vivencias! Segui trabajando con este entusiasmo! beso grande! desde tu país! Saludos también a la hermana…