Publicado el 2015-10-13 In En pocas palabras - P. Joaquín Alliende Luco

Sínodo ¿vino pascual?

P. Joaquín Alliende Luco •

Se ha abierto el Sínodo de las Familias. En Europa es otoño. En las cercanías del Santuario Original, en las colinas del Rin y del Mosela es tiempo de uvas. De vinos y lagares. Es mejor decir esto en otro orden: de lagares y de vinos, porque, como rezamos en el Hacia el Padre: “sin lagar no hay vino,… solo el morir gana la batalla” (HP 150). De los granos obtenemos líquido solo machacándolos. Una forma muy simple es pisar la uva. Esta es labor del lagarero. Desde muy antiguo nacieron alegres canciones y danzas de lagar. Porque el mosto presagia el vino de la fiesta y del encuentro. Todo vino pasa del dolor de la maceración, a la fiesta del vino en las copas y en los labios. Todo vino es pascual.

No hay que ser experto para sostener que el Sínodo conmoverá a la opinión pública mundial y será materia de tergiversaciones diversas. Dentro de los temas que han sido preparados, hay algunos que son complejos y delicados. El acontecimiento en Roma va a mostrar, todavía con mayor evidencia, que los lenguajes de la Iglesia y los de la opinión pública mundial son muy distantes. Debemos, más y más, adecuar diccionarios, es verdad. Pero no podemos ser ilusos, no es una pura cuestión lingüística. Los misterios que Cristo ha confiado a su Esposa, nos hacen necesariamente extraños a la compleja realidad de las culturas sin Cristo. Simultáneamente la Iglesia y, con ella y para ella, Schoenstatt, han de estar vigilantes para saber hablar a todos los hombres de la tierra. Es claro que el P. Kentenich no era un publicista ni un periodista. Sí era un gran comunicador, que sintonizaba con sus oyentes, y buscaba los idiomas más aptos para compartir su mundo interior.

Nuestro padre fue un maestro comunicacional que, en su momento y sus circunstancias, logró algo siempre difícil y necesario: anunciar al Dios vivo en la historia y en las categorías de muy diversas gentes. El Sínodo buscará claridad, profecía y lenguaje. Los temas son delicados y la comunicación social simplifica y hasta tergiversa. La Iglesia necesita de schoenstattianos que estén alertas y serenos, que busquen el fondo de las cosas, que puedan ser instrumentos de síntesis, del siempre y del ahora. De libertad y obediencia. Y que también sepan distinguir entre lo sustancial y lo pasajero, entre la verdad y la pedagogía para vivir la verdad. Todo ello activamente, ‘en salida’ misionera a nuestro entorno y más allá.

Octubre es el mes del rosario. Ser kentenijiano en estas tres semanas nos impele a tener la mano en el pulso del tiempo y de la información, y el oído en el corazón de Dios, y entre las manos, el rosario.

El Papa Francisco ha dicho recién: “el Sínodo no es un congreso o un parlamento, o un senado donde hay que ponerse de acuerdo. Es alguien que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, como una fuente viva… para leer la realidad con el corazón de Dios”. Un Sínodo también puede ser vino pascual.

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