Publicado el 2020-04-12 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus

Pascuas extrañas

PASCUAS EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS, Juan Eduardo Villarazas, Argentina •

Pascuas extrañas… Desde ya que hubiese querido de corazón participar en vivo y en directo de la más bella de todas las celebraciones, la Vigilia Pascual, pero tuve que conformarme con verla por YouTube en la Basílica de San Pedro casi vacía…—

Y, sin embargo, al revivir el momento que llevó al más grande de todos los acontecimientos históricos, encuentro que también esa celebración de Jesús fue atípica.

No fue precisamente una cena de celebración y mucha alegría …

Para empezar, la fiesta judía se celebraba en familia y Jesús sólo tiene a su Madre como pariente directo. Lo hace con sus discípulos y seguidores, pero… vigilado. Las autoridades lo consideran un peligro y buscan la forma de eliminarlo. Para lograrlo, manipulan a la muchedumbre. Al mismo que ésta había recibido con ramos, con vítores y una popularidad de 3500 en las encuestas, logran en menos de 5 días convertirlo en el peor y más peligrosos de los criminales.

Además, la cena se le puede haber atragantado a cualquiera. Lava los pies y no lo entienden, uno tiene espada y está dispuesto a matar o morir. Otro que se hace el ofendido aún cuando ya lo traicionó, está el que quiere chusmear y saber quién va a ser el traidor, pero no para evitarlo, sino para comentar y decirle a otro. No fue precisamente una cena de celebración y mucha alegría, ni que hablar del anuncio que hace el Señor ahí mismo.

Pero aún hay más, la tristeza, la agonía, el saberse cercano a la muerte no es precisamente un lecho de rosas. Siente un dolor inenarrable, sudara sangre, está a incluso a punto de querer prescindir de este sacrificio…

La vida no se apaga

Las escenas posteriores son ya sabidas: juicio fraguado, injusto, denotación de su nombre y abandono de sus discípulos, burlas, azotes y escarnio por parte de autoridades religiosas, la multitud, uno de los condenados y, por último, una muerte espantosamente dolorosa y humillante.

Y, sin embargo, la vida no se apaga. La Palabra vuelve a hablar como en el principio y todo es recreado. El Nuevo Adán pone de nuevo en el centro el amor de Dios, el señorío sobre todo lo creado y lo eleva a un nuevo estado que ya nunca pasará.

El Señor ha resucitado y entonces la Esperanza no es una ilusión alienante

Entonces, sí, quisiera poder haber tenido la misa, sí quisiera no estar en Cuarentena, sí quisiera poder estar con mi familia nuclear y festejar con mis hermanos de Alianza, pero sé que aún con todo el sufrimiento, con la tristeza y la muerte – sin mencionar el costo material, con pérdidas de dinero y empleos -, el Señor ha resucitado y entonces la Esperanza no es una ilusión alienante, ni tampoco la peor de todas las desgracias como dijera Nietzsche, y menos aún una pérdida de tiempo en algo que no cambia nada.

Por el contrario, es una verdad, es una certeza profunda, inquebrantable, que compromete toda la vida y mueve a no dejarse caer.

Al contrario, nos urge a alegrar también a otros porque lejos de negar la realidad del dolor, sabemos que éste no es la última realidad y que la muerte no es la dueña del mundo, sino que es algo que ya no tiene más poder y es sólo pasajera.

Por eso, aunque sea extraña, aunque no esté con mi familia carnal y con mi familia de Schoenstatt, aunque no pueda participar en vivo y en directo de la Eucaristía, aún así…

¡Aleluya, el Señor ha resucitado! ¡Felices Pascuas!

Santuario de Schoenstatt de Madrid

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