GRUPO DE TRABAJO PARA LA UNIÓN DE LOS CRISTIANOS, Rector P. Egon M. Zillekens. El grupo de trabajo para la unión de los cristianos, un proyecto relativamente joven que ha surgido entre los sacerdotes y laicos del Movimiento de Schoenstatt en Alemania, visita en intervalos irregulares a otras comunidades: sólamente escuchando, observando y percibiendo aquello que mueve y motiva a los otros, lo que hacen y lo que esperan, se puede llegar a conocer con respeto aquellos puntos en común, descubrir y valorar diversas cosas, como también volver a apreciar lo propio y replantearse lo habitual, desplegar la solidaridad y vivir ésta última como núcleo de una cultura de alianza ecuménica.
El año pasado este grupo visitó la Hermandad de Jesús Gnadenthal, una comunidad de vida comunitaria, compuesta entre mujeres y hombres célibes y familias de diferentes iglesias y confesiones a las que siguen perteneciendo. Este año, la Hermandad de Jesús Gnadenthal celebró su encuentro de Pascua con 50 miembros en la Casa Marienau. Se respiró una atmósfera de oración y reverencia ¡pocas veces visto antes!
Un camino de peregrinación en la tierra de Caná
Muchos lugares en Schoenstatt tienen nombres bíblicos – El Monte Moriah, el Monte Sión, el Santuario Caná-Patris… O sea, un territorio familiar la «tierra de Caná» de las Hermanas evangélicas en Darmstadt, el que cinco representantes del Grupo de trabajo para la unidad de los cristianos visitaron. El P. Michael Marmann, el Rector P. Egon Zillekens, el P. Müller, el Dr. Löhr e Inge Wilhelm fueron huéspedes de las Hermanas en Darmstadt del 3 al 5 de Mayo. Esta comunidad de hermanas fue fundada en 1947 y llamaron a su convento y al terreno adyacente «Tierra de Caná» y desde hace muchos años mantienen un profundo vínculo con Schoenstatt. «Bienvenidos en nuestro Santuario Original» fueron las palabras dirigidas a las visitas de Schoenstatt, al ingresar en la Iglesia de la comunidad.
Todos los 4 de mayo, la comunidad celebra una peregrinación de Caná por el terreno, a la que nosotros como visitas, naturalmente estuvimos invitados. El 4 de Mayo es una fecha que recuerda eventos importantes en la historia de la fundación y la compra de este terreno. Es impresionante ver cómo cobran vida en este terreno lugares bíblicos: un lago Genésaret , el pozo de Jacob, un jardín de la Pasión de Jesús…
El Padre Kentenich y la Madre Basilea Schlink, fundadora de las Hermanas de María de Darmstadt nunca se encontraron personalmente. El Padre Kentenich citó en algunas ocasiones textos de la Madre Basilea Schlink, los que hablan de una gran fe en la Divina Providencia y en la biblioteca de las hermanas se encuentran varios libros del Padre Kentenich. La vida a partir de la Divina Providencia nos sale al encuentro paso a paso en el encuentro con las hermanas y con los Hermanos de Francisco.
Se conversó y se intercambió mucho: juntos por Europa, la preparación a la Fiesta del Jubileo de la Reforma en el 2017, la relación con la Iglesia evangélica, los judíos mesiánicos, como una realidad en la cristiandad que no se ve, pero que está presente, la problemática de nuevas vocaciones, como en todas partes, esperanzas y preguntas…
Conmovedor
El lunes celebramos la eucaristía. Sí, sacerdotes católicos celebraron la eucaristía con Hermanas evangélicas. Ellas cumplen con los requisitos que San Juan Pablo II estableció en Ut unum sint, §46. Una de las hermanas me dijo después de la misa: «Yo lloré en el momento de la consagración, de que ella haya tenido lugar en nuestro altar». En esta comunidad hay un gran anhelo de unidad, de una unidad en y por Jesús, cuya priora es una judía mesiánica y su sub priora es católica. Mujeres de iglesias protestantes, iglesias libres, luteranos, metodistas – lo que los une, es la fe en la Divina Providencia y el amor a Jesucristo.
Fue una celebración de la eucaristía con una profundidad muy especial y una densidad en la celebración. No recuerdo que alguna vez haya celebrado la eucaristía con una comunidad como esta, que recibió en forma tan agradecida y tan feliz el cáliz con la sangre de Cristo. “¿Siempre lo hacen así?”, preguntó una de las hermanas.
Y yo me pregunto: ¿cómo lo vamos a hacer?
No, no siempre lo hacemos así. Desde 1971 que soy sacerdote y en el momento de la consagración digo: tomad y bebed todos de él – y no a todos le entrego el cáliz con la sangre de Cristo. Todos los intentos de introducir la Comunión bajo las dos especies, no han sido duraderos. Comencé en la parroquia, también lo hice en Schoenstatt. Las dificultades, la cuestión de la higiene y del tiempo, del cuidado y el temor frente a lo desconocido son algunas de las razones que lleva a los cristianos a pasar de largo frente al cáliz que se les ofrece con la sangre de Cristo – todo esto lo conozco. Y justamente la visita en una comunidad evangélica me trae a la conciencia este anhelo en forma nueva y ardiente. No sé cómo hacerlo. Pero el deseo permanece y está presente nuevamente después de esta peregrinación a «Caná».
Original: alemán – Traducción: Tita Andras, Viena, Austria
